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Capítulo 10

-¿Es urgente?

Preguntó Alex a la mujer con la que hablaba por el teléfono.

-Claro que sí, bebe. Si no, no te hubiera llamado cuando sé que tenías que ir a lo de tus padres con tu querida esposa.

Incluso Anya podía escuchar el desprecio que ella usaba al llamarla “querida esposa”. A pesar de eso no dijo nada, porque sabía que solo lograría enojar a Alex y no quería eso.

-¿Qué es lo que pasa, Silvina?

Dijo Alex cansado.

-Me corté con un cuchillo tratando de cocinar y me sangra mucho la mano. ¿Puedes venir a casa y llevarme hasta el hospital?

Le dijo Silvina Gutiérrez, la mujer que Alex amaba con locura y quien era en estos momentos la amante de él desde que se casó con Anya.

-Ok, iré enseguida, espérame unos minutos.

-Esta bien cariño, te esperaré aquí. Date prisa.

Alex cortó la comunicación y sin decir nada sacó su cartera. De allí tomó unos cuantos billetes y luego miró a Anya, quien seguía en silencio y se los tendió con la mano.

-Tómalos y baja.

-¿Qué?

Dijo ella muy confundida.

-Iré a la casa de Silvina, no tengo tiempo para llevarte a la casa. Toma un taxi y ve tú sola hasta allí.

Anya no podía creer lo que estaba pasando. Él la estaba abandonando en mitad de la noche, en la calle, por ir a ver a esa mujer.

-¿Alex, tú me estás hablando en serio? ¿Me dejarás botada en la calle, en plena noche?

Alex no tenía ganas de escuchar a Anya, mucho menos de aguantarle un berrinche y tener que discutir con ella. Así que se inclinó y le abrió la puerta y le dijo:

-Bájate ahora.

Sus palabras fueron dichas con voz grave, dejando notar lo enfurecido que estaba con la negativa de Anya al bajarse. Ella, para no enojarlo más aún, solo pudo tomar el dinero y bajar del auto, lo más rápido que pudo.

Ni bien ella se bajó, Alex cerró la puerta de ella y arrancó de golpe en dirección a la casa de su mujer, dejando a Anya allí sola en la oscura noche.

Como el lugar donde él la dejó se notaba poco concurrido, tuvo que empezar a caminar hasta encontrar un taxi. La caminata se le hizo un poco larga, por lo que rápidamente se sacó los zapatos, notando lo rojo y lo maltratados que estaban por caminar en esos tacones nuevos.

Después de veinte minutos de caminata, logró salir de esa zona de grandes residencias y encontró un bar. Sintiendo un poco de miedo se encaminó a la puerta y al entrar, se acercó a la barra.

-Disculpe, señor, ¿tendrá usted el número de un taxi?

Le dijo al hombre que estaba sirviendo unos tragos. Al verla, se sorprendió porque su ropa era lujosa, por lo cual era raro ver a una mujer así vestida en ese bar y más pidiendo un taxi.

-Sí, señorita, si gusta puede esperar en la barra hasta que venga. Ya se lo llamo.

-Gracias.

Ella se sentó en la barra desde donde pudo ver al barman llamar por teléfono, a un taxi.

-En diez minutos estará aquí.

Dijo el hombre cuando cortó la llamada.

-Muchas gracias, señor.

-De nada muñeca.

Dijo el hombre guiñándole un ojo, con coquetería.

Unos diez minutos después sonó el teléfono del bar, el hombre se acercó y respondió.

-Ok, ahora sale. Hasta luego.

Le dijo al teléfono, luego la miró y le dijo.

-Ya llegó su taxi señorita.

-Ok, muchas gracias por ser tan amable.

Dijo Anya mientras se paraba para encaminarse hasta la puerta. Afuera ya la esperaba el taxi, al escuchar a dónde se dirigían se sorprendió, pero la llevó sin ningún problema.

Al llegar a las rejas de la entrada de la mansión le pagó al taxista y se bajó, dejándole el vuelto del dinero como propina. Después de eso, se acercó a las rejas donde unos empleados la dejaron pasar y ella se fue hasta la casa. Al entrar se encaminó con mucho cuidado a su habitación.

Cuando llegó solo se acostó y se puso a llorar por todo. Por cómo Alex se comportó en la casa de sus padres, por cómo ellos parecían no haberle hecho nada a ella. Por cómo Alex la dejó tirada en la calle para ir a ver a su amante, sin importarle si ella iba a estar bien o si algo le podría pasar.

Lloró también por lo bien que se sintió cuando él le abrió la puerta del auto cuando llegaron a casa de sus padres y lo bien que se sintió tener su mano envuelta en la de él. Pero sabe que todo era una puesta en escena y eso la lastimaba aún más, porque jamás podrá verlo hacer eso voluntariamente.

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Comments

Angela Arrieta Agudelo

Angela Arrieta Agudelo

con una patada en el trasero debió bajarla
yá que ni ella misma sé quiere

2024-05-08

1

Neida Beltran

Neida Beltran

que boba tan grande..

2024-04-17

1

esterlaveglia

esterlaveglia

uff no es más idiota porque no tiene más años 🙄🤦‍♀️😵‍💫

2024-04-04

10

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