EL CEO PARALITICO Y SU REINA MUDA
IRINA
Cuando tenía casi tres años, vi a mi madre morir frente a mí. Me escondió debajo de la cama cuando unos hombres entraron a nuestra casa en Rusia y me dijo que, pasara lo que pasara, no hablara ni hiciera ruido. Creo que me lo tomé demasiado en serio, porque desde ese día dejé de hablar. Nunca más pronuncié una palabra. Por eso, al cumplir dieciocho años, mi padre arregló un matrimonio con Steve Ivanov, un chico que creció a mi lado. Para sellar un contrato millonario, me obligó a casarme con él.
Pensé que casarme con Steve no sería tan malo. Crecimos juntos y siempre fuimos amigos; él intentaba entenderme, a diferencia de los demás. Sin embargo, el día de nuestra boda lo noté diferente. Desde que se anunció el compromiso, no había ido a mi casa, así que la primera vez que lo vi fue en la ceremonia civil, la única que celebramos, rodeados de nuestras familias y amigos más cercanos.
En nuestra noche de bodas, descubrí por qué estaba tan enojado: sus padres lo habían obligado, igual que mi padre me obligó a mí.
—¿De verdad crees que quiero pasar mi vida al lado de una muda como tú? Si no fuera porque la empresa de mi familia está en riesgo, jamás me habría casado contigo —me gritó apenas estuvimos solos en nuestra nueva casa. Traté de comunicarme con lenguaje de señas, algo que él siempre había intentado entender, pero esta vez no le importó.
—No quiero ver tus estúpidas señas. Si no fueras muda, tu padre le habría prestado ese dinero a mi familia sin dudarlo. Pero para poder casar a su hija muda, puso esa condición. Ni siquiera tu propio padre te quiere; por eso casó a su hijita menor y no a su primogénita —escupió Steve.
Las lágrimas me brotaron. Y tenía razón: mi padre solo quería a Inés, su hija mayor, que era en realidad la hija de su amante. Sí, mi padre engañaba a mi madre mucho antes de casarse con ella. Creo que únicamente lo hizo por el dinero del abuelo. Pero pocos años después de la boda, mi abuelo perdió casi toda su fortuna, así que mi padre tuvo que trabajar para conseguir lo que ahora tenía. Cuando mi madre murió, trajo a su amante y a su hija a casa, y yo me convertí en la bastarda muda que nadie quería ver.
—No creas que voy a dormir en la misma habitación que tú —terminó Steve, y se fue, dejándome sola en la que se suponía sería nuestra habitación en nuestra noche de bodas.
Lloré toda la noche hasta quedarme dormida. Estaba sola en casa todo el tiempo, así que estudié dos carreras en línea: Administración de Empresas y Diseño Gráfico. Desde que me casé, solo tenía a mi computadora como compañía, y lo único que hacía era estudiar. Además de las dos carreras, aprendí varios idiomas. Aunque no puedo hablar, sueño con hacerlo algún día.
Steve regresaba a casa algunos fines de semana, borracho, y me insultaba. En un par de ocasiones llegó a abofetearme. Por eso, cada vez que lo oía llegar, me encerraba con llave en la habitación hasta que lo escuchaba irse a la mañana siguiente. Así pasaron dos años. Un día, salí a recoger mis títulos universitarios, sintiéndome feliz a pesar de la soledad.
Fui al cementerio y llevé flores a la tumba de mamá. Como era viernes, casi todos salían temprano del trabajo, así que, mientras caminaba de regreso a casa, vi a muchos niños corriendo en el parque con sus padres. Me pregunté si algún día sería madre. Si seguía así, lo dudaba. Al llegar a la casa, vi el auto de Steve. Respiré hondo, esperando que no estuviera bebiendo y que no me insultara o golpeara. También había dos hombres en la puerta, lo que me pareció extraño, pero la familia de Steve se había vuelto muy poderosa en esos dos años y a veces, cuando llegaba borracho, lo traían sus guardaespaldas. No me preocupé, saludé con la cabeza y entré. Oí ruidos arriba, así que subí y me quedé helada al ver a Steve teniendo sexo con Inés, mi hermana, en mi propia habitación.
Quería gritar, pero no podía. Algunas lágrimas rodaron por mis mejillas hasta que Inés notó mi presencia.
—Hermanita, regresaste —dijo con descaro mientras se cubría con mis sábanas.
—Ya que estás aquí, toma —Steve se envolvió en una bata y me lanzó unos documentos.
Los tomé con mis manos temblorosas y leí. Era un acuerdo de divorcio. Steve me entregó un bolígrafo para que firmara de inmediato.
—Inés está esperando a mi hijo y no permitiré que mi heredero sea un bastardo por estar casado contigo. Así que firma, tengo que organizar una gran boda —dijo Steve.
—¡Ah! Y saca tus cosas de aquí. Tú y yo ya no somos nada, puedes volver con tu padre. Esta casa ahora es de Inés y de mi hijo —continuó, mientras mi supuesta hermana sonreía complacida.
Firmé con un nudo en la garganta. Quería gritar, pero nada salía de mi boca. Abrí el armario, saqué mi ropa, la metí en una pequeña maleta y me fui de ese lugar, más destruida que cuando salí de la casa de mi padre.
Tomé un taxi y con mi teléfono le indiqué a dónde llevarme. No tenía dinero ni cuenta propia, pues cuando vivía con mi padre, él se encargaba de mis gastos, y al casarme con Steve, era su asistente personal quien pagaba todo. Ahora, solo tenía un lugar adonde ir: la casa de mi padre. Cuando llegué, pagué el taxi y entré. Mi padre, Igor, y mi madrastra me esperaban, ambos con un semblante molesto. Había otros dos hombres.
—Hasta que llegas. Siéntate y firma —mi padre me obligó a sentarme frente a unos papeles. Leí lo que decían y negué de inmediato. Era un nuevo certificado de matrimonio. ¿Pero si acababa de firmar los del divorcio?
—No te resistas y firma. Esto es tu culpa. Tu hermana tuvo que sacrificarse para salvar a la familia, porque tú eres tan inútil que no fuiste capaz de darle un hijo a Steve en dos años. Ahora firma, porque no te voy a volver a mantener y así recuperaré el dinero que perdí por tu culpa —mi padre me haló del cabello y mis lágrimas cayeron sin parar.
Si no tuve hijos, no fue porque no quisiera, sino porque Steve nunca durmió conmigo en la misma habitación. ¿Qué pretendía? ¿Que lo obligara o que le rogara y me ofreciera a él cuando llegara a casa? Al ver que no podía resistirme, tomé el bolígrafo con fuerza y firmé, para ir a mi nueva cárcel. Porque si este nuevo esposo es como Steve, adonde vaya será una prisión.
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Comments
Yoha D' Boliivarr
nadie se tomo el tiempo de llevar a esa pobre niña aun psicólogo para que la ayudara con su trauma , pero ella al crecer pudo ir a uno , pero bueno eso cambiaria la trama jaja asi que seguire leyendo /Tongue/
2025-01-07
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Claudia Izquierdo
pero es que una cosa es ser mudo y otra boba y tiene anos oye ve y todo entonces defiendas las protagonistas sumisas no existen y que lo haga hacer cosas por obligación siendo mayor de edad nadies lo obliga su me dan una cachetada le devuelvo dos además ud no es muda ud puede hablar se hace la muda aud un susuto o algo wue ñe pase habla por que habla si hablo mi tía que nació muda no va hablar ud que si hablaba no mija déjese de tanta bobada que las historia de tontas sumisas ya no le gusta alos lectores
2025-08-24
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Claudia Izquierdo
pues creo que ya aviendo estudiado yo misma busco ayuda con un psicólogo ella es muy estudiada y inteligente y ojalá este paralítico la trate buen u ella se supere se empoxere y no se deje humillar de nadies y ojalá este sea,más poderoso wue ese sostiene y esa hermana tenga hijo de otro y le valla remal en ese matrimonio p
osea wue iría es virgen aeste le va air duper bien a este nuevo esposo con ella
2025-08-24
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