10. Boda.

He estado sentada más de dos horas en medio de mi habitación, hoy es la boda, mi boda, después de estar inmovil por fin me terminaron y los estilistas solo me decían que había quedado hermosa, no quise ni verme al espejo ya que esto es compromiso más que por amor.

Mi madre me ayudó a cambiar y solo la vi derramar lágrimas y ese sentimiento me invadió, pero esa sensación era más de culpa por mentirles, abrieron la puerta y era mi padre con su traje negro se veía más guapo de lo que estaba, solo me tomó de la mano y salimos.

Sé que no acepta esto, pero aun así me apoya y para no tener una pelea o discusión solo se queda en silencio, subimos al coche donde nos llevaría al salón, llegamos tan rápido, no quería bajar pero al fin lo hice en compañía de la señora Olivia y el señor Igor mis amados padres.

Entramos y todo estaba hermoso no lo niego, fueron cuestión de minutos cuando la ceremonia al civil empezaría, la ceremonia fue hermosa no lo niego firmaron nuestros testigos y era nuestro turno.

Izan estaba entre los invitados, los minutos pasaban y yo solo estaba con el bolígrafo entre mis dedos, la mirada de todas las personas las tenía en mi incluso la de Zeus y sin hacer mas drama del que ya había causado plasme mi firma en el papel, al incorporarme solo vi a Izan irse y creo saber el porque.

Se que nunca hubo un nosotros, ni tampoco declaracion de sentimientos pero yo sentía algo por el, era equeño, pero ahí estaba y si hubiera sido diferente la situación el sería el dueño de mi corazón, pero tome malas decisiones disfrazadas de; "LO HICE POR MI FAMILIA".

Me acercó a él dándome un beso al que tenía que corresponder porque estaba ejerciendo presión su mano en mi cintura, al separarnos solo sonreía y yo tenía que hacer lo mismo.

Mi madre se acercó a abrazarme tan fuerte que no quería soltarla, en estos momentos era lo que más necesitaba.

- hija, felicidades ahora en tu vida de casada, se sigan amando como ahora- asentí con un nudo enorme entre mi garganta, papá solo me veía hasta que me abrazo.

- mi princesa, mi niña, nunca te olvides que siempre estaré aquí para ti- nos separamos y yo ****estaba**** peor que una magdalena- hija mía te amo y siempre te protegeré.

- gracias papá- beso mi frente y en eso se acercó Zeus y mi padre en ningún momento lo abrazo solo le dedico una mira fría.

La fiesta siguió, sirvieron la cena y muchas bebidas preparadas en este momento era mi mejor aliado, camine hasta llegar al baño y en la entrada estaba un gran espejo y pude por primera vez verme con el vestido de novia, me veía muy bonita pero en mi rostro se reflejaba un poco de tristeza, respire hondo sacudiéndome y por fin entre.

Al salir seguí caminando y al fondo solo veía a Zeus demasiado feliz, cuando vi venir al señor Zenón con una sonrisa entre sus labios, me abrazo tan fuerte que me hizo suspirar.

- gracias hija, espero que Zeus te trate bien y puedas llegar a amarlo- abrí los ojos como platos ante su comentario.

- pe, per..- me interrumpe tomando mi mano, moviendo los anillos de mi dedo.

- Isabella, hija, se que tú no amas a mi hijo se ve en tu semblante y aparte que no soy ciego para dejar pasar eso, no sé en qué términos llegaron para poder casarse, pero de una cosa puedes estar segura hija- me acaricia la mejilla y una lágrima sale recorriendo mi piel- que puedes contar conmigo para lo que sea, aun así sea en contra de mi hijo ¿entiendes?.

- gracias señor Zenón- asiente limpiando mi mejilla.

- no llores hija, mejor bailemos ahí que darle buena cara a la vida- asentí tomando su mano y fuimos a la pista.

Estaba todo el tiempo junto a el señor, ya que mis padres tenían más de dos horas de haberse ido, me gustó su manera tan sencilla y sincera de ser, me platico de su enfermedad, que no le quedaba mucho tiempo, sentí pena por el por qué se notaba que era una persona que amaba la vida sin lugar a duda.

Los invitados se fueron despidiendo poco a poco, hasta que la señora Charlotte se llevó a su esposo, Zeus no lo veía era como si se hubiera ido, pero lo vi salir del baño al verme solo tomo mi mano y nos fuimos.

Al subir al auto, se abalanzó hacia mi besándome hasta que lo detuve.

- Zeus ¡detente!, ¿que te sucede?, se te a olvidado que esto es por el bien común- arqueo su ceja hasta fruncir su entresijo.

- está bien, pero ten en claro muñequita que eres mi esposa- lo vi más que confundida por lo que dijo.

El camino fue más que silencioso, llegamos a su casa, al entrar había maletas en la entrada.

- ¿quién vino?- niega mientras lo veo subir las escaleras.

- nadie muñequita, solo cámbiate que en una hora salimos, tendremos nuestra luna de miel- me sorprendí.

Porque nunca hablamos de un viaje, de echo pensé que solo regresaríamos a trabajar, tengo entendido que los que se van de luna de miel son los que en realidad son pareja y se aman o ¿no?.

Subí al segundo piso, pero había varias puertas pero no sabía cuál sería mi habitación y Zeus no estaba por ningún lado, así que fui abriendo puerta por puerta, pero una en especial me haría quedarme en shock.

Al abrir lo vi completamente desnudo, cerré mis ojos pero fue muy tarde, ya que su cuerpo bien ejercitado y demasiado bien dotado ya estaba en mi memoria, lo escuché reír.

- no es gracioso, ¿puedes decirme cuál es mi habitación?- sentí su cálido cuerpo cerca de mi, tomo mi mano llevando hasta la habitación de enfrente.

- aquí es tu habitación, pero las puertas de la mía siempre estarán abiertas para ti muñequita- solo negué y cerré la puerta.

Me quité el vestido duchándome rápidamente, me cambié y salí hasta bajar las escaleras, al salir por la puerta principal estaba esperándome recargado en el capo de su auto.

Solo me jalo estampando sus labios sobre los míos de inmediato lo alejé y entre al auto, manejo a toda velocidad pero algo en particular me llamó la atención, ya que su vena de la sien estaba sobresaltada y sus manos apretaban fuerte el volante me di cuenta por qué sus nudillos se marcaban y sus dedos se hacían blancos de la fuerza que ejercía.

Subimos al Jet y fueron minutos hasta que despegamos, sin saber a donde iríamos, el no boleto a hablarme supongo por mi acción de alejarlo de sus repentinos besos, pero su manera de comportarse no me termina de agradar del todo.

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