Su Reina

Kai me quito el suave vestido que tenía puesto, sus besos iban dejando marcas por toda mi piel.

Yo estaba deseosa, excitada, era como si desde hace tiempo esperara este momento, él iba marcando un ritmo pero yo quería ir más rápido. Hice que nos giráramos, era yo la que estaba ahora sobre el. Su cara mostraba lujuria pero a la vez podía ver que estaba nervioso. Tome su miembro en mi mano. Comencé a moverlo mientras lo miraba fijamente, veía como jadeaba y trataba de agarrase de las sábanas. Lentamente lo fue introduciendo en mi. Hubo un ligero dolor pero era más que obvio este cuerpo hace mucho tiempo que no tenía intimidad. Me movía cual jinete, comencé lento pero iba aumentando el ritmo, amaba su rostro, la expresión que me estaba regalando algo me decía que era solo mía.

Sus manos estaban ahora en mi cintura, entendió cual era mi ritmo así que movía su cadera en sincronía. Ahora era yo la gemía su nombre, mis pechos fueron sujetados con fuerza todo mi curso se estremecía, nunca en mi experiencia con los hombres había llegado a un orgasmo tan rápido.

Aunque le decía que ya me había corrido el seguí moviéndose más fuerte, escuché su fuerte gruñido, se había liberado en mi , podía sentir que mi interior ardía. Sus fluidos eran calientes, pero lejos de asustarme o detenerme ese era como un detonante. Como un afrodisiaco natural que hizo que deseara más de él.

Lucia: Quiero más…

Sabía que como hombre debía descansar pero yo no estaba dispuesta a esperar seguí moviendo mi cadera, él seguía en el juego así que aprovecharía.

Me dio la vuelta, ahora era él quien me observaba, sus embestidas eran fuertes, yo lo sujeté del rostro, cualquiera en su sano juicio se llenaría de miedo. Kai era como si tuviera al propio Lucifer, ese que vimos tanto en libros, yo estaba teniendo un encuentro apasionado con un demonio.

Si he de ir al infierno lo haría con gusto, si eso significa que este hombre fuera mi Verdugo. Esta es la clase de castigo que desearía recibir por toda mi eternidad.

Kai: Lucia…

Escuchar mi nombre me hacía feliz, el estaba conmigo. Con la verdadera, hoy no era Alice, no tenía que fingir nada.

Mis piernas fueron llevabas a sus hombros, quería llegar más adentro de mi, sentía como pronto me iba a partir. Sus largos dedos eran extraños. Sus garras en mi cadera me estaban rompiendo la piel. Pero lejos de sentir dolor eso me causaba más placer.

Hilos rojos de sangre iban saliendo, el me estaba desgarrando, yo gritaba aún más. De nuevo mi orgasmo había llegado. Kai seguía en lo suyo, cuando senti sus uñas por completo en mi interior él volvió a liberarse. Creo que la herida llegó hasta mis huesos.

Kai: Lo siento tanto.

Lucia: No te preocupes, en tu defensa eso activo mi excitación.

Vi como sonreía, pasó sus manos por las heridas, en cuestión de minutos no había nada.

Lucia: wow eso es increíble, sigo pensando que no eres malo, a un demonio no le dan un don así de especial.

Kai se apoderó de mi boca, sus besos eran necesitados, si pudiera me arranca los labios, él era fuego, yo era su madera, nos complementábamos para formar un gran incendio.

No entendía que estaba pasando pero el de nuevo estaba en mi, donde quedó el descanso, definitivamente este hombre es de otro mundo.

Las horas pasaban, vi como el sol salió y se ocultó, Kai me tenía contra la pared, sus embestidas eran alucinantes, pero no entiendo como yo pude seguirle el ritmo, nuestras piernas estaban lavadas por nuestros propios fluidos.

No era necesario hablar para entender que los dos nos necesitabamos, estábamos tan conectados que el otro sabía que hacer para complacer.

Llegó el momento que no resistí más, cai en su pecho desmayada. Volvi en si cuando senti agua en mi cuerpo, estaba en una gran bañera con agua caliente, sentía como lavaba mi cuerpo con delicadeza, me era imposible tener los ojos abiertos. Después lo escuchaba hablar, suplicaba que comiera, que necesitaba algo de alimento. Yo solo quería dormir.

En mi boca estaba el sabor de una sopa caliente, me imagino que fue lo único que pude recibir.

“Ahora eres mía jamás te dejare ir”

Escuché decir pero ya estaba a punto de desmayarme.

Al despertarme estaba desubicada, me costó un momento entender dónde estaba.

Kai: ¡Despertaste! Pensé que morirías.

Lucia: ¿Dormí mucho?

Kai: Un día completo.

Lucia: ¿Un día? La señora Veronica me va a matar, no he ido a trabajar.

Kai: No te preocupes por eso. ¿Como te sientes?

Lucia: La verdad me duele hasta el cabello. Eres un demoledor.

Kai: Me excedí, debes perdonarme.

Licia: En tu defensa era yo la que pedía más de ti. Me porte como toda una golosa, ahora sufro las consecuencias.

Trate de levantarme de la cama pero mi entre pierna dolía.

Lucia: Vaya eres todo lo que una mujer desea en la cama. 5 estrellas por tu excelente servicio.

Kai: Déjame te ayudo con ese dolor.

Sus manos estaban en mi cuerpo, la verdad si iba calmando mi dolor, pero algo en el no lo cuadraba, estaba sonriendo.

Lucia: ¿Que pasa?

Kai: ¿Te duele aquí?

Dijo presionado mi V

Lucia: ¡Si!

Dije casi en grito, Kai sonrió un más, comenzó a besar mi abdomen, iba bajando de una manera muy peligrosa.

Kai: Quédate quieta, debo erradicar el dolor.

Sentí como su lengua invadió mi intimidad, ese bribon se estaba aprovechando, al parecer decidió curarme de esa manera..

Me sostuve de sus grandes cuernos, hacia que se moviera más rápido.

Lucia: ¡Kai me voy a correr!

Rápidamente bajo su pantalón, sacó ese muy generoso amigo que tenía guardado, de una sola estocada entró en mi, eso fue suficiente para que yo soltara toda mi esencia, Kai siguió en lo suyo hasta que también se libero.

Cayó a mi lado, tenía una sonrisa de vencedor, le tire una almohada en la cara.

Lucia: Eres un aprovechado.

Kai: Tu culpa, eres tan deliciosa.

Directo por lo visto, pensé.

Esta vez si puede levantarme pase al baño y me aliste, debía ir hacer mis oficios antes de que me regañaran.

Lucia: Me tengo que ir, la señora Veronica estará fueiosa.

Kai: No te irás.

Camino hacia mi totalmente desnudo.

Lucia: Muy tentador lo que veo, pero tengo deberes.

Kai: Ahora tienes uno nuevo.

Lucia: ¿Cual?

Kai: Eres mía Lucia, mi mujer, mi reina.

Lucia: ¡¿Que?!

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