SALVAJE & INDOMABLE

SALVAJE & INDOMABLE

capítulo. 01

Mis queridas lectoras, les doy la bienvenida a una nueva y divertida historia. Les comento que tiene contenido un poco agresivo y malas palabras. Si no les gusta, les sugiero que abandonen la historia.

África se había ido a vivir a la hacienda de su padre poco después de lo que le ocurrió. Estuvo ahí por más de un año y aprendió un poco sobre el manejo de la hacienda. Después, se fue fuera del país para continuar con sus estudios.

Después de tres largos años de ausencia, regresó a la hacienda haciéndose cargo totalmente de todo lo que tenía que ver con ella. En poco tiempo, aprendió todo lo que tenía que ver con la ganadería y con todo lo que se producía en la hacienda, como maíz, sorgo, trigo, etc. Todo eso era procesado para el alimento del mismo ganado.

Siempre estaba vestida con camisas de cuadros, jeans y botas largas. Su impecable cabellera larga, la figura de su cuerpo y de su rostro la hacían lucir espectacular, parecía estar viendo un ángel. Nada más que este ángel tenía un defecto: su mal carácter. Cuando se enojaba, era como si fuera el mismo demonio. Nadie podía contradecirla, solo ella tenía la razón. Hasta su propio padre le tenía un poco de miedo. Ni él mismo se atrevía a contradecirla, sabía de lo que era capaz de hacer. Pero casi nadie sabía por qué ella se había vuelto así, solo las personas más allegadas a ella lo sabían.

DIEZ AÑOS ATRÁS

África conoció a un chico en su misma universidad. De inmediato, se enamoró de él. Ella decía que había sido amor a primera vista. África le contaba todo a su única amiga que tenía, Berta. Hacían casi todo juntas, iban de compras, se iban juntas de vacaciones. Incluso Berta se quedaba a dormir en casa de África. Compartían las mismas ropas y zapatos.

Pasaron varios meses y África cada vez estaba más enamorada de Ángel, por lo que decidieron llevar su relación al compromiso de casarse. Su padre no estaba muy de acuerdo, pues ella solo tenía diecisiete años, no había terminado la universidad y apenas cursaba el segundo semestre en medicina.

Su padre, al ver lo feliz que era su hija, decidió aceptar que se casara. Así que pronto iniciarían los preparativos para la boda. Se casaría en dos meses. África estaba tan enfocada en los preparativos de la boda que no tenía tiempo para nada.

Su amiga Berta se había distanciado de ella a raíz de su compromiso con Ángel. Ya no la buscaba después de clases y mucho menos iba a su casa desde su compromiso.

Las semanas pasaron rápido y el día tan esperado para África llegó. Ahí estaba parada frente al espejo, acompañada de su nana y de varias chicas del servicio que la ayudaron a ponerse ese enorme vestido blanco y esponjoso, con incrustaciones de pedrería fina y una enorme cola. Cada vez que se veía al espejo, se le dibujaba una gran sonrisa en su rostro de felicidad.

"Nana, no lo puedo creer, me voy a casar y con el amor de mi vida", dijo África.

"Pues créelo, mi niña. Dentro de un rato más serás la señora África de Salvatierra", respondió la nana.

"Sí, nana, estoy muy feliz", dijo África.

Cuando salió de la habitación, su padre la estaba esperando para irse a la iglesia.

"Te ves muy hermosa, hija. Pareces un hermoso ángel", dijo su padre.

"Gracias, papá. Tú también te ves muy guapo", respondió África.

"No digas esas cosas, hija. Ya estoy viejo", dijo su padre.

África le regaló una tierna sonrisa a su padre, después tomó a su padre del brazo y salieron de la casa. Subieron a la limusina que ya los esperaba. Para África, en esos momentos, todo era felicidad. No podía pensar en nada más. Estaba tan ansiosa por llegar a la iglesia que el trayecto se le hizo una eternidad. Su padre notó su impaciencia.

"Calma, hija. Ya pronto llegaremos", dijo su padre.

"Estoy muy nerviosa, papá", respondió África.

Su padre le sonrió cariñosamente. Minutos después llegaron a la iglesia. Su padre bajó de inmediato. Enseguida, uno de sus guardaespaldas se acercó a él y le avisó que el novio no había llegado todavía. Así que decidió no decirle nada a su hija para no ponerla más nerviosa de lo que ya estaba. Pero los minutos pasaban y no sabían nada de Ángel, ni tampoco contestaba su celular, solo mandaba a buzón.

África se comenzó a impacientar y se bajó de la limusina.

¿Qué pasa, papá? ¿Por qué estamos aquí?

Ángel no ha llegado todavía.

Entonces, entremos y lo esperamos adentro. A lo mejor tuvo un contratiempo.

Sí, está bien, hija. Entremos, será mejor.

Entraron a la iglesia. Pasaron más de dos horas y Ángel no aparecía. Los invitados, por respeto, decidieron marcharse sin decir nada. Era obvio que no habría boda.

África se dejó caer de rodillas y comenzó a llorar. No podía creer lo que estaba pasando. Ángel la había dejado plantada en plena iglesia. Suplicaba a Dios por qué tenía que pasarle esto a ella. Antes de levantarse, le dio un beso al suelo. Después, se levantó y fue a sentarse en una de las bancas sola. No quería que nadie estuviera cerca de ella en esos momentos.

Su padre se le quiso acercar, pero ella solo movió su mano para que él no se acercara.

Ahí pasó todo el día sentada. Ya eran más de las cinco de la tarde cuando sonó su celular. Era Berta, que le había mandado un mensaje.

No sigas esperando a Ángel. Él es solo mío y nos vamos juntos fuera del país.

África se quedó atónica. En esos momentos, era como si le hubieran tirado un cubo de agua fría que le heló hasta los huesos.

Se levantó, se alzó un poco el vestido, salió corriendo dejando las zapatillas tiradas. Salió de la iglesia, le pidió al chófer que la llevara al aeropuerto.

Minutos después, estaban en el aeropuerto. Bajó de la limusina corriendo, buscó por todos lados tratando de encontrar a Berta con Ángel. Hasta que anunciaron un vuelo con destino a Argentina. Ese era su vuelo de luna de miel con Ángel.

Corrió desesperada, pero un guardia le impidió el paso. Ella le suplicó con ojos llorosos que la dejara pasar, que solo quería saber si en ese vuelo viajaba un familiar.

El guardia, al verla suplicar y por su vestimenta que llevaba puesta, imaginó lo que pasaba y accedió a dejarla pasar. Después de tanto buscar, vio a Ángel tomado de la mano con Berta. Se veían felices y sonrientes. Sintió cómo su corazón se rompió en mil pedazos.

Su padre y sus guardaespaldas llegaron poco después. Cuando su padre la vio, que estaba de rodillas hecha un mar de lágrimas, fue hasta dónde estaba ella y la abrazó.

Vamos hija, ya todo terminó.

TIEMPO REAL

Esa mañana, todos los trabajadores recibieron instrucciones precisas de lo que cada uno debía hacer. Había tareas distintas para cada grupo, pero estos no hicieron caso.

¡Vamos, muévanse! Sabían que teníamos que mover ese ganado hoy, que están esperando. Y los que tienen que irse a los sembradíos, ¿qué diablos están haciendo aquí?

Enseguida, África sacó su pistola y comenzó a soltar tiros al aire. Los que ya llevaban mucho más tiempo trabajando con ella, enseguida se desperdigaron a sus labores. Pero otros que apenas habían sido recién contratados, se comenzaron a reír.

- ¿Tú de qué diablos te estás riendo, idiota? ¿Que nunca en tu puta vida has visto una mujer?

Había un ruedo de varios hombres, uno de ellos le respondió:

- Pues sinceramente no, así de loca como tú no.

Lo que el hombre le había dicho la hizo enojar más. Su semblante cambió de un momento a otro, el odio se reflejó en sus ojos. Los demás hombres que estaban con él, con quien había hablado, retrocedieron dejando al hombre solo.

África se bajó del caballo, caminó con paso firme hacia él, sacó su pistola y le dio varios disparos cerca de los pies que lo hizo saltar de un lado a otro, como si estuviera bailando. Después, se acercó a él, le colocó la pistola en la cabeza.

- Ahora sí, quiero que me repitas lo que me acabas de decir, maldito idiota.

El hombre sintió la presión con que lo miraba África, el cañón de la pistola apuntando en su cabeza. El hombre sentía que todo su cuerpo temblaba, que no le quedó más que decir:

- Perdón, señorita, no se volverá a repetir.

- Claro que no se volverá a repetir.

África le dio un rodillazo en la entrepierna que hizo caer al hombre de rodillas, retorciéndose de dolor. Después, lo agarró por los cabellos, dándole otro rodillazo, golpeando el rastro del hombre, rompiéndole la nariz. Enseguida, Peter le gritó:

Peter ha sido el encargado de la hacienda toda su vida. Conocía África desde que era una niña y sabía por qué ella se había vuelto así, con ese carácter tan despiadado.

Ya basta, África.

Déjame, Pedro, que a este le arranque los huesos uno por uno.

África se fue a golpes con el hombre, dejándolo irreconocible en un charco de sangre. Pedro llamó a los guardaespaldas para que lo ayudaran a separar a África del hombre, ya que si no lo hacían, ella terminaría matándolo.

Cuando vio que uno de ellos se acercaba, le apuntó.

Cuidado y te acercas, Igar, porque te carga la chingada a ti también.

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Comments

Elvira Luna

Elvira Luna

O por Dios como me los recetó el doctor 😍🥰 🥰😍🥰😘🥰

2024-11-11

0

Rafaela Fernandez

Rafaela Fernandez

Peter justo lo que indicó el médico!
África mía no todos los hombres son iguales.

2024-06-11

7

Magdalena Flores

Magdalena Flores

señorita escritora estoy leyendo a tu otro libro que todavía no termina está muy buena y esta también

2024-06-04

2

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