Maratón #6.

En la terraza, se puede ver cómo la cabeza de Mario está completamente fracturada; incluso puedo ver sus sesos salir de ella. Sus brazos y piernas también están en una posición un poco extraña. Aparentemente, se puede notar cómo su cuerpo está partido por la mitad.

Vaya, que sí fue muy duro. Mi madre se encontraba en el piso llorando mientras llevaba sus manos por encima de su cuerpo, como tratando de pensar en qué parte debería o no tocar. Mientras tanto, Mariano solo se quedaba mirando de manera expectante hacia la nada. No emitía ningún sonido, pero fácilmente se podía saber que estaba un poco dolido por la muerte de su hermano.

Al notar mi presencia, ambos me miraron. Mariano me miró de forma extraña, mientras que mi madre me miró con odio para luego voltearse al cuerpo del finado Mario.

Sinceramente, me importa muy poco lo que puedan pensar. Ya nada se puede hacer por la muerte de él. Si hay algo que me gustaría, sería escuchar sus gritos de dolor que está experimentando. Todo aquello en su cuerpo... No me imagino el dolor que sentirá cuando alguien venga a levantarlo. (pensamiento)

Ja, ja, ja.

Como ya estaba previsto y sabían, hoy debían partir. Pero con el suceso de Mario, deben darle un entierro digno. Ya que donde ellos fueran, no podrían cargar con peso muerto. Y eso era exactamente lo que era él.

Después de que todo estuvo hablado, todo fue muy rápido. Mi madre lloró e imploró que por favor le cediera la capilla que se encontraba cerca de la mansión Greco. La cual fue construida con ese mismo fin: velar y desear un bendecido descanso a la sangre.

Ella, aun después de cómo me trataron todos ellos, aún tiene el descaro de venir hasta mí y querer hacer lo que les venga en gana. Es que después de mi antigua familia, no he conocido tipo más cínico que aquellos dos que se hacen llamar mi madre y hermano.

Pero como a mí ya no me importaba nada de lo que ellos quisieran, yo me puse firme y les dije que ni siquiera él tenía el apellido Greco para querer enterrarlo y como no los consideraba mis hermanos no tenían nada que hacer en estas tierras y mucho menos pedir un lugar en el mausoleo de la familia Greco. Que se largaran de mi casa y así terminaron por llevarse el cuerpo de Mario con ellos.

Así que a ella no le quedó más remedio que velar por él en aquella iglesia del pueblo, donde tanto había hablado que nunca pondría un pie en ese sitio, y mucho menos el cura que impartía la misa todos los domingos, quien nunca comería de algún centavo que ella diera, ya que aquel lugar de porquería, como ella lo llamaba, solo era considerado para la gentuza que se hacen llamar plebeyos.

De igual forma, al querer la misa para su hijo, tuvo que pagar por una pequeña misa y sepultarlo allí con todos los plebeyos de los cuales ella se cansó tanto de hablar. Desde ese día, nunca volví a saber nada de ellos. Tampoco era que me importara lo que sucediera con ellos. Lo único que podía asegurar era que si volvieran a buscarme para volver a joderme, esta vez sería un viaje sin retorno, porque al posar su presencia frente a mí, les repartiría el mismo cariño y amor que le di al otro degenerado.

Los días que pasaron después de la muerte y partida de aquellos en la mansión, el ambiente fue mucho más ligero y llevadero. Fin del flashback.

-¿Qué tanto piensas, esposa? ¿Estás buscando en tu mente qué palabras utilizar para dar con las correctas y así hacerme creer en mi estupidez?

-Decirme que a lo mejor en algún descuido de mi parte tú caíste encima de mí, dando como posición mi miembro, y que por la caída rebotaste una y otra vez en él.

Una cosa que debes saber es que, en la familia real, para poder sobrevivir se necesita astucia y un toque de maldad, y parecer que eso es algo de lo que tú careces.

Decía esto con una mirada completamente fría y parecía que, al igual que Mario, Mariano y Mariana, me odiaban.

(pensamiento)

Genial, otro a la lista de aquellos que odian a Maleja.

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