Jugada maestra

Queen Blue debía iniciar una transmisión en la mañana siguiente, según el horario que le envió Alex, así que se dedicó a organizar todo para poder llevarla a cabo satisfactoriamente.

Después de haber terminado la transmisión de esa mañana, Alejandra recibió un mensaje: “Estuviste increíble hoy, sigue así”. Era Neil dándole ánimos después de haber conseguido el MVP de la partida vista por más de 10 mil seguidores en vivo.

No pudo estar más contenta y le dio las gracias, pero toda esa alegría desapareció cuando Aida entró a la habitación para recordarle que hoy era la cita con Antonio Acosta, sucesor del grupo Acosta. Esto le dañó un poco el ánimo, sin embargo, se duchó y se vistió para ir a verle.

<> dijo Antonio al ver llegar a Alejandra, clavándole los ojos llenos de deseo a todo su cuerpo.

<> respondió Alejandra con desinterés.

<> dijo Antonio mientras le miraba los pechos.

<> respondió Alejandra con un poco de enojo.

Antonio se acercó tanto a ella que tuvo que alejarse un poco de él para poder mirarle a los ojos.

<<¿Con que no soy tu tipo eh? Pues eso acá no importa, querida>> dijo Antonio con un tono frío y aire de superioridad.

Aunque Alejandra tenía incluso más poder que el grupo Acosta, no podía negarse a las exigencias de su padre, desobedecerlo era casi como ir en contra del sistema.

Ella solo apresuró en terminar la cena e irse rápido a casa, no soportaba estar cerca de este tipo.

En el auto camino a casa no pudo evitar pensar en esa panadería, sin embargo, no se atrevió a llegar. Después de todo, estaba llena y asqueada por su velada con Antonio y solo quería descansar, así que solo se limitó a pasar por allí y casualmente Neil estaba afuera, pareciera estar esperando a alguien.

Alejandra pensó: "Al diablo, solo iré por panecillos". Así que aparcó el coche cerca de Neil y bajó la ventanilla.

"Disculpa, ¿aún hay servicio?" preguntó Alejandra queriendo ser distante.

"No, acabamos de cerrar y ya no hay nadie", respondió Neil mirando en dirección a la entrada.

"Qué pena", dijo Alejandra. "Moría por comer panecillos", dijo mientras lo miraba. No podía quitarle los ojos de encima, aunque quería a ese hombre tan guapo con su curiosa barba de tres días y tono de piel canela perlada.

"Puedes volver mañana a eso de las 10 am y con gusto te los daré", respondió Neil sonriéndole.

Ella solo asintió y se fue deprisa.

A las 10 am del siguiente día, Neil estaba ordenando las copas y envases cuando sonó la campana de entrada.

"Buenos días", dijo él sin todavía haber levantado la mirada, pero se detuvo un momento al ver a Alejandra con una cara pálida y seria entrando.

"Bienvenida", continuó Neil.

"Buenos días, vine por mis panecillos. En serio me quedé con muchas ganas", respondió Alejandra cambiando su cara seria en una muy sonriente. Estaba dichosa de ver a este hombre tan temprano.

"Claro, toma asiento, enseguida vuelvo con tu pedido", dijo Neil.

Alejandra se giró para ir a tomar asiento, pero Neil no pudo apartarle los ojos de encima por unos segundos. Él también estaba dichoso por verla de nuevo y Dios que sí, todo su cuerpo reaccionó a Alejandra. Sacudió su cabeza y se apresuró a buscar la orden de Alejandra, la llamó y le entregó sus cosas.

"Que los disfrute...", la miró tratando de terminar la oración.

"Alejandra Santamaría, un gusto", respondió ella amablemente.

"Que los disfrute, señorita Alejandra", dijo Neil, embozando una alegre sonrisa.

Alejandra solo lo miró y pensó "esto tiene que parar", pero hizo todo lo contrario.

"Me da curiosidad saber cosas de ti", dijo Alejandra inclinándose al mostrador dejando ver un poco sus pechos debajo de la blusa blanca con transparencia que llevaba puesta.

Neil no pudo evitar tragar saliva y reprimir un poco su respiración, <> dijo él, contento pero incrédulo. <<¿A qué hora termina tu turno? ¿Puedo recogerte?>> preguntó Alejandra, haciendo mover sus largas pestañas. <> Continuó Alejandra alejándose poco a poco mientras se deleitaba con la expresión de sorpresa que tenía Neil por su inesperada insinuación. Sin embargo, no le dio tiempo para responder, tomó su pedido y salió. Neil se quedó allí, pasmado y boquiabierto, no podía creer que una mujer tan despampanante estuviera interesada en conocerlo. No le desagradó para nada la idea y solo se limitó a sonreír y sacudir la cabeza.

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