Catorce

Ya había pasado un mes desde aquel día que habían estado bastante tiempo haciendo el amor dentro del despacho, en cada rincón de este y en todas las posiciones posibles, ella dormía todas las noches en la habitación de Enzo y aunque no le había pedido que se mudára con todas sus cosas a esta, a ella le alcanzaba por ahora lo que él le estaba entregando, ella sabía que para él era difícil dar más y dormir a su lado ya era un gran paso, Angelo le había contado que Enzo nunca se había permitido dormir con una mujer antes.

Anna había hablado dos veces con Eric y eso lo tenía más tranquilo, aunque su voz se escuchara sin cambio ella sabía que él estaba como león enjaulado recordando los gritos de Enzo. Por lo demás todo seguía igual, Anna se pasaba el día enseñando a Nico y tratando de estar lejos de Mara, Mara importunando a Enzo siempre que podía y Enzo apareciendo en el gimnasio todas las tardes para supuestamente hacer ejercicios con Anna y terminar haciendo el amor.

Esa noche, como las anteriores,  estaban en la cama, habían acabado de hacer el amor y Enzo pasaba sus dedos por las rosas en el brazo de Anna , tocar esos tatuajes lo mantenían sereno.

- Anna,  mañana Angelo y yo viajaremos, estaremos fuera una semana¿ Estarás bien? - le informó el italiano.

- Sí,  solo te extrañaré un poco.- le respondió sin mirarlo.

- Yo pensé que me ibas a extrañar mucho.- le dijo él con una sonrisa.

- No te creas tanto Enzo. - ella sonrió también- Puedo saber a donde vas.

- No te preocupes, eso no es importante.

- Bien- ella se revolvió en sus brazos,  buscando darle la espalda.

- ¿ Estás enfadada?

- No te preocupes,  eso no es importante.- le respondió de la misma forma que él hace un momento.

- Anna,  no seas infantil.- le reprochó él.

- ¿Algo más que opinar sobre mí?

- No te pongas así,  no quiero discutir.

- Enzo ¿ Tú me amas?- le preguntó ella de pronto, mirándole a  los ojos.

- ¿ Porqué preguntas eso?- respondió él con una pregunta tratando de esquivar su mirada.

- A lo mejor porque quiero saber.

- Eso es complicado.

- No Enzo , la respuesta es si o no, no hay nada complicado en eso.

- Es complicado Anna,  confórmate con saber que tú eres distinta,  que me siento diferente contigo y que te necesito. - le dijo tratando de no decir nada que lo comprometiera.

- Bien, es bueno saber que  soy rara, que no es contigo con quién me acuesto y que cuando aparezca otra que te convenga me desecharás.

- Anna yo no dije eso.

- Sí,  creo que sí , pero ya sabes, es una respuesta complicada, hoy mejor me voy a dormir a mi habitación.

- Anna por favor, que quieres de mí,  que te ame, que sea un príncipe azul y que venga a rescatarte en un caballo blanco, yo no soy eso.

- Yo sé que no eres nada de eso y además no quiero que lo seas Enzo,  yo solo quiero mi vida de regreso.- le dijo con los ojos llenos de lagrimas, con lo que le escuchó decir  se había dado cuenta que de él nunca iba a recibir más de lo que le estaba dando y ya no podía soportarlo, ella quería todo o nada. Tomó su ropa y salió hacia su habitación.

Al otro día él se fue sin despedirse,  total,  ella solo era una ralla más del tigre, pero distinta y que lo hacía sentir diferente, según él era complicado.

Los días siguientes fueron malos,  Anna no se sentía bien, vomitaba y tenía nauseas,  ella no tenía que ser un genio para saber que le pasaba, llevaban más de un mes teniendo sexo y se habían protegido pocas veces,  lo bueno era que al no estar en la casa ni Enzo,  ni Angelo,  pues nadie se había detenido a mirarla y podía esperar un poco más para dar la noticia , no sabía porqué,  pero no le parecía buena idea que Enzo lo supiera, le parecía que lo de tener sexo si protección era una estrategia de él para tenerla por siempre a su lado a cualquier coste, pero de lo que si estaba segura es de que no quería que su hijo naciera allí,  no mientras aquella mujer siguiera en la casa de Enzo y él no estuviera dispuesto a dejarla entrar en su corazón.

Anna estaba sentada cerca de la piscina, ya había acostado a Nico para su siesta y como había decidido dejar de ir al gimnasio, necesitaba aire para calmar su ansiedad.

- Vaya, vaya, si la rara todavía sigue por aquí.

- Mara, déjame en paz, no estoy de humor.

- Hay que pena,  a mí que me interesa. Espera ¿ Será que te diste cuenta que sobras en esta casa y que para Enzo eres solo un juguete desechable? No he sabido que te haya hablado ni una vez en esta semana- ella tenía razón,  él no se había dignado ni a llamarla- en cambio conmigo habla todos los días,  hasta puedo decirte donde está si quieres.

- No Mara, no quiero. Pero sabes, la preocupada no debía ser yo, si no tú,  la última vez que viajó por tantos días regresó contigo colgando del brazo como un llavero, pero yo sigo en su cama y en su habitación ¿ No te da miedo que regrese con otro accesorio nuevo y a tí te tire al fondo de una gaveta? - se levantó y empezó a caminar rumbo a la casa- Piénsalo Marita, tal vez la que sobre seas tú. - y la dejó allí soltando humo por los oídos y pateando todo lo que estaba a su alrededor.

Entró a la casa y fue directo a la habitación de Nico,  el niño estaba dormido, se acostó a su lado y lo abrazó, necesitaba paz y Nico era el único capaz de dársela en estos momento, le dolía mucho pensar que pronto tendría que dejarlo allí.

- Mamá- dijo él entre sueños y se acurrucó en su pecho.

- Shh, duerme corazón,  todo  está bien- pero nada estaba bien, ni nada iba a estar bien,  ella lo sabía.

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