El rumor de que un extranjero se había quedado más tiempo de lo habitual en el pueblo se había propagado, gracias a eso suponían que se quedará a vivir en este. Cuando esté rumor llegó a los oídos de algunos niños, fueron de manera apresurada a ver de quién se trataba, el sitio donde esté se encontraba era: La granja de José.
Ramón, Mark, Nahum, la extranjera y Camila, se encontraban en camino a la granja —espero que esté extranjero sea más soportable que esta niña fastidiosa —menciono, Ramón con una risa maliciosa mientras miraba a la niña extranjera.
—¿¡A quien llamas fastidiosa!? —grito está.
—A ti, no hay nadie más fastidiosa aquí.
—Ya verás, con suerte, él sabrá cómo puedo volver a mi hogar y así ya no te tendré que ver de nuevo.
—¿Qué les parece si todos nos calmamos? —menciono, Mark, intentando que la situación no se saliera control.
—Mark, déjalos, creo que en este punto se pelean más que nada por costumbre, algo en mí me dice que no la hacen en serio —menciono, Camila, de forma suave para intentar no llamar la atención de esos dos.
—Pues tendrías que decirle a lo que sea que fuera eso, que debería reconsiderarlo, yo creo que se están a punto de sacar un ojo —exclamo, Nahum, mientras veía a esos dos a punto de iniciar una pelea.
Mark corrió para sujetar a, Ramón y Camila, a, la extranjera —¡Suéltenme! Quiero decirle un par de cosas esa niña —grito, Ramón.
—Agradece que alguien me está reteniendo, porque si no, ya no la contabas —menciono la niña.
—Ya paren los dos, podrían parar de fingir que no se caen bien, en cualquier caso ya llegamos a, La granja de José —dijo, Nahum.
—Pienso que el nombre es muy poco original —menciono, Camila, mientras libera a la niña.
—También pienso lo mismo, pero, no podemos hacer nada al respecto, no somos dueños de la granja como para decidir su nombre —exclamó, Mark, mientras soltaba a, Ramón
Todos los niños se adentraron a la granja en busca del extranjero, la granja relucía de una grandiosa vida, cultivos creciendo de forma exacta, ganado gordo y con pelaje brillante, perros bien entrenados para ayudar con los animales e incluso había una gran cantidad de alimentos que parecían deliciosos en la mesa que estaba fuera de la casa.
Todo esto sorprendió a los niños, cuando salieron de su asombro observaron a un niño que estaba regando los cultivos de los campos con una regadera —creo que eso es muy poco práctico —menciono, Nahum.
—No te lo negaré, además, algo me dice que no le ayuda en nada a la hora de mantener el agua en la tierra para las plantas, de ser así tendría que hacer eso de forma diaria —exclamó, Mark.
—Hola, ¿Por qué haces eso? —le pregunto Ramón al niño que tenía la, ya que este se encontraba, frente suyo.
—¿¡Cuando se movió!? —pregunto, Mark.
—Cuando ustedes estaban juzgando la forma de regar del niño —menciono la niña.
Ellos se quedaron sin habla ante esa respuesta —regando ¿Acaso no está claro? —exclamó el niño de forma brusca.
—Claro, pero, ¿Por qué lo haces con una regadera? Creo que es poco eficiente hacerlo así —menciono, Ramón, un tanto irritado por su forma de hablar.
—Si, al ser poca agua, tengo que hacerlo diario, pero, me ayuda a controlar mejor el agua, además, hay ciertos trucos para que el agua quede en la tierra más tiempo, haciendo de esta manera —dijo el niño con orgullo.
—Ya veo, interesante, cuánto menos ¿Dónde aprendiste eso? ¿Te lo enseño el granjero, José? —pregunto curioso, Ramón.
—No, me lo enseñó cierto señor hace unos cuantos meses, no creo que ese tal José, sepa mucho de cuidar una granja, cuando llegue aquí era todo un caos —menciono.
—Ya veo… —Ramón lo miro por un momento con una mirada siniestra —así que… ¿Por qué está aquí, joven extranjero?
El niño sintió un escalofrío recorrer toda su espalda con esa mirada —no estoy aquí por voluntad, alguien había dicho que estaría aquí una temporada y luego volvería a mi hogar.
Cuando la niña escucho eso no dudo en acercarse —así que te puedes ir, ¿Puedes llevarme contigo? No sé ni cómo termine aquí en primer lugar.
—Vaya, no pierdes ninguna oportunidad ¿No? —menciono, Mark mientras se acercaba junto con el resto.
La niña solo los vio con hostilidad —hola, perdón por escuchar su conversación y perdónala por esa petición tan repentina, a decir verdad, ella también es una extranjera, pero a diferencia de ti, ella no sabe cómo termino aquí, tampoco de dónde viene, no sabemos casi nada de ella, ni siquiera sabemos su nombre —menciono, Camila.
—Ya veo, es por eso que está tan desesperada, bien, te puedo llevar, pero, me lo tendrás que preguntar de nuevo dentro de una temporada, si tú sigues pensando en irte, te puedo llevar, más, sin embargo, tienes que abrirte a las experiencias que este pueblo tiene para ti, quien sabe, capaz y te gusta el pueblo —exclamó el niño.
—¿Te quedarás aquí? —le pregunto, Nahum, al niño.
—No, yo si tengo asuntos que resolver en mi hogar, además, tengo que volver para ver a aquel que me enseñó, le prometí que volvería en unos años, hasta entonces he estudiado una variedad de cosas diferentes.
—Ya veo, por lo menos, ¿Puedes decirnos tu nombre? —pregunto, Nahum.
—Pueden llamarme, Moe.
—Comprendo, en ese caso, nos veremos en otra ocasión, Moe, por el momento nos retiraremos y dejaremos que sigas con tu riego.
Con eso, dicho, todos se despidieron de él y se fueron hacia sus casas, dejando a Moe continuar con su trabajo.
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