TRES

...🎶Atlantis-Downtown Binary🎶...

—Es hora del receso. Nos vemos más tarde, no olviden realizar la investigación que les pedí —el profesor Marcos me aburrió con su clase.

Salí del salón a toda velocidad, tenía ganas de orinar. Entre a los sanitarios, me encerré en el cubículo de en medio y dejé salir todo de mí. El chorro de agua salió disparado, tardé como diez minutos allí dentro.

Fui a los lavabos, enjuague mis manos y vi mi reflejo en el espejo. Cerca de mi cuello había una mancha, un moretón. ¿Cómo me había salido eso?

¡Un chupetón!

Salí de los sanitarios, suspiré mucho y empecé a caminar para poder llegar a la cafetería. Entre los casilleros, vi a una chica que estaba a punto de dejarse manosear por un jugador del equipo. ¡Que calientes!

En la cafetería todas las mesas estaban llenas, vi a mi grupo de amigos y preferí ir a comprar algo para almorzar. Me formé en la fila hasta que me tocó mi turno.

—¿Que vas a querer? —La señorita de la cafetería tenía una red en el cabello.

—Una torta de milanesa, por favor.

—Claro. ¿Algo más?

—Un Arizona de sandía y unos Cheetos flamin hot.

—Serían cincuenta y ocho pesos.

Le pague. Tome mi comida y giré. Él estaba frente a mí.

—¡Hola! ¿Cómo estás? —Christian vestía su uniforme de futbolista.

—Hola, todo bien. ¿Y tú?

—Vine a comprar algo para el almuerzo.

—Súper.

—Sí. Yo. Te he estado buscando desde la mañana.

Me sorprendió eso de que él estuviera buscándome. ¿Por qué razón?

—¿De verdad?

—Sí. Es que, olvidaste tus auriculares en la enfermería, más bien, se te cayeron cuando saliste ayer.

—Ah. Con razón no los encontré esta mañana.

—Estaba cargando con ellos durante la mañana, pero, como me tocó entrenar, los dejé en mi casillero del vestidor.

—Bueno, hay luego me los das.

—¿No quieres que te los devuelva ahora? Si quieres vamos.

—¿Y no piensas desayunar?

Christian era un poco alto.

—Es cierto. Me esperas tantito, compraré una torta.

No le respondí. Daniel cruzó su mirada conmigo y me hizo señas para que me fuera a sentar en su mesa. Hice algunas muecas para decirle que no podría ir.

—Listo —Christian sostenía una torta de salchicha en sus manos.

Salimos de la cafetería. Caminamos hasta los vestidores del equipo y me sorprendió estar justo aquí. Su casillero estaba un poco desordenado, pero no importó tanto eso, de ahí saco mis auriculares.

—¡Gracias! La neta es que no me di cuenta de que se me habían caído.

—No te preocupes, lo bueno fue que yo si me di cuenta.

—Vale. Pues ya me voy, tengo que desayunar.

—¿Quieres que te haga compañía?

No esperaba que él me fuese a preguntar algo como eso.

—Bueno. Esta bien.

Salimos de los vestidores, decidimos caminar cerca del edificio de la biblioteca.

—¿Y como te fue en el verano? —De verdad estaba tratando de averiguar sobre mí.

—Mi verano estuvo tranquilo.

—¿Te gusta esta escuela?

—Está bonita. Además, mi madre estudio aquí.

Empecé a comer mi torta, él también daba bocados de vez en cuando. Bebí Arizona y eso me refresco bastante.

—¿Que se siente saber que este es tu último año de preparatoria? —No me dio miedo preguntarle.

Mi pregunta le dejo pensando por algunos segundos. Sentí una corriente de aire golpearme en la cara, un balón de fútbol rodó hasta impactarse con mis pies.

—Me siento bien, es como... —pero no pudo terminar de hablar, él lo interrumpió.

—Me disculpo por interferir su conversación. Un amigo mío pateo chueco y por eso el balón terminó aquí.

—Está bien, no hay problema —añadí a la conversación.

Se agachó, tomó el balón e hizo contacto visual conmigo. Su sonrisa amplia capturó mi atención y aunque fue extraño, él no dejaba de verme.

—¿Me regalarías tus Cheetos?

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