La pasión de los dioses.

Juana: No estaba pensando en eso pero también es una opción.

Ares: No es opción, ni lo menciones, yo jamás tendría una, aunque fuera fértil no lo haría.

Juana: No lo haré te lo juro, al menos sé que no debo tomar anticonceptivos, pero más adelante podríamos adoptar, aquí en el reino hay tantos niños sin padres, sería una buena opción. ¿no crees?

Ares: Me gusta la idea, quizás es mejor que no tengan mi sangre, mi linaje fue maldito y temo que puedan nacer con alguna maldición, gracias a Zeus.

Juana: Bueno pero el no tener hijos no nos va impedir tratar de hacerlos.

“Ahora era yo la que sacaba las técnicas de seducción, me había levantado y lentamente dejé caer el vestido al suelo, Ares solo sonrió y me atrajo hacia el, quería que me tomara en ese momento pero el no quiso”

Juana: ¿Que pasa?

“No me respondió, solo me ayudo a poner el vestido de nuevo, me tomo de la mano y me saco del despacho”

Juana: Dime! ¿Que está pasando? ¿Para donde me llevas ?

Ares: Solo confía en mi…

“No me quedo de otra que seguirlo, lo vi hablando con los guardias, luego le entregaron algunas cosas, yo solo lo veía a lo lejos, ¿que tramara?”

Volvió a mi lado, me ayudó a subir a su caballo, y salimos del palacio.

Por el camino no me decía nada, yo estaba ya que moría de enojo, no me gustan las sorpresas, él supo mantener su mente en Blanco para que no entrara en ella.

Llegamos al campo que uso para practicar mi magia, estaba alejado del castillo y era protegido por un magia.

Juana: ¿Me trajiste para asesinarme?

Ares: Jamás lo haría.

“Ares me bajo del caballo, me llevo hacia lo más profundo del lugar, extendió algunas colchas que traía, al lado puso vino y comida.”

Juana: ¿Día de campo? No me vestí para la ocasión

Ares: Coloca tu magia en el lugar, no quiero que nadie nos vea, nos escuche o se atreva a entrar.

Juana: Cada vez toma más fuerza la teoría que hoy es mi último día de vida.

Ares: Hazlo, yo aun no manejo bien los poderes que me haz concedido, así que no lo podría hacer bien.

“Hice el campo de magia, seguía sin entender nada, pero como buena esposa le concedí su deseo.”

Juana: Ya está, ¿me dirás qué hacemos aquí?

Ares: Claro que si, te voy a mostrar como es la pasión de un dios, pero quizás no camines muy bien en un par de días.

“No tengo que ser un genio para saber que pasaría, hoy estaría con el Dios Ares, no se iba a contener, mi cuerpo ya temblaba al saber lo que me esperaba”

Ares me besó, sus manos recorrían todo mi cuerpo, mi vestido desapareció en cuestión de segundos, yo comencé a desgarrar su ropa, amaba verlo desnudo, su cuerpo era tonificado, se sentía tocar una roca.

“El dios mitológico estaba presente, sus ojos eran negros, podía jurar que era igual que los tiburones cuando van por su presa”

Hoy jugaba con mi intimidad, me estaba desesperando, necesitaba tenerlo dentro de mi, mi deseo aumentaba con cada beso húmedo.

Juana: ¡Ares te quiero adentro ahora!

Ares: Tenemos tiempo mi amor.

Juana: ¡Lo sé pero aún así te quiero adentro!

“Ares se posicionó Justo en mi entrada, podía sentir su miembro listo para mi”

Juana: No me hagas sufrir más, entra ya.

“Yo movía mi cadera, quería acercarme más a él, lo forzaba a introducirse en mi”

Ares: ¿Me deseas? Quiero escucharlo de tu boca

Juana: ¡Maldita sea Ares, te deseo, hazme tuya ya.!

“Sentí como de un golpe entró en mi, hoy no había tiempo para el amor y la ternura, había tanto deseo entre los dos que haríamos un cráter en el suelo”

Ares: Me encantas Juana, amo tu interior, me tienes como loco.

“Yo no podía ni hablar, Ares no me daba tregua, mi cuerpo era manejado a su antojo, pasaba a cabalgarlo, por momentos mi trasero estaba expuesto ante el, sentía sus manos en mi cintura, mis labios ya sangraban por la manera tan posesiva de tomarlos, mis uñas desgarraban su piel, éramos dos sadicos que nos comíamos el uno al otro”

Nuestros fluidos corrian como un río, la sexualidad consensuada es un manjar, describir que nos gusta a cada uno es un lujo, Ares sabía exactamente donde tocar, que parte de mi cuerpo se erizaba solo con él mínimo roce, yo siempre me he considerado una mujer fuerte que no se doblega ante nadie, pero hoy no era más que una simple muñequita manejada a su antojo.

No quería ser quien llevara el mando, hoy estaba aprendiendo tantas cosas, era la colegiaba hambrienta de conocimiento.

“Del cielo caían rayos, habían un gran estruendo, a veces mi gemidos eran más grandes que el sonido del relámpago, Ares me llevó al clímax total, mi cuerpo se encendió en llamas, los dos estábamos en la mitad del fuego, nuestros cuerpos eran combustión, definitivamente hoy iba a morir, pero valdría la pena”

Ares: Te amo Juana, Te amo

“Las palabras que me encantaban escuchar, este dios de la masculinidad era mío, su cuerpo estaba para complacerme a mi, ya no había marcha atrás, yo estaba completamente loca por el.

Juana: Te amo Ares, lo haré toda la vida.

“Nuestro encuentro de pasión duro 7 días exactamente, nos deteníamos una hora al día para comer y una más para descansar, probé cada centímetro de Ares, les dire que su gran amigo no puede tenerlo en su totalidad en mi boca, aún así hice mi mejor esfuerzo para satisfacerlo, también les dire que no quedó ningún espacio en mi cuerpo que no fuera reclamado por el.”

Hoy si podía decir que era oficialmente suya, ya estaba completamente marcada, tenía razón al decir que no caminaría, por más magia que poseía no era capaz de sanar rápidamente, pero era entendible él no era un simple mortal, era un dios, y vaya que dios.

“Por fin nos habíamos detenido, debíamos volver a Zenda, había abandonado el reino por tantos días”

Nos estábamos alistando para volver…

Juana: Te haz desquitado.

Ares: ¿Por que lo dices?

Juana: No volvere a caminar, creo que estamos a mano, cada uno le clavo una espada al otro, la tuya es mas hermosa debo decir.

Ares: Acostúmbrate, cada día te haré el amor de esta manera.

Juana: Creo que es mi fin. Pronto moriré…

Ares: Pero de placer..

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