(Continuación).

Neftis.

Casi llegando a mi casa, en la esquina me topo de frente con una persona.

Choco con fuerza y pierdo el equilibrio cayendo sentada en la banqueta con fuerza.

Por poco y suelto las primeras palabrotas que se me vienen a la mente, pero al levantar la vista noto algo.

Cuando voltea a verme sus ojos brillan extrañamente, como si se iluminaran con una mezcla de color entre azul neón y rojo.

-Lo siento, no me fijé que había alguien- me disculpo poniéndome de pie y sacudiendo mi pantalón sin dejar de mirarlo.

No me responde y solo inclina ligeramente su cabeza hacia la derecha. Con la escasa luz me doy cuenta que lleva una tela cubriendo la mitad de su cara, solo dejando ver sus ojos y su puente nasal.

Siento un escalofrío al ver que no me responde, al menos un insulto o un 'Fíjate por dónde vas' que me dijera rompería la tensión del momento.

-De verdad lo siento, con permiso- digo sacándole la vuelta y acelero el paso, pero no avanzo mucho cuando siento un mareo.

¿Qué me está...? ¿Porqué...? N-No...

Colin.

Me pongo nervioso y no soy capaz de artícular una palabra. Ella pasa de mi pero de pronto se desvanece a unos metros de distancia. La alcanzo antes de que toque el suelo.

Veo la calle a ambos lados para asegurarme de que no hay nadie y la tomo en mis brazos acurrucándola en mi pecho.

Por favor que funcione está vez. Doy un salto y al ver que si da resultado llego con mi velocidad frente a su casa.

Las nubes siguen tapándo el cuerpo celeste, así que no todo está perdido, pero cuando intento saltar de nuevo para pasar la reja, no puedo.

Al sentir que la desesperación se apodera de mí porque no funciona el salto por quinta vez, me doy cuenta que Neftis trae sus llaves en el cuello.

Con sumo cuidado, se las quitó, abro la reja, la cierro y abro la puerta de la casa. Al cerrarla detrás de mí y darme la vuelta con Neftis aún en mis brazos, veo al perro parado enfrente. Trae unas flores en el hocico, pero empieza a gruñir amenazando con hacer un escándalo.

Lo miro fijamente. Está vez no voy a fallar.

El perro suelta las flores y bosteza dejándose caer a un lado. Cuando empieza a roncar me doy cuenta de que mi telepatía está vez ha funcionado. Camino con cuidado, paso frente al perro, levanto las flores con mi mente y me dirijo a las escaleras. Me guío a partir del aroma a rosas para llevarla a su habitación.

Entro con cuidado, la recuesto sobre la cama y la cubro con una manta mientras la veo con atención.

-Eres tan bella niña-.

Neftis empieza a mover la cabeza arrugando su nariz. Entro en pánico y trato de volverme niebla, pero de nuevo mis poderes fallan.

Tendré que improvisar.

Neftis.

Mi cabeza me duele mucho y mi vista está un poco borrosa.

-Eres tan bella niña- escucho a lo lejos. Siento mis oídos tapados, como si estuviera dentro del agua y me hablaran desde la superficie.

-Por favor, no de nuevo- dice aquella voz que siento que he escuchado antes.

Entre cierro los ojos esperando enfocar la imagen pero solo alcanzó a ver una sombra y la luz de la ventana no ayuda mucho. Hay alguien parado justo a mi lado que, al parecer, es alguien alto y fornido.

-Tú...- trato de levantarme, pero todo me da vueltas y no puedo sostenerme siquiera con mis brazos sobre la cama.

-Yo solo... ¿dónde...?- no puedo formar una frase en orden.

Sus ojos me miran rápidamente. Alcanzo a ver un resplandor azul y de pronto, sin saber cómo, esa sombra está justo frente a mi, tan cerca que puedo sentir su aliento en mi mejilla. Me hace volver a acostarme y tapando mi boca con su mano, me dice al oído:

-No grites que no voy a lastimarte-.

Sé quién es. El chico que me defendió aquella noche.

Asiento con la cabeza. De todas formas si no puedo hablar bien mucho menos tengo fuerzas suficientes para gritar.

-Estarás bien. No sé que te pasó, pero estarás bien- me dice quitando su mano de mi boca y poniendo un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.

-¿Dónde... dónde estoy?- digo algo alarmada al verlo tan cerca de mí.

-En tu casa... Lo siento, me tomé libertad de traerte-.

-¡Loki! ¡¿Dónde está Loki?!- me exalto al ver su camita vacía.

-¿Quién?- me pregunta siguiendo mi mirada -aaaah, el perro. Está abajo dormido. Al parecer te esperaba con esto- dice mientras pone dos flores en mi mano.

Sonrío respondiendo:

-Siempre me recibe con una rama-.

Pero al levantar la mirada, él está cerca de mi rostro de nuevo.

Me mira fijamente.

Su perfume amaderado golpea suavemente en mi nariz y mi vista se clava en la suya.

¿Porqué no siento miedo? ¿Porqué no grito?¿Porqué no me muevo?.

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