Destrozada... Ahora Invencible.
Termino un ciclo de la universidad con excelentes notas y condiciones para luego iniciar las vacaciones. Mi abuela y yo viajamos a su pueblo natal, aquel pueblo donde cuento con un amigo. Solo comparto las festividades con mi familia, esa familia que te mira sonriente pero después te golpea de la peor manera.
No es una historia similar ni parecida a otras, solo te diré que a veces hay situaciones que suelen suceder en una misma línea. Depende de los protagonistas si siguen esas líneas o depende de ellos si deciden curvarlas.
Días antes de Navidad 🎄, estaba sentada en la puerta de la casa, como cada tarde lo hacía. Miraba la calle que, por cierto, no cambió en nada, solo una que otra cosita. Veo personas pasar, algunas riendo, otras tomadas de la mano, otras con cara de sorpresa y así sucesivamente.
Yo imaginaba tener mi primer novio y cómo sería. Me llenaba de ideas y reía sola, cuando de pronto en una esquina aparecía un grupo de chicos. Entre ellos estaba Lucas, pero no me vio. Estaban riendo con las bromas que se hacían.
Cuando lo vi, quedé enamorada por primera vez. Me gustó mucho. Tenía buen perfil, unos labios que me derretían y no podía negar que si era guapo, muy guapo. Hasta que tuve que aterrizar y me dije a mí misma... "Jamás se fijará en mí" y giré mi mirada triste.
Bueno, no era que no me quisiera, sino que tenía esas ideas. Tenía 17 años y no tenía novio. ¿Por qué? Pues yo era insegura y la verdad que el miedo estaba en mí.
Después de unos momentos, me fui a dormir y en mi cabeza aún daba vueltas la imagen de aquel chico guapo con el rostro perfecto que me había dejado totalmente perdida...
Aquel día que lo vi, él ni siquiera notó mi presencia. Solo siguió su camino con su grupo de amigos. Fueron pasando dos días y mi único amigo hombre que tenía en esa ciudad se acercó y comenzamos a hablar, no sin antes darme un abrazo de esos que te estremecen. Lucas era más alto que yo y tenía una contextura ancha.
Yo con mi vestido no tan corto salgo a comprar el pan. Quedaba unas cuadras más abajo de la casa de mi tío. Detrás de mí escuchaba una voz, pero no podía notar qué decía, así que continué. Pensaba en el día de mañana que la Navidad por fin llegaría. Me encantaba esa época. No lo sé, pero yo era feliz. Justo al entrar a la panadería, alguien me abraza por la espalda. Yo quedé fría y...
-- Natalyyyy, querida amiga mía...
... Holaaaaa, dime cómo has estado. Esta vez pensé que no vendrías. Te tardaste mucho en llegar. ¿Dime qué te sucedió?
Yo lo miraba con una sonrisa entre los labios, por las tantas preguntas que me hacía. Definitivamente, un año no lo cambio en nada. Yo reía al volver a sentir ese abrazo sincero que él siempre me proporcionó. Lo conozco desde hace mucho, quizás seis o siete años diría yo. Lo quiero como aquel hermano que jamás tuve.
-- ¡Lucas, acaso pensaste que no llegaría! Pues sabes, casi no encontramos pasajes para llegar. Mi abuela hizo lo posible para poder viajar y mírame, aquí estamos. Pero, ¿y dime tú qué tal como estuviste este año? ¡Qué es lo que hiciste! Veo que estás más alto que yo.
-- Bueno, yo por dónde empezar. Mi último año de escuela fue pesado. Ya sabes, el término de los estudios fue fatal. Hice lo posible por mantener mi promedio alto y así no perder la beca. Pero como se dice, todo esfuerzo tiene su recompensa, y salí con buenas recomendaciones.
-- Yo estaba atenta a lo que él me decía. Estaba orgullosa de él y cómo no estarlo si es un sol, una excelente persona. Lo quiero tanto que estando con él se me olvida mis líos de la familia y hasta que tengo que hacer un viaje al cual yo no quiero ir. Pero en fin, aún falta mucho para ese día.
-- Me alegro y sabía que tú y tu inteligencia no podían hacer menos. Pero vamos, dime una cosa, en todo este año no recibí ningún tipo de carta, mensaje o un saludo. ¿Acaso ese corazoncito tuyo me está olvidando, es eso?
-- No, no y no-- me responde con unos ojitos que me causan ternura al responderme--.
Está bien, te creo... Ah, lo olvidaba.
Sabes, te quería preguntar sobre la noche de hace dos días. Yo te vi con unos chicos que estaban en la esquina y uno de ellos me llamó la atención. Vestía una camiseta blanca con pantalones color beige. Bueno, tú no te diste cuenta de que yo estaba mirando.
Lucas me mira con los ojos muy abiertos como si hubiera dicho algo malo o no sé qué...
-- ¿Me estás hablando de Kaiser? Si es así, déjame decirte que es un primo lejano por parte de mi mamá. Regresó a la casa de sus abuelos después de casi cuatro años, es por eso que quizás tú no lo recuerdes, pero coincide en que él también venía a vacacionar aquí, así como lo haces tú.
¿Pero qué con eso, acaso te gusta?
-- Pues sí, lo vi y me gustó mucho. Y tú sabes que no he tenido ningún novio, pero bueno, esto queda entre nosotros dos como siempre. No quiero que se riegue el chisme y que después tenga problemas, ya sabes, ¿no? Es mejor así.
¡HAAA! Tengo permiso para salir hoy por la noche. ¿Qué dices, nos vamos al mismo lugar de siempre? Contigo sí puedo salir, ya que mi abuelo te tiene mucho cariño. ¿Qué dices?
Dime que sí, sí, sí -- le empiezo a rogar como una niña pequeña haciendo puchero y poniendo esos ojos de gatito a punto de llorar.
-- Y cómo decirte que no, si espero estas épocas del año con tantas ansias y para poder ir a nuestro lugar de siempre, aunque esta vez lo han renovado.
-- Bueno, bueno, hablamos en la noche que mi abuela me regañará por el pan. Sabes que me encanta ir a comprarlo yo misma, ya que la señora Laura me tiene mucho cariño y yo a ella.
-- Sí, sí, ve y no te quito más tiempo. Nos vemos y ponte linda como siempre, ¿ok?
Se fue dejándome un beso en mi mejilla, y al caminar sentí que los años en este pueblo no habían pasado para nada. Todo seguía igual que antes, con esa tranquilidad que se podía respirar.
-- Vamos, dime qué eres tú, si mi niña de ojos bellos. Tanto tiempo sin verte y aún te puedo reconocer, y créeme que eso no es fácil para una vieja como yo. --
...Y viene caminando lentamente hacia mí, con sus pasos lentos pero seguros. Yo la miro y se me sale una que otra lágrima al volver a ver a esta mujer, que por cierto es gran amiga de mi abuela. Dice que me conoce desde hace muchos, pero muchos años, desde que yo tenía dos para ser exactos, aunque yo poco recuerde de esos tiempos.
Me acerco a ella, evitando que siga dando más pasos temblorosos, y la abrazo con mucho cuidado. "Señora Laura, me siento tan feliz de volver a verla. Yo también tenía muchas ganas de hablarle y de saborear ese..." Me interrumpe y logra completar mi frase. "Ese pan con corazón de mantequilla dulce, ¿no es así? Y cómo olvidarlo si todos los años, como ya es costumbre, llegas al pueblo y vienes a verme para llevar el pan a tu abuela y saborear tu pan preferido, que puedes comer hasta cinco de ellos. Te daré los que recién están por salir."
Yo la abrazo más fuerte, agradeciendo por tan cálida bienvenida de esta mujer que no comparto ningún vínculo de sangre, pero es más familia que mi propia familia, por no decir personas con intereses propios y que no les importa nada por lograr conseguir sus objetivos, los cuales son número y más números.
Después de una pequeña charla, me marcho comiendo o, más bien, devorando ese pancito de horno a leña que tanto me gusta. Llego a la casa y me choco con la mirada acusadora de mi tío César.
-- Aún sigues con esa costumbre tan baja de ir a comprar el pan. Sabes que no nos puedes dejar en boca de la gente y, más aún, en este pueblo. Pero, ¿de qué me sirve gastar mis palabras en alguien como tú, que solo demuestra que no es capaz de llevar nuestro apellido? Para eso está la servidumbre. Es perder el tiempo tratando de que una persona como tú entienda lo que es el peso de un apellido.
Se va con una ceja levantada y con la mandíbula tiesa, digno de su empleo, que él lo lleva con orgullo. Y cómo no, si es el coronel Wenner, el gran coronel César Wenner Blanco.
Pero a mí me vale el maldito apellido, porque sí, ese apellido por parte de mi padre para mí no es un sentimiento de orgullo. Por el contrario, me avergüenzo de ello por el historial negativo que viene desde hace mucho tiempo atrás.
Para aclarar, mi familia proviene de un seno de mucho dinero, ya que en las fincas de mi abuelo encontraron oro y su crecimiento fue tan rápido como su reconocimiento. Sin embargo, la maldad que tenía mi abuelo era innata. Se dice que mató a su hermano por el poder y aunque ese señor (mi abuelo) esté muerto, mi tío Cesar nos hace recordar que él permanece vivo en su interior. Mi abuela sale a mi encuentro. Cada vez que la veo, se desliza por mi rostro una sonrisa. ¡Cómo amo a esa mujer! Es tan especial e importante en mi vida. Sin ella, yo no soy nada.
-- Sí, sí. No pude resistirme más y casi me acabo el pan con corazón de mantequilla dulce, pero te dejé solo uno, ya que por tu diabetes no puedes comer mucho.
Nuestra mañana transcurrió con tranquilidad, ya que cuando mi tío trabajaba, nosotros estábamos tranquilos en casa. Esa inmensa casa con jardines infinitos y árboles frutales por donde se mire. Me subí a un árbol, el cual siempre me gustaba porque me sentía tranquila en él. Me puse mis audífonos y me acomodé en una posición de acostada, viendo las nubes que cambiaban de forma según el viento avanzaba.
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Updated 52 Episodes
Comments
Delfina Del Carmen Henriquez Ruiz
Empezó bien, felicidades escritora
2024-05-01
5
Maris Benitez
Interesante 😃😃😃😃😃
2024-04-02
0
Adoración del Carmen Martinez sonni
interesante comienzo 👌
2024-03-31
0