Regreso a clase

-- Lili Ivanoc --

Hoy comenzamos las clases de nuevo. Por fin voy a volver a ver a Samantha, ella es hija del conde López de aquí de la frontera. La cosa es que se fue de vacaciones a la capital a visitar a la familia de su madre. Comienzo a arreglarme. Me pongo un vestido corto con unas botas largas y mi bolso con todo lo necesario para la clase. Salgo de mi habitación y me dirijo al edificio de las aulas para recibir clase. Cuando estoy a punto de entrar al edificio, escucho la voz de Samantha.

-- Lili, espérame -- me doy la vuelta y corro hacia ella para poder abrazarla.

-- Te extrañé mucho -- le digo. Nos soltamos y nos agarramos de las manos y comenzamos a caminar hacia el edificio.

-- ¿Escuchaste que abrieron una boutique en la ciudad? -- me dijo ella. -- Quería ir, pero estaba muy cansada.

-- Lo sé. ¿Quieres ir conmigo hoy? -- la invité. -- ¿Cuándo llegaste a la ciudad?

-- Oh, claro que voy. Llegué ayer en la tarde. Estaba muy cansada, así que me acosté a dormir. Dicen que la tienda fue todo un éxito y que hasta la misma archiduquesa Gatius tiene vestidos de esa tienda -- dice súper emocionada.

-- Claro que tiene la archiduquesa. Fue la primera clienta de la tienda -- le digo con cara neutra para que ella misma se dé cuenta de quién es la tienda.

Ella sabe el nombre que quería ponerle a mi boutique, así que estoy segura de que tarde o temprano se dará cuenta. Cuando llegamos a nuestro salón, nos sentamos una al lado de la otra. Todavía estaba vacío, máximo habían unas cinco personas con nosotros.

-- Escuché el nombre de la tienda -- dice Sam pensativa con la mano en la barbilla. -- Li... li... ah, ya sé. Lil Mode. Así se llama. Ahhhhhh -- grita muy fuerte que hizo tapar los oídos -- es... es tu tienda -- me miró con una sonrisa de oreja a oreja.

-- Sí. Estoy tan contenta de haberlo logrado que todavía no me lo creo -- digo.

-- ¿Por qué no me dijiste? Me dejaste divagar como loca.

-- Quería que tú misma te dieras cuenta.

-- Ya quiero conocer el lugar.

Nosotras seguimos conversando de lo que hicimos en estas vacaciones y de la boutique. Dejamos de hablar cuando llegó el maestro. El aula ya estaba llena de estudiantes. Pasamos el día de clase en clase hasta la hora del almuerzo. Cuando terminamos de almorzar, cada quien va a sus clases complementarias, o sea, de poderes o de caballeros. Como yo no tengo clase complementaria porque no tengo poderes... Oh, espera. No tenía poderes. Ahora tengo que tener clases complementarias. Estaba caminando por el pasillo y la secretaria del director me llama que me esperan en la dirección. Voy camino hacia ese lugar y veo al director junto a otras tres personas más.

--Señorita Ivanoc, estas personas la están buscando. Espero que no se haya metido en problemas--, dijo el director.

--No, señor director, no he hecho nada-- respondí. Tres personas me hicieron una reverencia. Eran dos hombres y una mujer.

--No, señor. Señorita Ivanoc no ha hecho nada malo. Solo somos sus profesores de magia-- dijo el más alto de los dos hombres. --Soy Marcos Rinalde. Él es Antonio Rinalde, mi hermano, y Mía Garces--, presentó el maestro Marcos a todos. Yo estaba en shock.

Ahí recordé lo que dijo el emperador de que enviaría profesores para que pudiera manejar mi magia.

--¿Cómo que profesores?-- preguntó el director un poco disgustado.

--Así como lo escucha. ¿Tiene algún problema?-- habló el maestro Antonio.

--No-- respondió el director.

Después de eso, salí junto a los maestros de la oficina del director y en el camino comenzamos a conversar. Me dijeron que el día de mañana comenzarían mis clases de magia y que no debía faltar. Les agradecí y me di la vuelta para irme a la boutique junto a Samantha, pero la maestra me detuvo.

--Esto es para usted-- me entregó una carta con el sello real.

Después de eso, ellos se fueron y yo me dirigí a la puerta. Guardé la carta. Mejor la leería en la noche, en la comodidad de mi cama. En la salida, encontré a Sam y nos fuimos a la boutique. Le mostré todo lo que estábamos hablando. Ella estaba súper feliz. Era el segundo día de la tienda y todo iba súper bien. A las 6 de la tarde, cerramos y nos fuimos cada uno a su casa.

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