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Capítulo 3

Sacándole la bata y dejándola solo en ese pequeño y desgastado camisón, Alex empezó a besarle el cuello y descendiendo llegó a los pechos perfectos de ella. Corrió un poco las copas de la parte de arriba del camisón y se sumergió a devorar los pezones de ella con mucho esmero, haciendo que ella deje salir sus primeros jadeos y gemidos de placer.

Al rato de estar así, levanto la parte de abajo revelando esos insulsos pantis que ella traía puestos. Otra vez él no se dio cuenta de la clase de ropa que ella tenía, solo veía lo húmeda que la ropa de ella estaba y corriendo esa fina tela, empezó a tocarla allí. Anya, muy gustosa, empezó a gemir mucho más fuerte, mientras él la tocaba. Esto siguió así por un rato, hasta que él ya no se aguantó más e incorporándose, se abrió los pantalones y se los quito.

Cuando él quedó completamente desnudo en frente de ella, provocó que se sonrojara más aún de lo que ya estaba. Ella podía ver el miembro de él y se le hizo agua a la boca, quería ver a que sabía esa parte de él.

Poniéndose otra vez sobre ella, Alex, volvió a moverle su ropa interior y se introdujo en ella con fuerza de un solo empuje, ocasionando un fuerte grito de dolor en ella.

Ella era virgen hasta ese momento, por lo cual el dolor era intenso, pero como él no se detuvo, ya que no se había dado cuenta de nada, solo luego de un rato, empezó a sentir placer y a gemir otra vez. Pero lamentablemente así como empezó a sentirlo, se detuvo de inmediato al escucharlo hablarle en su oído.

-Mmm, que apretada que estás hoy. No sabes cuanto te amo, me vuelves loco, Silvina, mmm.

A nuestra querida Anya, se le formaron unas cuantas lágrimas en sus ojos al escucharlo. Ella se había entregado a su esposo, al hombre que ella amaba de la manera más íntima posible, y él le decía el nombre de su exnovia, su amante, al oído.

Sus manos se detuvieron de hacerle carias en el cabello y en la espalda de él. Lentamente, las dejo caer a los lados de su cuerpo mientras Alex seguía y seguía con sus empujes dentro de ella.

Por más que ella quisiera, no podría sacar la vos de él diciéndole Silvina, de su cabeza. Lágrimas caían por sus ojos y un gran autodesprecio crecía dentro de ella. No entendía por qué no lo alejaba, por qué lo dejaba continuar dentro de ella cuando le dijo esas palabras, pero ella no podía moverse ni pronunciar una sola palabra.

En todo el tiempo que Alex se estuvo satisfaciendo con el cuerpo de ella, no se dio ni cuenta con quien estaba. Él pensaba que estaba con Silvina, la mujer que él amaba y que desde su caso ha sido su amante.

Esta noche había salido a beber con un posible socio y había bebido mucho, sumándole a eso que le habían puesto un afrodisiaco en la bebida para hacerle caer en una trampa, para después poder chantajearlo con unas cuantas imágenes comprometedoras. Sin embargo, ese plan no resulto, ya que él al ver que estaba muy tomado mando a su chofer a llevárselo de allí y llevarlo a casa.

Aunque no se explicó que en realidad quería ir a su departamento, por lo que el chofer lo llevo a la casa, donde vivía Anya, su esposa.

Cuando el afrodisíaco hizo efecto, él solo podía ver a su quería Silvina, por lo cual empezó a besar como loco y a tocar de esa manera a Anya. No estaba consciente de con quien él estaba.

Cuando por fin acabo y se corrió en ella, se salió y se acostó en la cama, donde se durmió al instante. Estaba muy cansado, ya que estuvo haciéndolo por más de una hora sin parar, hasta que por fin obtuvo su satisfacción.

Cuando Anya lo vio profundamente dormido, se puso a su lado y apoyo la cara en su pecho desnudo y se quedó un rato allí abrazándolo. Era la única oportunidad que tenía de sentirlo así y por más que se lamentaba por ser tan débil, no podía desperdiciar la oportunidad de tocarlo y sentirlo así, tan cerca de ella.

-Alex, a pesar de todo yo te amo. No sabes lo feliz que me haría, si en algún momento nos das una oportunidad. Ojalá logres comprender que esto no es mi culpa.

Como tenía miedo de que él se despertara y la echara de una forma horrible, se levantó con mucho cuidado porque le dolía mucho su parte íntima, se volvió a acomodar bien el camisón. Tomó la bata que había quedado en el suelo y cuando llego a la puerta, se volvió al lado de la cama. Con mucho cuidado se inclinó y le dio un suave beso en los labios a Alex.

Cuando se alejó, se dio la vuelta y salió de allí con rapidez. Al llegar a su cuarto empezó a llorar de manera desconsolada por todo lo que había pasado.

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Comments

Nenepilco

Nenepilco

que espanto de mujer patética, sin una sola gira de autoestima, orgullo o dignidad, de verdad que hasta un perrito de la calle tiene más respeto por sí mismo que ella

2024-04-21

3

Maria Victoria Ruiz Alcaide

Maria Victoria Ruiz Alcaide

El amor es. ciego o idiota

2024-04-22

0

Violeta Muñoz Martinez

Violeta Muñoz Martinez

Una patada y lo tumbo al piso desgraciado y ella q bruta no tiene amor propio

2024-03-29

9

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