Lucas

Campo de entrenamiento

He adquirido el hábito de venir a entrenar con los caballeros de la baronia cada día. Practicar con mis futuros compañeros de armas es lo que se espera de un heredero, pero mis sueños están más haya de estos territorios, quiero la gloria de un caballero elite. Cada mañana tengo una lucha con mi conciencia, por un lado quiero ser egoísta y cumplir mi sueño, por el otro lado esta mi deber como heredero, lo que se espera de mi.

Mi sueño de ser caballero plata solo lo conoce mi hermana, quien siempre me motiva a cumplir mi sueño, pero mi destino ya está escrito, soy el heredero del título. A diferencia de otros jóvenes, mi educación inicio a una edad muy temprana. Libros, clases, modales y maestros que no deseo tomar , que no deseo cumplir. Toda la libertad la encuentro al tomar una espada, al entrenar mi magia , cada vez que hago una expedicion.

Mis pensamientos son interrumpidos al sentir el silencio de los caballeros, quienes suelen tener una actitud de salvajes y ruidosa ( sarcasmo) cuando están en entrenamiento, pero al estar delante de una dama se comportan como blancas palomas y solo hay alguien en el territorio que logra ese efecto: mi hermana.

- Buenas tardes, caballeros, espero no importunarlos con mi visita.

- Buenas tardes Lady White , ya casi terminamos el entrenamiento, así que no causa ningún inconveniente - contesta el capitán Alonso haciendo una reverencia a mi hermana.

Me dirijo rápidamente a Luna, no son celos, solo es preocupación por qué alguien intenté cortejarla,o bueno, tal vez si, un poquito. Cada vez que veo como los soldados la ven, me da mucha rabia, mi hermanita no se casará hasta que tenga 80 años y nadie podrá cortejarla hasta que cumpla los 75 años, de eso me encargo yo.

Fulminó con la mirada a los soldados, quienes rápidamente apartan la miirada y la tomo de la mano guiando la fuera del campo de entrenamiento.

- Hermanita , ¿ necesitas algo?

- Lucas, tengo algo que confesarte... espero y no lo tomes a mal. Le platique tu secreto a padre, está esperándote en su oficina para hablar contigo.

- ¿ Que hiciste, que?

- Perdona, no tenía derecho a decir tu secreto.Las pruebas son en 2 meses y necesitas el permiso de padre. Por favor no te molestes conmigo, solo quiero lo mejor para ti.

Me dirijo a la oficina de padre, me siento nervioso, no sé que pensará de mi, ¿ acaso pensará que soy un cobarde por no querer hacerme responsable de la baronia?, ¿ pensará que le estoy dando la espalda a la familia y al territorio?

Tocó la puerta y espero que me indique entrar.

- Padre, buenas tardes, ¿ en qué puedo ayudarle?

- Hola Lucas, ¿ cómo te va?

- Padre...yo... bien gracias , ¿ y usted?

- Bien hijo, gracias por preguntar. Lucas, ¿ tienes algo que decirme?

- Padre...yo- siento un nudo en mi garganta, las palabras no me salen, ¿ que digo?.

- Lucas, se de tu sueño de ser caballero plata , dime, ¿ ya te inscribiste?

- ¿ Que?, padre... ¿ usted? - gruesas lágrimas caen por mis mejillas, (no recuerdo haber llorado antes). Las enseñanzas de modales de han ido a la basura, cubro mi cara con mis manos, no deseo que mi padre me vea llorar. Mi padre se acerca a mi y me abraza hasta que me calmo.

- Padre.....¿ usted está seguro?

- Hijo, solo deseo lo mejor para ustedes, tampoco es como si fuera a renunciar mañana y que tú te hagas responsable del territorio, ¿ o tan viejo me veo? - me dice en tono de broma- Además Luna se propuso para ayudarme.

- Padre, lamento no haber sido honesto con usted.

- Hijo, yo lamento el no haber estado con ustedes. Las responsabilidades, el tiempo, las expedidiciones, todo lo ponían en primer lugar. Tuvieron que crecer ustedes para darle una lección a su padre que estaba haciendo las cosas mal.

- Padre, usted no tiene nada que lamentarse, ha hecho un excelente trabajo con nosotros, con el territorio y su gente.

- No hijo, como padre falle. Crei que tratar como princesa a Luna, darle todo lo que quería,cumplirle cada capricho la hacia feliz, pero solo compensaba el tiempo que no le dedicaba. Veía cada día como cambiaba su comportamiento, pero seguía sin reaccionar, esperando que fueran etapas que pronto pasarían.

A ti , te puse los mejores maestros, te di los mejores libros y nunca te pregunté si era lo que querías.

Aún estamos a tiempo de corregir nuestros errores, asi que, empecemos por inscribirte.

Después de la plática con nuestro padre, nos dimos cuenta que teníamos muchas heridas por sanar y errores por remediar.

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