Once

Al otro día, cuando ella abrió la puerta de su habitación lo encontró a él,  recostado en la pared de enfrente.

- Ven a mi habitación,  tenemos que hablar. - le ordenó.

- No puedo,  voy a desayunar- le dijo pasando por su lado- Y si es de Nico,  que es el único tema de conversación entre nosotros, esperame en tu despacho,  cuando termine iré.

- Anna,  no colmes mi paciencia.- le dijo él con la mandíbula apretada.

- Eso es lo que menos quiero, mi trabajo es enseñar, y la paciencia es una virtud,  te puedo enseñar a ser paciente, después de eso podrías esperar hasta hartarte sin problemas.- y siguió su camino a la cocina dejándolo en el pasillo, con los puños apretados.

Desayunó tranquilamente y cuando terminó fue al despacho,  entró,  tomó el teléfono y marcó el mismo número de siempre con el altavoz.

- Hola- contestó el mismo hombre.

- Hola, estoy bien, te extraño.

- Yo también te extraño,  necesito verte, prometiste que ya no nos íbamos a separar más y llevas casi un año sin venir.

Enzo apretaba los puños sobre el escritorio y su rostro parecía que iba a explotar.

- Espera solo un poco, ya estoy por ir contigo de nuevo. Te quiero- se cortó la llamada, borró el número y puso el teléfono de donde mismo lo había cogido.

- Tienes prohibido volver a llamar.

- Si no llamo vas a desear no haberme traído nunca y además,  yo encontraré la forma de hablar con él.

- De aquí no vas a irte hasta que yo no quiera, así que avísale que te siga esperando.-le gritó sin poder contenerse.

- Te pregunté una vez si querías apostar- le dijo ella con una voz muy calmada-  Quiero que le pagues a Angelo mi parte cuando yo me vaya. Ahora a lo que vine, esta es la lista de los libros que va a necesitar Nico, y como que hay gente nueva viviendo en la casa, recuerda que el ordenador de Nico no se puede tocar,  te lo recuerdo más bien porque él cambió el dispositivo que yo instalé por uno de su propia invención que digamos que es un poco más agresivo con el intruso, no creo que quieras ver partes de tu novia adornando las paredes de la biblioteca.- y salió del despacho dejando un muy enfadado Enzo que terminó tirando todo lo de arriba de su escritorio.

- ¿ Ya terminaste?¿ Que esperabas al aparecerte con la arpía de Mara? Yo te lo advertí y espera que se pondrá peor.

- Tú sabes porqué la traje aquí.

- Y no lo veo necesario, Anna no se lo merece, y tú te vas a arrepentir.

- No quiero que use más el teléfono para llamar a ese tipo.

- Pues te advierto,  si le quitas el de ella, le presto el mio, bastante tiene con estar aquí casi secuertrada para encima no poder hablar con la única persona que le dice te quiero.

- No me amenaces Angelo.

- No me obligues Enzo.

.................

Vivir en la casa se había vuelto bastante difícil desde que llegó aquella mujer, se creía la dueña del lugar y daba órdenes a todos,  incluida Anna.

- Tú, rara, ve y prepárame algo de comer.

- Yo no soy la cocinera, soy la profesora de Nico.

- A mi no me importa,  vas ahora si no quieres...

- Si no quieres qué- la encaró Anna.

- Ya vas a ver- y levantó la mano para pegarle,  mano que no llegó a bajar y que contuvo un muy enfadado Angelo que venía entrando junto a Nico.

- Si tú quieres perder la mano hasta el hombro, solo tócala.- le dijo pegando su boca al oído de la rusa.

- Sueltame imbécil,  si no hace lo que se le mandó tiene que aprender.

- Angelo,  déjala,  ya veré yo como me las arreglo, no te busques problemas por mi culpa, recuerda que yo me voy y tú te vas a quedar. - le dijo Anna al italiano.

- Anna ¿ Te vas a ir?- dijo Nico con lágrimas en los ojos.

- No mi amor, me iré cuando tu aprendas lo suficiente, no te preocupes, ven vamos a la biblioteca.

- Si se te ocurre tocarla, no vas a olvidar en tu vida quien es Nicolas Parisi,  mirame bien, no juegues con un Parisi.- dijo Nico mirando a la rusa,  y los ojos verdes del niño se volvieron oscuros.

Tomó de la mano a Anna  y mientras caminaban  escucharon a Angelo decir.

- No  te vuelvas a meter con ella o me vas a conocer. - y se fue dejando a la rusa sola en la sala.

Ya en la tarde Anna acostó a Nico a su siesta y se fue al gimnasio,  lo que no sabía era que el niño no estaba dormido y cuando ella se fue, él bajó a el despacho de Enzo.

-Enzo.

- Vaya, ya no soy tío.

- Dejaste de ser tío para convertirte en Enzo al momento que trajiste esa mujer a esta casa- Enzo lo miró con asombro, de donde sacaba tantas agallas un niño de cinco años- Te voy a advertir algo, mantén esa mujer lejos de Anna y de mí,  si vuelve a intentar pegarle a Anna,  va a desear no haber nacido. - y sin esperar respuesta salió del despacho pasando por delante de Angelo que entraba.

- ¿ Tú también vienes a amenazarme si Mara se acerca a Anna?

- No, yo ya la amenacé a ella y no estoy jugando, le cortaré la mano si vuelve a levantarla contra Anna.

- Hablaré con ella.

- No me importa lo que hagas, voy a salir, regreso en un rato. - y otro más que lo dejaba con la palabra en la boca.

Enzo sabía que Anna estaba en el gimnasio a esta hora y fue allí.

- ¿ Puedo acompañarte?

- Ya me voy, es todo tuyo.

- Espera Anna- dijo tomándole una mano- Necesito hablar contigo, quiero explicarte.

- No te preocupes,  no me debes ninguna explicación.

- Yo quiero explicarte,  escuchame por favor, ella y yo no somos nada, es solo una amiga, su padre necesita mi ayuda y por eso está aquí,  pero no está en mi cama, ese lugar es tuyo.

- Esa explicación debes dársela a ella porque está claro que ha entendido otra cosa, y yo no tengo ningún lugar, yo te cumplí un deseo y tú me hiciste un favor, eso es todo.

- Eso es lo que crees que pasó con nosotros, yo pensé...

- No pienses Enzo, está claro que no hay un nosotros, pensar puede sentarte mal. Ahora si me disculpas quiero darme un baño.- salió del gimnasio y dejó a Enzo solo, luchando contra un sentimiento que le enseñaron que lo convertía en débil pero que ya era tarde para evitarlo.

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