12. El cazador que acecha a su presa

Cuando llegaron a la mansión Roble, Flynn ya había "despertado".

Elena bañó a Flynn y luego le ayudó a vestirlo, mientras él, como de costumbre, se mantuvo muy quieto y obediente a todo lo que ella decía.

Ya habían pasado unos días desde que los padres de Flynn le concedieron a Elena el permiso de traer un teléfono celular que no fuera moderno a la mansión Roble, así que llamó a su madre para conversar con ella sobre su sospechosa desaparición de un día. Vanessa le explicó que solo estaba ayudando a su amiga y que sus celulares se habían descargado, por lo que no pudieron contestar llamadas. Elena no creyó en nada de lo que su madre le explicó, pues muchas cosas no tenían sentido, solo le quedaba confiar en que su hermano Gabriel la mantendría vigilada.

Al llegar la noche, Elena alistó a Flynn para que durmiera.

_ Hoy fue muy divertido, ¿verdad? _ Preguntó Elena.

Flynn no dijo nada, solo asintió con la cabeza hasta que, de repente, se atrevió a decir algo.

_ Elena, creo que tengo fiebre.

Elena se asustó, así que de inmediato tocó la frente de Flynn.

_ No estás caliente, estás normal. ¿Acaso te sientes mal?

_ Sí, mucho. _ Respondió Flynn mientras tosía un poco extraño.

Elena fue a ver a Anita, la sirvienta, para que le dé medicamentos para la tos, recordemos que es la anciana la encargada de controlar todo lo relacionado con la secreta medicación que recibe Flynn. Luego, él tomó las pastillas, pero siguió insistiendo en que se sentía mal, dijo que tenía calor y frío, así que Elena tuvo que cambiarle la ropa un par de veces más durante el tiempo que se quedaban conversando, hasta que se cansó.

_ Flynn, que ni se te ocurra decir que quieres que te cambie otra vez. _ Dijo Elena enojada mientras le ponía un pijama nuevo.

_ Pero luego me dará calor. _ Dijo Flynn.

_ Pero es normal que tu cuerpo se caliente un poco, estarás bien mientras no sudes.

_ Pero no lo soporto.

_ Entonces tendrás que cambiarte tú solo.

Flynn se sorprendió un poco, pero no se iba a rendir tan fácil.

_ Pero estoy enfermo, no puedo hacerlo solo. _ Dijo Flynn mientras se mostraba débil y tembloroso.

_ Flynn, ya basta. Estoy segura de que eso no es cierto. _ Dijo Elena un poco enojada.

Flynn se puso muy nervioso y más pálido de lo que ya era. Elena ya sabía que él no tenía fiebre y ahora Flynn temía que Elena piense que es un enfermo pervertido cuyo único objetivo era que le tocase el cuerpo. Flynn quería esconderse debajo de su cama, pero el miedo le impedía moverse o decir algo.

_ Creo que lo que tienes no es fiebre, sino que estás experimentado el trastorno de ansiedad por enfermedad. Tal vez, empezaste a sentirte inseguro desde aquella vez que te dio fiebre y es por eso que estás así, pero en realidad estás bien.

Flynn se calmó.

_ Creo que tienes razón, ahora pienso que puede ser eso. _ Dijo Flynn.

_ Necesitas calmarte y dejar de pensar en las enfermedades para que te sientas mejor. Si quieres te leo un cuento. _ Dijo Elena antes de recordar algo. _ Olvídalo, ya recordé que no te gustan.

Flynn se acordó de aquella vez que le gritó a Elena porque le contó el cuento de los tres cerditos y parecía que Elena también recordó eso, ya que, que su cara demostraba un poco de incomodidad.

Elena terminó de alistar a Flynn y cuando estaba por irse de la habitación, Flynn la detuvo.

_ Espera, un cuento está bien. _ Dijo Flynn un poco temeroso de que Elena hubiera cambiado de opinión.

_ Oh. Está bien, esta vez será un cuento distinto. _ Dijo Elena mientras acomodaba un asiento cerca de la cama de Flynn.

_ Puedes sentarte en la cama, si quieres… _ Dijo Flynn mientras su mirada se desviaba hacia la ventana. _ Así me sentiré más acompañado y estaré más tranquilo para ya no preocuparme por las enfermedades.

Elena lo pensó por un segundo antes de contestar. _ Está bien. _ Dijo Elena sin más opción que hacerlo, pues no podía rechazar a su paciente con actitud de niño miedoso, quien acababa de decir indirectamente que quería sentirse acompañado.

Elena le narró a Flynn un poco del libro de "La isla del tesoro" mientras él escuchaba atento y disfrutaba de observarla. Luego de veinte minutos de narración continua, Elena ya se estaba quedando sin voz, así que decidió terminar por esta noche.

_ Se nota que te gusta ese libro. _ Dijo Flynn.

_ Mis padres solían leérmelo cuando era más pequeña. _ Dijo Elena con una mirada que parecía estar viendo un hermoso recuerdo del pasado.

Flynn, pensó que Elena se veía más bonita cuando sonreía, es así como se acordó de cuando el innombrable Alfonso, excompañero de trabajo de Elena, le había dicho con tanta confianza que era bonita. Flynn odió ese momento, pero sintió que había aprendido algo útil, y es que podría tener la oportunidad de decirle cosas bonitas a Elena si es que lo hacía de manera casual.

_ Elena… _ Dijo Flynn.

_ ¿Sucede algo? _ Preguntó Elena.

_ … _ Flynn no dijo nada.

_ ¿Hay algo que quieras decirme? _ Preguntó Elena mientras observaba el rostro serio de Flynn.

_ No es nada. _ Dijo Flynn enojado consigo mismo.

Elena notó como los mechones de cabello de Flynn caían y tapaban su mirada, Flynn siempre los recogía y los acomodaba detrás de su oreja, pero esta vez no lo hizo. Elena notó eso, así que ella misma los acomodó, lo cual tomó por sorpresa a Flynn. Él se quedó quieto mientras observaba como Elena estaba cerca de él tocando su cabello.

_ Listo, ya quedó. _ Dijo Elena. _ Flynn, ¿no has pensado en cortarte el cabello, aunque sea un poco? ¿O te gusta largo?

_ Si me gustaría cortarme el cabello, es solo que no creo que me quede bien. _ Dijo Flynn un poco avergonzado.

_ ¡¿En serio?! _ Dijo Elena un poco sorprendida, pues no esperaba que alguien tan bonito como Flynn tuviera ese tipo de inseguridad. _ Pero eres muy guapo, tienes un rostro de modelo, cualquier peinado te quedaría bien, incluso el más pasado de moda.

Flynn no esperaba escuchar esto de parte de alguien tan hermosa como Elena, así que se ruborizó un poco, lo cual era bastante evidente en su piel clara. Flynn no era consciente de que muchas personas podrían considerarlo bastante atractivo, pues ya había pasado mucho tiempo desde que había socializado con otras personas que no hayan sido sus padres o Anita, además, él vive aislado de los medios de comunicación y de las redes sociales, no tiene un celular ni amigos, entonces ¿cómo podría saber él que es guapo?.

_ Mis padres no te pagarán más por alagarme. _ Dijo Flynn un poco burlón.

_ Créeme, eres de las personas más guapas que conozco. Incluso mi madre dijo que de verdad parecías un ángel cuando te conoció. Tú no la escuchaste porque lo dijo cuando ya estabas en el auto esperando, pero mi madre no es de decirle eso a cualquiera. _ Explicó Elena.

Para alguien como Flynn, quien se consideraba feo, esta noticia era como un baldazo de agua caliente sobre su cuerpo, pues se sentía demasiado avergonzado después de que alguien que no fuera su madre lo hubiera alagado por su aspecto. En este momento, su cuerpo si tenía verdaderos motivos para sudar. Cuando Elena notó que Flynn se había puesto colorado, decidió dejarlo tranquilo, aun así no pudo evitar que su actitud le pareciera tierna y graciosa al mismo tiempo.

_ Tú… _ Dijo Flynn muy nervioso.

_ Dime. _ Dijo Elena tratando de evitar burlarse de lo tierno que era Flynn.

_ Tú también… Tú también eres muy hermosa… _ Dijo Flynn.

Flynn decidió que, ya que había sido valiente como para decirle esto a Elena, también quería ver su reacción, así que la miró directo a los ojos.

En el momento en que Flynn le dijo a Elena que era hermosa, ella se sorprendió, pues él empezó a mirarla un poco sonrojado, pero con la misma mirada fría de siempre. Para ella era increíble que alguien pudiera sonrojarse y mantener la compostura al mismo tiempo. Elena pensó que era tierno ver a Flynn intentando elogiarla como cortesía, hasta que se percató de sus ojos, también eran fríos, pero llenos de brillo. ¿Sus ojos siempre se habían visto tan llenos de determinación antes? La mirada de Flynn tenía algo especial en ese momento que Elena no entendía, luego se dio cuenta de la situación en la que estaba. Ya llevaban viéndose varios segundos, lo cual la hizo sonrojar, el momento duró más de lo que ella hubiera querido y su corazón ya no lo soportaba, pues estaba demasiado cerca de un muchacho de casi su misma edad y que además era muy guapo. Ella solo se preguntaba, ¿en qué momento se acercaron tanto?

En ese momento, el celular de Elena empezó a sonar. Elena dio gracias a quien sea que la estuviera llamando por salvarla de esta situación típica de una novela romántica, así que contestó muy rápidamente.

_ Hola, ¿quién habla?... Oh, doctor Alfonso, es usted. ¿Se le ofrece algo?

De por sí, Flynn ya estaba enojado con la persona que había llamado a Elena porque los interrumpió, pero ahora que sabía quien era, estaba furioso.

Por otro lado, Alfonso estaba feliz de haberse encontrado con Elena en el parque, él no había desaprovechado en pedirle su número de celular antes de despedirse para poder llamarla de vez en cuando, pues ahora más que nunca debía estar cerca de su presa, ya que, al parecer, había un débil gusano tratando acercarse a ella. hola hola

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