Capítulo 8

En este momento, Dara está en el autobús, se recuesta sobre el respaldo del asiento y vuelve a leer el mensaje de Novan.

Dara no sabía en absoluto que Novan estaba comprometido, porque Yuri nunca había ido a la escuela. Novan le había prohibido a Yuri ir a su lugar de trabajo con la excusa de que él era el director del instituto Angkasa y debía dar un buen ejemplo a todos los alumnos.

Dara quería responder al mensaje de Novan, pero tenía miedo de hacerse ilusiones con él.

Dara guardó su teléfono en su bolso.

Al llegar a la escuela, Dara vio a Novan esperándola. Todo el mundo le trataba con respeto, ya que ocupaba el cargo más alto de la escuela.

Dara tenía que ser profesional, así que saludó al director. "Buenos días, Sr. Novan".

En la escuela, Dara llamaba a Novan "señor".

"¿Por qué no respondiste a mi mensaje?", preguntó Novan, que la había estado esperando delante de la oficina.

"Me quedé dormida anoche".

"Sí, lo sé, pero sueles responderme siempre. ¿Podrías haberlo hecho esta mañana?".

Dara suspiró y miró a su alrededor. El ambiente en la escuela todavía era tranquilo, por lo que Novan se atrevió a hablarle de manera informal.

"Se supone que no sientes nada por mí, no tenemos ninguna relación, ¿por qué debería responder a tus mensajes?".

"Porque nosotros...".

Novan no terminó la frase cuando vio llegar al profesor de gimnasia.

"Buenos días, Sr. Novan, buenos días, Sra. Dara", les saludó el Sr. Anjas.

Novan simplemente respondió con un asentimiento, sin sonreír en absoluto. Era famoso por su arrogancia.

"Buenos días, Sr. Anjas", respondió Dara al saludo del Sr. Anjas.

El Sr. Anjas pareció sonreír, llevaba tiempo enamorado de la joven profesora. "Por casualidad, he pasado por la tienda de chocolate y me he acordado de la Sra. Dara, a la Sra. Dara le encanta el chocolate, así que le he comprado uno".

Novan miró fijamente al Sr. Anjas. No le gustaba nada que ningún hombre se acercara a Dara.

"Oh, no debería haberse molestado, señor", dijo Dara, incómoda por aceptar el chocolate del Sr. Anjas.

"No pasa nada, lo he comprado especialmente para usted".

Dara no tuvo más remedio que aceptarlo. En la escuela, tenía un aspecto tan elegante que muchos hombres se sentían atraídos por ella, ya fueran profesores o alumnos. Quizás sólo Yunan conocía el lado oscuro de Dara.

Novan resopló molesto. ¿Tendría que buscar todos los trapos sucios del Sr. Anjas para poder despedir al profesor de gimnasia?

...****************...

Yunan aparcó su deportivo en la plaza de aparcamiento especial de la escuela y salió del coche.

Yunan caminó tranquilamente por el pasillo de la escuela. Ningún alumno se atrevía a saludarle, porque no quería tener problemas con Yunan.

Mientras tanto, las alumnas le miraban con asombro. ¿Quién no iba a quedarse prendado de la belleza de Yunan?

Entonces, tres chicas se acercaron a él. Eran Mitha, April y Mona. Eran las chicas descaradas que se atrevían a acercarse a Yunan abiertamente.

Mitha y April, como buenas amigas que eran, apoyaban a Mona para que saliera con Yunan, ya que Mona era la hija del mejor amigo de su padre. Mona decía que, después de graduarse, la emparejarían con Yunan.

El Sr. Tomi había hablado del matrimonio concertado con Yunan. Quería que Yunan y Mona se comprometieran en la universidad y se casaran después de graduarse. Pero Yunan se había negado rotundamente.

Pero al parecer, el matrimonio concertado seguía en pie, esperando a que terminaran la escuela.

"Hola, Yunan, esto es para ti", dijo Mona, entregándole un regalo.

En ese momento, Dara pasaba por allí. Dara iba a entrar en clase para dar clase. Sabía muy bien el magnetismo que tenía Yunan en el instituto, así que no le extrañó que hubiera chicas que compitieran por la atención del hijo del dueño.

Yunan ignoró a Mona y se marchó sin llevarse el regalo. Estaba harto de aquella chica, la había rechazado varias veces y seguía acercándose a él.

Mona pareció molesta y tiró el regalo a la basura. "Bah, como te vea con una chica a mis espaldas, la vamos a despellejar entre todas".

Mona apretó los puños.

"Le vamos a enseñar una lección a esa chica", añadió Mitha.

Dara tragó saliva al oír aquello. ¿Y si se enteraban de que era la esposa de Yunan? ¿Se atreverían a atacarla?

Dara se estremeció al pensarlo y tosió.

"¡Ejem!".

"¡Es hora de clase de biología, rápido, todos al aula!".

Todos los alumnos corrieron a sentarse ordenadamente en sus asientos.

Dara se sentó en su silla y le pidió a Yunan los deberes que aún no había entregado. "Yunan, ¿has hecho los ejercicios de la página 56?".

Yunan estaba absorto en sus auriculares, moviendo la cabeza al ritmo de la música.

Alan le dio un codazo a Yunan. "¡Hermano, la Sra. Dara te llama!".

Pero Yunan no le hizo caso.

Dara suspiró y se levantó para acercarse a Yunan, que seguía escuchando música. Le quitó los auriculares de las orejas.

"¿Por qué me los quitas?", protestó Yunan.

Dara se mordió el labio inferior. Ni en el instituto ni en el apartamento, Yunan dejaba de sacarla de quicio.

Dara le retorció la oreja a Yunan.

"¡Ay... ay... Señora!".

Dara llevó a Yunan al frente de la clase y señaló la pizarra. "Te quedas aquí de pie mientras doy clase".

Yunan obedeció, sujetándose la oreja dolorida. Se colocó junto a la mesa del profesor.

"Ohhh... ohhhh...", exclamaron las chicas al ver a Yunan de pie delante de la clase, pudiendo ver su rostro con claridad.

Sobre todo al ver a Yunan de pie con aire chulo, con los brazos cruzados sobre el pecho y una sonrisa en la cara.

Dara dio un golpe en la mesa. "¡A ver si nos centramos en la clase! Haced los ejercicios que os expliqué ayer, están en la página 60".

Los alumnos se concentraron en hacer los ejercicios.

Dara se sintió nerviosa al darse cuenta de que Yunan la estaba observando. "¿Qué miras?", preguntó Dara en voz baja.

"No me mientas, seguro que lo has visto esta mañana", dijo Yunan, sin dejar de hablar del incidente de la toalla que se le había caído.

Dara suspiró, fingiendo no escucharle.

Yunan seguía sin aceptarlo, su orgullo se había visto herido al ser visto por Dara.

Dara cambió de tema. "Mañana quiero que tengas hechos todos los deberes que te faltan. Después de clase, te dedicaré tiempo para ayudarte".

"Pero hoy tengo sesión de entrenamiento", protestó Yunan.

"No hay peros que valgan. Si no, te pondré un 4 en el próximo examen".

Yunan suspiró y asintió a regañadientes. Aquella mujer era como la reencarnación de una esposa con un toque de madrastra.

"Vale. Si saco buena nota, ¡tendrás que darme un premio!".

Dara frunció el ceño. "¿Un premio? ¿De qué?".

"Todavía no se me ocurre qué quiero, ya pensaré qué premio quiero".

"De acuerdo. ¡Te daré un premio si sacas buena nota en el examen!".

Dara no podía imaginar qué premio querría Yunan, así que simplemente accedió. No era posible que un crío le pidiera un premio extraño.

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