Dinamo

Como lo había dicho el abuelo Max y yo viajamos a Dinamo, la abuela Emilia decidió que también vendría así que no pude negarme, ellos son los reyes de reyes, pese a las historias que se tejían sobre este reino, debo decir que se ve hermoso, próspero.

Siento mucha magia, mi piel se eriza, se que los abuelos también lo sintieron, jamás había sentido tanto poder junto. Llegue a la muralla, los guardias me miraban con recelo.

Guardia: ¿Que desean?

Juana: Venimos a ver al Emperador

Guardia: El no está disponible en este momento para recibirlos, así que es mejor que se vayan.

Juana: Se cual es su estado de salud ya que fui yo la que lo dejó así, ahora abrirás esas puertas ya que soy por decirlo así, la dueña de todo esto.

Guardia: ¿Son de Zenda?

Juana: Soy la emperatriz Juana, de Zenda, así que abrirás o te juro que acabo con este reino.

Sentí como las puertas se abrían lentamente, habían muchos ojos puestos en nosotros, en este momento caí en cuenta que quizás debí venir con más familia. La magia de este lugar era algo sobre natural.

Entramos al castillo, era algo oscuro ya imagino por que, pero todo estaba perfectamente ordenado, una limpieza extrema.

Desconocido: Soy Lamar, estoy encargado del castillo, se que vienen a ver al señor pero no es un buen momento.

“Escuchaba gritos desde la parte alta del castillo, parecía un hombre siendo ultrajado.

Juana: Lamentó mucho desobedecer, pero necesito ver a tu señor, así que me dejas pasar o paso a la fuerza, tú eliges.

Lamar: Mi señora el Emperador es inestable en este momento, sería un peligro para todos,

Juana: ¿Más inestable que en batalla? No lo creo

“ pude escuchar el suspiro de Lamar, me imagino que se dio cuenta que no me iré hasta que no lo vea”.

Lamar: Bien la llevaré, pero será sólo usted, espero que eso si lo pueda aceptar.

Juana: Abuelos, no se preocupen, iré, no demoramos.

El camino hacia su habitación se hacía largo, ese hombre estaba al final de todo, es increíble que aún así en la planta baja se le escuchaban los gritos.

Las puertas de la habitación se abrieron, ahí estaba el, tirado en el suelo, estaba muy cerca a su cama, parecía que se había caído. Había un hombre hablando con el.

Desconocido: Eres un inútil, no pudiste con ellos, tu hermano era el verdadero Emperador, no eres más que una deshonra.

Demonio Blanco: Ya basta, aún en mi estado sigo siendo mas fuerte que tú.

Lamar: Mi señor…

Demonio Blanco: Largo Lamar, no quiero a nadie aquí

Desconocido: ¿Quien es ella?

“Los ojos del demonio blanco se fijaron en los míos, ya no eran negros, eran grises, ¿claros?”

Demonio Blanco: ¿Como te atreves a venir a mi reino? ¿Vienes acabar conmigo?

Juana: Pero que recibimiento tan hermoso, me siento honrada, creo que me quedaré a vivir aquí.

“Lentamente me fui acercando a él, veía como trataba de subir a la cama, Lamar corrió hacia él y lo ayudo, veía en su rostro la frustración y la ira por su estado”

Juana: Necesito hablar contigo, y deseo que sea a solas.

Demonio Blanco: De verdad que eres una atrevida y tienes agallas, como osas venir a mi casa y faltarme al respeto.

Juana: Ya deja el drama, entre más rápido hables conmigo, más rápido me voy. ¿Elige ?

Desconocido: ¿Eres la emperatriz de Zenda?

Juana: Lo soy

Desconocido: Así que fuiste tú la que derrotó a este imbecil.

Juana: Esa fui yo, tú lo haz dicho.

“El desconocido se acercó lentamente a mi, me rodeó con su mirada, me detallaba todo el cuerpo, y sonreía”.

Demonio Blanco: ¡Todos largo!

Lamar salió de la habitación, el desconocido sonrió y desapareció. ¿Acaso es un fantasma? ¿Un hechicero?.

Demonio Blanco: No escuchaste, dije que todos se largaran.

Juana: Lo lamento, te dire que ni siquiera le hago caso a mis padres, dime ¿por qué obedecería una orden tuya?

Demonio Blanco: Bien, habla! Di lo que tienes que decir y te largas.

Juana: Pero que genio, si me sigues hablando así no te entregare la canasta de frutas que traje, viene una nota que dice “ Mejórate pronto”.

“Su mirada seguía siendo penetrante, aunque no tuvieras los ojos negros , este hombre seguía siendo intimidante”

Me acerqué lentamente a su cama, puedo ver que le funciona de la cintura para arriba, el daño que le cause afecto sus piernas, tenía el pecho descubierto, estaba lleno de cicatrices, pero aún así se veía muy bien, este hombre estaba muy bello a pesar de todo.

Demonio Blanco: ¿Que tanto me vez? ¿Te da placer como me dejaste ?

Juana: No te hagas el digno, te mereces esto y muchas cosas más, veo que no pudiste sanar, así que funciono mi plan.

Demonio Blanco: Fuiste astuta, pero encontrare la manera de sacar eso que incrustaste en mi.

Juana: No lo creo, es por eso que estoy aquí, me voy asegurar que eso no pase.

Demonio Blanco: ¡Ja! ¿Como lo harás?

Juana: Te irás conmigo a Zenda, ¿no te alegra saber que tendrás un linda enferma como yo.?

“Me acerqué lentamente a él y pase mis dedos por sus pectorales, sus ojos seguían mi mano, luego dirigió su vista así mi rostro.”

Demonio Blanco: ¿Que tramas?

Juana: Ya te dije Vigilarte, solo eso.

Demonio Blanco: Ya te escuché, ahora largo, no iré contigo a ningún lado.

“Le quite uno de sus mechones de su rostro, lo pase detrás de su oreja”

Juana: No pedí tu opinión.

Demonio Blanco: No iré…

Le di un golpe fuerte en su cabeza y cayó inconsciente, se que lo hice de la manera más ortodoxa pero no podía usar magia con el.

Fui hacia el pasillo, debía buscar a Lamar, el hombre estaba cerca, me imagino que cuidando a su señor.

Juana: Lamar empaca las cosas de tu emperador, se irá conmigo a Zenda.

Lamar: Pero mi señora…

Juana: Es una orden Lamar, nos vamos en 20 minutos.

Deje a Lamar con una encrucijada en su cabeza, salí en busca de mis abuelos.

Estaban en el balcón, revisaban los terrenos del reino.

Juana: Me imagino que ya sabrán lo que haré, ¿Verdad?

Emilia: Así es Cariño, pero también sabemos que tienes tus razones, quieres mantenerlo vigilado y que mejor que en nuestro reino.

Juana: Gracias abuela, aprecio que lo digas, pero quiero pedirles un favor.

Maximiliano: Aceptamos, nos quedaremos un tiempo aquí, busca la manera de volver pronto.

Juana: Abuelos ustedes siempre están un paso adelante.

Lamar me informó que ya estaba todo listo, subimos al emperador a un carruaje, debía ir cómodo, el camino sería un poco largo, se que ya le cause mucho daño, por ahora no pretendo causarle más.

En el carruaje había una mujer. Segun me informaban ella era la encargada de la comida y de sus temas personales, era vital que la llevara. No tuve problema con eso, la tendría vigilada también. Quizás era alguien especial para el. ¿Un amor? ¿Una amante ? ¿Un familiar?

Comenzamos el camino hacia Zenda, por la ventana del carruaje vigilaba al Demonio, de verdad tuve que golpearlo muy duro, pasó varios días inconscientes. Soy una salvaje por lo visto. La mujer nunca habló, solo lo revisaba y limpiaba su cuerpo.

Llegamos a los límites de Zenda, podía ver mi hogar cerca, aquí me surgía otra pregunta. ¿Donde lo dejaré? ¿Qué haré con el?

Las puertas del castillo se abrieron, había un gran alboroto. Los altos funcionarios estaban reunidos con mis padres.

Juana: ¡¿Que pasa aquí?!

Emily: Hija que bueno que estás de vuelta, el escándalo es el mismo de siempre. Quieren saber cuando te vas a casar pues la balanza de Zenda se está inclinando hacia un lado.

Juana: Lo mismo de siempre, ¿Acaso no soy lo suficientemente buena para Ustedes?

Ministro: Majestad sabe que es cierto lo que decimos, por favor escoja un esposo pronto, no queremos sufrir las consecuencias, si bien no quiere hacerlo, por favor devuelva el cargo de emperatriz, quizás de nuevo sus padres puedan hacerlo.

“Pero qué atrevimiento, acaso soy tan poca cosa para ellos”

Un guardia llegó a mi lado, me pregunto donde dejaban al Demonio.

Una idea se cruzó por mi cabeza, bueno debo darle solución al matrimonio y vigilar al Demonio.

Le susurré que lo llevara a mi habitación.

Juana: Señores tienen razón, es importante mantener la balanza equilibrada, así que les dire, me casare con el Emperador de Dinamo.

“El silencio reino en el lugar”

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