NAKKSU
En los 20 años de vida que ya llevó, me he dado cuenta de algo muy primordial.
Es realmente difícil ganarse el amor de las personas, pero sumamente fácil obtener odio y rencor. No se puede hacer feliz a todo el mundo, siempre habrá un inconforme que deseará tu caída, sin embargo, el odio es contagioso y por lo más pequeño, un gran número de personas puede llegar a odiarte con facilidad.
Lo sé por experiencia. He recibido tanto odio en mi vida que hasta se siente como algo normal del día a día. Incluso, encerrada en esta nueva celda, a través de los barrotes no dejó de recibir ese odio del que tanto acostumbro. Los guardias del Cuartel Milltar, a diferencia de la familia Clear, vestían uniformes de camuflaje que realmente se veían bastante bien.
La celda en la que me encontraba también era bastante diferente a la que teníamos debajo de la casona. Las paredes eran blancas como el papel, el suelo de granito y en el interior solo había una cama metálica bastante incómoda, un lavamanos también de metal y un inodoro igual de impoluto.
Ciertamente, tanta blancura y limpieza me repugnaba un poco. Los dos guardias que me vigilaban estaban sentados en una mesa al otro lado de los barrotes. Uno de ellos parecía leer un libro, de vez en cuando me lanzaba miradas fulminantes por encima del libro, pero por lo general no decía nada.
Su compañero parecía entretenerse más armándo y desarmando su arma. Parecía incluso hasta aburrido. Cada cinco minutos bostezaba sonoramente y cada vez que lo hacía, me miraba de reojo y no tardaba en seguir con su quehacer.
Suspiré un tanto aburrida por tanta tranquilidad y silencio. Habían pasado casi cinco días desde lo sucedido y desde entonces no había recibido ni una visita. Asumo que Tobías debía estar inconsciente aún, después de todo, nadie hablaba de él desde hace un tiempo.
Lo último que escuché es que al parecer había sufrido un trauma psicológico y que por eso no había despertado aún. Tenía que admitir que estaba un poco preocupada.
Sentada en mi cama metálica, subí los pies desnudos y envolví mis brazos alrededor de mis rodillas. Solo vestía un mono de color grisáceo de cuerpo entero que apenas me protegía de la frialdad aquí abajo. Tenía el cabello enredado. Hace un tiempo me lo había cortado hasta la altura de los omóplatos debido a que gran parte se había quemado por lo sucedido en la cocina con esa perra gorda.
Debía admitir que en cierta forma, extrañaba mis rizos largos.
Volví a suspirar y por doceava vez en el día, repasé la mirada por mi entorno. No me arrepentía de lo que hice. Estaba dispuesta a asumir las consecuencias.
En un principio me demostró lo calmada que estaba ante la muerte de padre. Ese hombre, a pesar de todo, era mi padre por lo que al menos debía sentir un poco de remordimiento.
Anoche incluso soñé con él.
Soñé con esos tiempos, cuando mamá aún estaba viva. Soñé con esos días de felicidad, con esos desayunos en el jardín que siempre hacíamos los cuatro juntos. ¿Por qué tuvo que cambiar tanto? ¿Por qué padre se volvió tan cruel y frío después de su muerte?
Bueno, supongo que ahora es inútil pensar en eso. Ya estaba muerto y nunca sabré la respuesta a esas preguntas.
Inesperadamente el sonido de la puerta siendo abierta me sobresaltó un tanto. Noté que los guardias se pusieron en pie cuando un hombre regordete de aspecto torpe se adentró al recinto. Vestía un elegante esmoquin negro y el poco cabello que tenía lo llevaba correctamente peinado y azuzado.
Fruncí el ceño extrañada, el hombre me resultaba terriblemente conocido, pero no lograba recordar de donde.
—Buenos días, lamentó interrumpir con el trabajo de ambos —dijo el señor retocándose su elegante corbata con una sonrisa llena de carisma—, pero voy a necesitar que salgan un segundo. Necesito hablar con la prisionera.
Ante la educada orden del hombre, los dos guardias se pusieron en firme y luego hacerles una reverencia, rápidamente se retiraron por la misma puerta en donde entró el hombre.
Me puse en pie lentamente con el ceño fruncido.
—¿Quién eres? —pregunté un tanto a la defensiva.
—Ja, ¿cómo es posible que no reconozcas a tu propio presidente? —ante esa mención mis ojos se abrieron con reconocimiento. La verdad es que no me importaban muchos los temas sobre política, debido a eso no solía prestarle mucha atención a los vídeos hologramas en los edificios del gobierno.
—Ah… ya —dije sin mucho interés— ¿En que puedo ayudarle entonces? Dudo mucho que un personaje como usted tenga tanto tiempo que perder con una criminal como yo.
—Efectivamente… —concordó él con una pequeña risotada, colocando sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón— Intentaré ser lo más rápido posible —hizo una pequeña pausa antes de continuar—, serás condenada a muerte mañana por el asesinato del líder de la familia Clear.
Fruncí el ceño. La verdad, era algo que ya me esperaba pero tenía la esperanza de que fueran un poco más generosos, teniendo en cuenta los abusos del que fuí víctima.
—¿Me van a matar simplemente porque me defendí? ¿Acaso no viste las heridas y moretones en mi cuerpo? ¿Por qué tengo que morir? ¿Por qué no me expulsan de esta sucia ciudad y punto. No creo que sea muy difícil.
—Por supuesto que vi tu cuerpo —admitió el presidente— de hecho, se desde mucho antes todo lo que ha estado sucediendo contigo.
—Y aún así lo dejaste pasar —terminé por él. Tenía los puños apretados por la ira que comenzaba a emerger de mi interior— ¿Por qué permitiste algo como esto? ¿No se supone que debes velar por la seguridad de todos tus ciudadanos.
El hombre suspiró con cierto agotamiento. Toda esta situación parecía ser bastante molesta para él, como si yo fuera una simple mota de pólvo en el suelo que no vale ni la pena mirar.
—Te voy a decir esto porque de todas maneras vas a morir mañana —refutó el presidente aflojando un poco su corbata en su rechoncho cuello— Tu padre te odia tanto, no solo porque eres mujer… también porque eres el fruto viviente de la infidelidad de tu madre.
Al escuchar aquello, todo mi mundo literalmente se derrumbó a mi alrededor. De repente, mis piernas perdieron la fuerza necesaria para sostenerme y mi cuerpo cayó hasta sentarse nuevamente en la cama metálica.
—¿Qué?
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Comments
Marmalin
Y ella que culpa tiene?
2023-05-22
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