Un rincón, sin salida.

...Sánchez...

Son las cinco y media de la mañana, es mejor salir antes, tengo que ir por Lorena y los niños.

Me haré, menos de las cuatro horas habituales, me gustaría disfrutar un rato dando un pequeño recorrido por la playa, hace demasíado tiempo que no veo el mar, un año antes de la partida de mi querida Amelia, mi corazón se estruja, al recordar... Perdón mi niña, por no haberte hecho justicia, de que me sirve ser abogado, si nunca pude hacer pagar como merecía tu asesino... Aun lloró tu partida igual que tu padre.

La camioneta es más segura para viajar con los niños, ellos son cálidos y dulces como su madre.

Lorena, hermosa, pero muy ingenua.

...****************...

Mientras manejó, voy recordando como sucedió todo, Julio Garza estaba construyendo un pequeño imperio, yo apenas empezaba a estudiar la carrera y nadie quería darme una oportunidad, a un joven sin experiencia, ya cansado y a punto de rendirme llegué a su empresa. La de recursos humanos, apenas vio mi currículum me dijo que no.

Iba cabizbajo saliendo por la puerta, de pronto había una gran discusión afuera, dos tipos se estaban peleando ya que por la negligencia de uno, el otro podía perder miles de dólares. Trate de mediar la situación, y uno me gritó ¿acaso eres abogado? Mis nervios me traicionaron y dije que si.

El hombre alto, de 1,80 m me miró. Recogió unas carpetas del suelo, y dijo. Resuelve esto, tienes hasta las 10:00 am y el puesto de este inepto, será tuyo. Dio la media vuelta y se fue.

Me quede perplejo, al poco rato reaccione, me lleve los papeles, buscaría una solución, no dormí en toda la noche, ya casi amanecía y no sabía que hacer, estaba a punto de rendirme y mi mente se despejó.

Eureka- lo tenía.

Desde ese momento, fui su más leal servidor, no cuestionó mi juventud, sino que creyó en mi.

Con los años conocí sus hijos, José desde niño nunca me inspiró confianza, pero la pequeña Amelia, me robó el corazón, pequeña bribona - sonrió al recordar lo tierna que era... Como me hizo llorar el primer día de preescolar, como la esperé afuera de la escuela, ya que temía que me necesitará, hasta que una semana después, me dijo que era una niña grande, qué solo podía recogerla a la hora de la salida, me prohibió quedarme afuera esperando por ella horas y horas.

¿Por qué no estuve contigo esa noche mi niña, cuidándote como siempre? Mis lágrimas caen en la arena... Ya me estoy poniendo viejo. Pienso melancólicamente.

Eran casi la 4:00 am el teléfono empezó a sonar, me limpie el sueño de los ojos y contesté.

Era José, me decía que había tenido un accidente, qué tenía que ir al hospital, como era ya de madrugada , pensé que Amelia estaría a salvo.

Me equivoqué, cuando llegue al hospital me dijeron lo que había pasado, mi vida se derrumbó, mi niña, mi Amelia estaba muerta, como le diría a Julio que su hija se había marchado, corrí a un ascensor vacío, llore y grite como si me hubieran cortado el corazón en mil pedazos.

Grité al cielo, pidiendo una explicación, salí lleno de furia y lo enfrente, quería matarlo con mis propias manos, me restregó los informes de la policía y la prueba de alcoholemia en la cara, decía accidente, él no lo había hecho nada, estaba limpio. No podía creerle, pero era un camino sin salida.