Creo que fue mi ángel guardián quien guió mis acciones, de lo contrario no habría logrado cruzar.
Sin bacilar me sujeté con todas mis fuerzas como último recurso de vida, sentía temor de que en cualquier instante la rama pudiera arrancarse, pero milagrosamente no sucedió.
Con mis pequeños brazos y piernas escalé como pude la orilla. Tenía una nueva oportunidad.
Una vez arriba, el corazón me latía muy rápido, parecía que se me iba a salir del pecho y una mezcla de frío y calor me recorría todo el cuerpo hasta los huesos. Solo entonces pude recostarme un instante en tierra firme con la respiración agitada aliviando poco a poco mi cansancio.
Hasta que por fin llegué al otro lado entendí, que dependerá únicamente de mi esfuerzo alcanzar cualquier meta que me proponga, no importa cuán difícil pueda resultar, si pongo a prueba mi resistencia lograré la victoria, desde ese momento entendí el verdadero valor de mi nombre “Victoria”.
Al continuar con mi recorrido de regreso, llevaba la ropa empapada, me dolía todo el cuerpo y lo sentía muy pesado, y ni que decir de mis útiles escolares, los había perdido todos, pero no podía detenerme por más tiempo.
Poco después la mala suerte continuo…
El sendero me pareció extenso, tanto que parecía que había caminado por varios días en soledad por el desierto sin más compañía que el sol, la luna o las estrellas. El silencio aumentaba mi angustia mientras mis pensamientos anhelaban el cálido cobijo de los brazos de mi madre.
En cuestión de segundos mis ojos alcanzaron a ver que las hierbas se movían suavemente por lo que detengo mis pasos poniendo mas atención a eso desconocido que me asechaba. Sin previo aviso de los montes aparece una serpiente verde, de un tamaño descomunal y recorre mis piernas haciendo un ocho de ida y vuelta… ¡Virgen María, protégeme! Alcancé a decir…
Mi mayor fobia son los gusanos y serpientes, por lo que este suceso me provocó un susto de muerte.
Por fortuna solamente se deslizó entre mis pies, mas no me mordió, de lo contrario creo que habría sido mi triste final.
Al avanzar medio camino, el miedo me invadió nuevamente ¡¡oh Dios, ayúdame por favor!! ¡¡acaso hoy debo morir!! Mis lágrimas comenzaron a deslizarse en mi mojado, asustado y sucio rostro.
Frente a mí se encontraba el toro más temido del lugar “Ébano”. Allí estaba, a una corta distancia, dirigiéndose a todo galope a mi encuentro… su color negro como la noche, sus ojos feroces y sus grandes cuernos me intimidaban, hasta el punto de paralizarme por completo en medio del camino, esperando ser envestida hasta mi último suspiro.
¡¡Señorita!! ¡¡Señorita!! ¡¡muévase del camino!! ¡¡Rápido señorita!!... A pesar de escuchar la voz del hombre no pude moverme ni un centímetro. En ese preciso momento, ante mis horrorizados ojos, el enorme animal se detuvo.
Su dueño que corrió desesperado, logró obtener una pequeña ventaja, alcanzó la soga que pendía de sus astas, la envolvió en un árbol grueso y sostuvo la punta hasta que el toro se detuvo de un tirón al no haber lugar para avanzar porque la cuerda estaba suspendida totalmente.
No recuerdo con claridad lo que después sucedió, si me esfuerzo por hacer memoria no tengo datos claros, de lo que tengo certeza es que ese día fui muy afortunada al sobrevivir a 3 sucesos llenos de peligro y poder contar ahora mi historia.
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Comments
Josué
Buenísimo, me encantó
2023-05-24
1
Doris Sonni
bonito capítulo
2023-04-20
1
Ela Diaz
Hasta ahora, este es el capítulo que más me gusta.
2023-04-16
0