Capitulo 19

Al día siguiente Johnny se levantó temprano. No tenía otra opción sino de ir a donde la gitana. ¿Tal vez eso quería su padre cuando se le apareció en sus sueños? Eso quería su madre. Así que salió de la casa cuando aún la oscuridad de la madrugada no se terminaba de disipar.

              Su madre estaba más serena. Se había calmado debido a la noche tranquila que habían pasado: ni pesadillas, ni gritos a media noche; debió ser porque su madre había dormido con él. «¿Cuándo fue la última vez que soñé con esa cosa?» se preguntó Johnny, y recordó, con tristeza, que había sido la noche en la que murió su amigo Marcos.

              Los primeros rayos de sol se proyectaron en la cara de Johnny cuando caminaba por una carretera empedrada. Aquel lugar era un pueblo turístico. Estaba rodeado de casas coloniales; de paredes de barro y techo de teja. Por un momento imaginó que pasaría una carreta de madera tirada por caballos, ¿pero, era su imaginación? Tal vez era una imagen de su niñez. En seguida sintió un pinchazo en su cerebro, como si recordar, doliera. Su pensamiento fue interrumpido cuando de pronto empezó a sacudirse su bolsillo del pantalón, como si un animal quisiera salirse. Johnny saco su celular rapidamente y contesto sin observar quien llamaba.

- ¡Hola! – dijo Johnny, pero nadie contesto. Solo se escuchaba un poco de interferencia - ¡Halo! – repitió un poco nervioso.

- ¡Hola Johnny! ¿Estás bien? – dijo una voz preocupada que no reconoció.

- Disculpa. ¿Quién es?

- Soy Mery. No hemos sabido nada de ti desde el entierro de Marcos. Javier tampoco te vio hoy en la universidad.

- ¡Hola Mery! Disculpa, no te reconocí – respondió Johnny con alivio. Por un momento pensó que escucharía el grito del encapuchado otra vez -. He venido a la casa de mamá. Necesitaba alejarme un poco de todo lo que estaba sucediendo. Pero ya estoy mejor.

- Me alegra. ¿Y cuándo volverás a la ciudad? – Preguntó Mery – Alex quiere decirnos algo.

- Creo que esta tarde, ¿Por qué? ¿Paso algo?

- Al parecer tiene nueva información de la muerte de Marcos, pero no me quiso adelantar nada. ¿Puedes llegar al cafetín en la tarde?

- Claro que sí, ahí estaré.

- Entonces te veo luego, no te quito más tiempo – se despidió Mery.

              Johnny guardo su celular. La llamada lo había hecho olvidar donde se encontraba. En ese momento se sintió perdido. Saco del otro bolsillo la nota con la dirección que le había dado su madre. «Al perecer en el tiempo de antes no tenían sentido de la ubicación», pensó. La nota solo decía: «camina por la calle principal hasta llegar a la iglesia, luego dobla en la esquina por la cuadra subiendo y camina media cuadra». Esas palabras le hicieron recordar cuando jugaba en el patio a «buscar el tesoro del pirata» con su papá. Levanto la cara y miro hacia todos lados buscando alguna señal como hacía en aquel entonces, pero no vio nada que lo orientara.

              No paso mucho tiempo cuando observo a un señor que se aproximaba hacia él. Era una persona de edad avanzada, caminaba con ayuda de un bastón y su postura era un poco encorvada. Era la primera persona que miraba. Johnny se acerco para pedir orientación.  

- ¡Buenos días señor! ¿Me podrías decir dónde queda la iglesia del pueblo? – pregunto Johnny.

               Aquel hombre lo miro con una cara inexpresiva. Era como si no hubiera entendido la pregunta. Pero luego se giró media vuelta y con una mano señalo hacia una calle. Johnny observo la vía y al final diviso una estructura alta con un campanario en la punta. Cuando el chico vio hacia el anciano para darles las gracias, el hombre ya había retomado su camino sin decir nada. En ese momento se percató que era muy temprano para que una persona de su edad estuviera en la calle sola, pero no le dio mucha importancia. Se encogió de hombros y comenzó a caminar.

              Al llegar a la esquina de la iglesia, se encontró con un farol alto. En seguida una imagen, de una noche fría en la cual ese farol estaba encendido como una lámpara de querosene, se dibujó en su mente. De nuevo retorno el pinchazo en su cabeza, y esta vez fue tan fuerte que le hizo llevarse una mano a la frente. Supo entonces que estaba en el lugar correcto. Caminó calle arriba. Su madre le había dicho que reconocería la casa de la gitana apenas la viera. Y tenía razón, cuando llego a la mitad de la cuadra, una casa desgastada, la cual tenía una pequeña escalera que daba a un porche de piso de madera, estaba junto a él, pero lo que lo hizo identificarla, fue aquellos adornos que colgaban del techo, entre ellos atrapasueños, que daba un aspecto terrorífico.

              Johnny avanzo lentamente por las escaleras. La madera del piso rechinaba al sentir sus pisadas. La puerta estaba abierta de par en par. - ¡Hola! – dijo Johnny por cortesía, pero solo se escuchó su eco al interior de la casa, así que decidió entrar. Al cruzar el marco de la puerta, un espacio reducido lo recibió. Aquella sala olía a incienso. Estaba poco iluminado, solo con la luz de los velones puestos en estantes y una mínima claridad que provenía del exterior. - ¿Hola? – volvió a decir Johnny, pero parecía como si no hubiera nadie.

              Sobre una mesa cubierta por un mantel rojo reposaba un libro grande que llamo la atención del chico. Johnny se acerco a la mesa. El libro tenía un grueso empastado negro, en su portada se podía leer «Eretz-Nod». Una palabra que no entendía, pero que le causaba aún más curiosidad. Abrió el libro en una página al azar y se encontró con una ilustración de un atrapasueños antiguo. El libro contenía letras en un idioma que no comprendía, pero estaba tan concentrado que no sintió la presencia del hombre que entro a la sala a través de una cortina de cuentas rojas y verdes.

- ¡Interesante! ¿Verdad? – dijo aquel sujeto con voz ronca.

              Johnny del susto cerró el libro de inmediato y dio unos pasos hacia atrás.

- ¡Disculpa! No quería… - trato de decir, pero el hombre lo interrumpió.

- No te preocupes. Los libros son para leerse – dijo lanzando una leve sonrisa.

              Johnny sentía que su cuerpo temblaba, pero no sabía si era por el susto que había acabado de pasar o por la apariencia de aquel hombre. El sujeto era bastante mayor, vestía como un fraile, portando una bata negra. Su rostro era lo que daba más miedo, tenía una mirada profunda con grandes ojeras, además de una barba blanca bastante tupida.

- ¿Puedo ayudarte en algo? – pregunto el hombre después de un corto silencio.

- Estoy buscando a Madam Somnius… ¿Esta es su casa? – pregunto Johnny tratando de disimular su nerviosismo.

- Si, pero me temo que ella no te puede atender – dijo el sujeto sin dejarlo de mirar fijamente -. Ella murió hace tiempo – le extendió una mano -. Mi nombre es Enock. Yo era su esposo.

- ¡Lo siento! – exclamo Johnny, pero era más por su propia persona que por aquel desconocido. Luego le acepto el saludo – Mi nombre es Johnny.

- ¿Si puedo ayudarte en otra cosa? – pregunto el hombre.

- Bueno… - vacilo el joven y luego continuo – cuando era pequeño mi mamá me trajo para acá debido a que sufría de pesadillas. Madam Somnius me dio un atrapasueños. Pero hace unas semanas atrás lo extravié y han vuelto las pesadillas. Así que vine para saber si me podía dar otro.

- Eso no va a poder ser.

- ¿Por qué? – le espeto Johnny – si veo que tiene varios colgando de sus estantes.

- Al parecer no sabes mucho sobre los atrapasueños ¿o me equivoco? – dijo el hombre sonriendo de nuevo. Johnny negó con la cabeza.

              Enock le quito la mirada para girar el libro de la mesa hacia él y buscar una página en donde se lograba ver el dibujo de una araña gigante. Luego, comenzó a leer: «En el principio de los tiempos, existía una mujer araña llamada Asibikaashi que cuidaba a la gente de la tierra. Ella velaba por sus sueños, inclinándose sobre las cunas y las camas de los niños mientras tejía una fina, delicada y fuerte telaraña que era capaz de atrapar todo mal entre sus hilos y hacerlos desaparecer al alba. Cuando la gente se dispersó por todo el mundo, le comenzó a resultar difícil cuidar a todos los niños, por lo que las madres y abuelas tuvieron que comenzar a tejer redes con propiedades mágicas que atrapan los malos sueños y pesadillas, protegiendo así a sus hijos.»

- Hoy en día son pocas las mujeres que conocen el arte de los atrapasueños, y mi esposa era una de ellas – dijo el hombre volviendo la vista hacia Johnny -. Puedo darte unos de estos que están en los estantes, pero no funcionan sin el conjuro.

               Johnny no supo que decir. Bajo la mirada hacia el dibujo y comenzó a tocarlo con su mano como si aquel libro le fuera a dar algún poder. De pronto, el hombre lo tomo fuertemente por la muñeca. Johnny lo miro y el sujeto parecía que lo fuera atravesar con la mirada.

- Debes buscar al otro atrapasueños antes de que sea demasiado tarde – dijo el hombre alzando la voz con cara de locura -. Hay algo malo que se está apoderando dentro de ti. Debes darte prisa.

              El chico como pudo se zafo del hombre casi perdiendo el equilibrio.

- Ok…bueno…creo que me tengo que ir – dijo Johnny caminando hacia atrás. Luego salió de prisa por la puerta principal sin atreverse a mirar hacia atrás, pero si lo hubiera hecho, habría notado que él hombre lo estaba mirando alejarse desde la puerta de la casa, mientras realizaba una llamada con su celular.

-   ¡Halo! ya ha estado aquí. Hice lo que acordamos. Ahora te toca tú parte.

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Mildred Álvarez

Mildred Álvarez

desgraciado quieren volverlo loco

2024-11-29

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