CAPITULO 06. COMENZAR DE CERO.

Sahara no podía creer lo que escuchaba, la forma en la que su madre apoyaba algo así era algo que ella simplemente no podía entender, bajo su mano con fuerza, haciendo que su hermano la soltara y con una voz insegura dice.

· Mamá, tú no puede estar de acuerdo con esto, yo soy tu hija ¿Cómo puedes decir algo así?

· Sahara, eres mi única hija que no entiende la situación, estamos casi por perderlo todo y si para mantener esta vida tú tuviste que hacerlo con ese hombre, que bien, perfecta solución a nuestros problemas; tú no deberías estar peleando con tu hermana, porque ella lo hizo bien. Sahara, mejor explícanos ¿Qué hiciste mal?, porque ese hombre no nos dará la compensación y solo nos dará un contrato pequeño, solo nos dejara participar en una pasarela, así que explica ¿Cómo lo molestaste?, porque tu hermana nos dijo el acuerdo al que llego, por una noche y tú pasaste con él, no solo la noche, sino todo el día y dos noches.

· Hermana, mamá, tiene razón, tú debiste hacer algo muy malo, para que él se molestara y solo nos diera un simple contrato y se niega a cumplir con el contrato que llego con nuestra Carola.

· Ustedes están locos, esto no me puede estar pasando, si mi padre estuviera vivo, nunca hubiera llevado a la quiebra la empresa de la familia, así como lo hizo el inútil de mi hermano y mucho menos hubiera dejado que mi hermana me vendiera como si fuera un objeto; pero menos hubiera dejado, que mi madre se convirtiera en una descarada, que solo piensa en el dinero, sin importarle a quien vende, por su vida de lujo que lleva. Madre, has perdido la razón, mira que aceptar que venidera a tu hija ¿Por qué?, por unos miserables pesos, que puedo asegurarte en unos meses los van a tirar a la basura, comprando cosas que no son necesarias o mi hermano jugando en ese casino.

· Tú no eres mi hija, mejor cállate.

Su madre dijo eso y levanto su mano dándole una gran bofetada, que la hizo caer al suelo, ella llevó su mano a su mejilla, sobándose el golpe; después de un momento en el suelo, escuchando los reclamos de su madre y de su hermano, se levanta; los mira con fiereza y curiosamente, ella no sentía ganas de llorar, tenía tanto coraje, tanta ira, que solo quería alejarse de ellos y no volver a verlos, con su voz llena de ira les dice.

· Espero no volver a verlos, desde hoy dejo de ser familia de ustedes, reniego de llevar su sangre señora Mónica; pero tienen que dejar de preocuparse, yo me voy y nunca más me volverán a verlos, a buscarlos, así me esté muriendo de hambre.

Sahara se dio media vuelta y se fue directo a su habitación, tomo una maleta, empaco su roma, en otra metió sus libros y en una tercera, empaco sus cosas más importantes, la foto de su padre junto con ella, una cadena muy especial que su padre le hizo para su cumpleaños número 15, recogió varias joyas, un pequeño ahorro que tenía guardada y la tarjeta del fideicomiso que su padre le dejo, para su carrera.

Cuando estuvo lista, le pidió ayuda a uno de los trabajadores de la casa, para que le ayudara a bajar sus tres maletas; al estar afuera de la enorme mansión, no sabía a donde ir, miraba, hacían la entrada de la casa, pensando en regresar a dentro, olvidar su orgullo y pedir disculpa a su madre, a sus hermanos, sentía que no podría.

Ella se regañó mentalmente, no podía mostrar debilidad, no podía ceder, cuando ni siquiera había empezado, suspira profundamente y decidida, toma las tres maletas; se decidió a ser fuerte y que no iba a dejar que su familia la volviera a vender, en ese momento, el hombre mayor que le ayudo a bajar sus maletas, le dice.

· Señorita Sahara, escuchamos lo que paso y si hay algo en lo que yo pueda ayudarla, no dude en decírmelo, me gustaría poder hacer algo por usted.

· Gracias, señor, pero horita lo único que necesito es algo donde irme a vivir, algo muy barato porque no tengo dinero y no sé cómo voy a sobrevivir.

· Señorita, yo tal vez no pueda decirle como sobrevivir en esta vida, pero si puedo ayudarla, a conseguir algo barato donde vivir.

· Si me ayuda con eso, se lo agradecería mucho señor.

El señor le ayudo con la maleta más pesada y le dejo las más vivianita, pidieron un taxi y el señor le dio la dirección; la llevo a una de las colonias más pobre de la ciudad, el taxi se paró frente a un edificio viejo y muy alto. Ella se le quedó mirando algo sorprendida, no estaba acostumbrada a esos lugares, pero viendo su situación prefería vivir ahí, que volver a rogarle a su madre y su hermano; suspiro profundamente y bajo del taxi, el señor la ayudo con las maletas, entraron al edificio, ella mira un hombre alto, güero, pelo rubio, tenía un enorme vientre, le faltaban dos dientes de enfrente, en la parte inferior. Sahara al verlo se sintió intimidada, por un momento pensó en salir corriendo, simplemente tenía miedo de estar ahí; pero por más que quisiera salir corriendo no podía, tenía que quedarse ahí, tartar de salir adelante, en ese momento escucha la voz chillona de ese hombre.

· ¿a quién buscan?

· Señor Arturo, disculpe molestarlo, pero queríamos ver si le puede rentar el departamento que le queda libre; ella es mi sobrina, apenas llego a la ciudad, viene hacer su examen de titulación y se va a quedar a vivir aquí. Ella ocupa su espacio y yo pensé en ese pequeño departamento que tiene en el último piso, va a estar bien para ella sola.

El hombre la miro de pies a cabeza, ella se sintió algo incómoda al sentir su mirada, pero trato de soportarlo, tenía que salir adelante y era poco el dinero que le quedaba; el Fideicomiso que su padre le dejo, casi se lo termino en la universidad, de ahí salieron todos sus gastos, hasta los taxis que tuvo que pagar cada día, insegura dice.

· Señor, ¿Cuánto sería la renta?

· Solo por ser sobrina de mi amigo, te voy a cobrar 700 dólares, lo tomas o lo dejas.

· Arturo, creo que es demasiado, además son 8 pisos los que ella va a tener que subir diario y bajar, tu elevador no sirve; pero lo peor va a ser que ella va a estar en el departamento más chico de este lugar, tú sabes, tiene una sola habitación y pequeña, apenas le va a caber una pequeña mesa con cuatro sillas, la mini cocina. Vamos, no seas tan malo, cóbrale 500 dólares, apenas va a empezar, tú siempre has sido piadoso con las personas que empiezan de cero.

· Señorita, yo estoy dispuesto a cobrarte 500 dólares, pero con la condición de que no quiero desorden, no quiero fiestas, ni un solo ruido que moleste a los inquilinos; señorita, a pesar de que esta colonia es humilde y sabes de qué aquí hay gente mala, yo siempre me aseguro de que los inquilinos sean personas respetables, de buenos valores, esta es mi condición, ¿aceptas o no?

· Señor, le prometo que no tendrá ninguna queja de mí, sabré comportarme.

El hombre terminó aceptándola, le cobro los 500 dólares por adelantado y cada primero del mes, tenía que darle la renta, sin falta; Arturo no la acompaño, le dio las llaves y el señor que la llevo ahí la acompaño, tuvieron que subir bastantes escaleras, fue cansado, el señor tuvo que parar a descansar más de una vez, estuvo pesado la subida y ella solo pensaba en que todos los días iba a tener que bajar y subir esas escaleras, tan pesadas. Cuando llegaron al último piso, se dio cuenta de que su departamento realmente estaba en el techo y era realmente pequeño, al entrar miro un pequeño cuarto, donde estaba el área de la cocina, se sintió aliviada, porque ahí estaba una pequeña mesa con cuatro sillas, una pequeña estufa de dos parrillas, una pequeña tarja, una barra pequeña donde podía poner Cazuelas, platos, había dos puertas chicas, una era la de una habitación pequeña, donde estaba una cama pegada a la pared individual, un muy pequeño ropero de una sola puerta, un pequeño espejo pegado a la pared, quedaba un pequeño espacio para moverse a lado de la cama y lo que más le gusto era el techo donde se podía ver el cielo, era de cristal, la otra puerta era un baño pequeño, donde estaba la taza, la regadera y un lavabo, era muy chico.

Ella se puso feliz al ver el lugar, le agradeció al señor, él le dio ánimos y después se despidió de ella; después de ese día nunca más lo volvió a ver, su trabajo en la casa era demandante, no podía estar yendo a verla o al pendiente de ella, desde ese momento ella quedó sola. Ella ese día se dedicó a limpiar y acomodar sus cosas, cuando termino, estaba tan cansada, que ya ni quiso bajar las escaleras para ir a comprar algo para comer; nunca le había tocado hacer trabajo doméstico, era una joven mimada por su padre y a pesar de que su madre le quito su mesada cuando se metió a estudiar, tenía su fideicomiso que le ayudaba a sobrevivir.

Ese día ella no provo alimento, solo se metió a bañar algo que también sufrió, ella acostumbrada al agua caliente de su casa, aquí solo había agua fría y ella tuvo que acostumbrarse a eso; su vida ese día dio un giro totalmente malo, donde tuvo que empezar a valerse por sí misma, se tuvo que enseñar a cocinar sola, solo aprendió a preparar huevos revueltos, a coser verdura en agua, era lo que casi siempre comida, debes en cuando se daba un gusto de comprar algo barato en la calle.

Su examen de titulación fue cambiado, hubo problemas en la escuela de huelga de los maestros y eso si fue una mala suerte, porque ella contaba con ese título para meterse a trabajar; ella sabía a qué hospital materia su solicitud, era uno con reglas muy particulares, en ese hospital no se aceptaban drogadictos, ni alcohólicos, en ese hospital solos se aceptaba gente con problemas económicos, gente que sufriera de enfermedades reales, con problemas de salud que surgen por el destino, un lugar donde ayudaban a la gente y aunque atendían a gente rica, su mayor enfoque era en la comunidad de clase baja.

Sahara, al escuchar que su examen se iba a retrasar, se deprime un poco, no sabía que iba a hacer en ese tiempo; pero ella no podía estar sin trabajar y algo insegura fue al hospital, metió su solicitud de trabajo, aclarando que tenía que esperar un mes para la titulación. Salió algo deprimida del hospital, los de recursos humanos no le dieron buenas noticias, tenía que regresar cuando tuviera el título en mano y entonces podían tomarla en cuenta; salió distraída y para su suerte, al salir, mira a una mujer embarazada que reventó la fuente, nadie la había notado, nadie la atendía y ella se acercó empezó ayudarla, la mujer iba sola, la apoyo a entrar al hospital, empezó a pedir ayuda, la hizo sentarse en una de las sillas que estaban en el lugar.

Se acercó a un hombre de bata blanca, le dijo lo que pasaba y el médico la siguió, ella le hablo como toda una profesional, como si tuviera una gran experiencia; el médico estaba sorprendido con ella, tanto que la hizo pasar con él, fue un parto sin complicaciones y ella aprendió un poco más en práctica, sobre como recibir a un bebé, como limpiar a bebé y sobre todo a como atender a la madre. Cuando todo termino, ella se quedó hablando con el médico, estaba emocionada y él se enteró de lo que ella hacia ahí; aunque realmente él la escucho porque le había gustado y gracias a ese motivo, le ayudo a que la aceptaran en el hospital, le consiguió el contrato temporal, como médico pasante en medicina.

En ese puesto iba a trabajar atendiendo a pacientes, con enfermedades comunes, como gripa, calenturas, infecciones estomacales, alergias, tos, dolores de cabeza, heridas superficiales, quemaduras superficiales de primer y segundo grado, asma, sarpullidos, entre otras enfermedades; ella se puso feliz y le agradeció por ayudarla, desde ese día se quedó a trabajar, el médico, la estuvo acompañando, mostrándole donde estaban los consultorios comunes, donde ella atendería a los pacientes.

El médico se comportaba atento con ella, la ayudaba en todo y la recomendó con todos los trabajadores apara que la ayudaran; ella no tardó mucho en adaptarse, las enfermeras la empezaron a querer, ella era lo que llamarían un médico con vocación, sabía como tratar a los pacientes, darles la atención que se requería y una atención de excelencia.

Después de dos semanas de trabajo empezó a ser querida por todos en su área, los enfermos siempre querían ser atendidos por ella, sabía identificar muy bien lo que tenían y darles el medicamento adecuado; todo parecía irle bien, ella empezó a doblar turno para poder ganar un poco más. Cada que podía se la pasaba todo el día en el hospital, según sus cuentas a ese ritmo de trabajo ella iba a estar ganando casi los 2 mil dólares al mes, ella empezó a planear un ahorro, algo que según sus piensos iba a ser fácil, porque solo se la pasaba del hospital a su casa, en sus días y ratos libres se la pasaba estudiando para estar preparada para el examen; ella pensaba que su vida por fin empezaba a tener un balance, una estabilidad, empezó a formar sus planes, quería titularse y empezar con su especialidad, por eso tenía que ahorrar todo lo que pudiera para poder lograrlo.

Cuando ella creyó que todo iba bien, ese médico que empezó ayudándola, se convirtió en su tortura dentro del hospital; tres semanas pasaron cuando el médico se sentó con ella en la cafetería del hospital y se le declaró. Ella se quedó sorprendida y aunque hubiera querido responderle, no podía engañarlo, no estaba enamorada, no tenía un sentimiento especial, solo agradecimiento; trato de hacerle entender, que no podía corresponderle de la manera que él quería, le pidió disculpas y pensando en un futuro, que tal vez el tiempo podría hacer algo lindo por los dos, pero por el momento solo quería su amistad.

Esa respuesta lo molesto mucho y simplemente no pensaba tolerarlo, la tomo contra ella; él se fue al área de recursos humanos y exigió que la despidieran en ese momento.

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