Cinco

Hola casero, que tal va la vida.

- Hola, chica rara que vive en mi propiedad.  La vida va perfecta.- bromearon entre ellos.

- No se si me confundo de persona,  pero creo que usted cumple años el sábado.

- No hay error en ese dato.

- Que quieres que te regale, pide lo que quieras.- le dijo ella abrazándolo.

- De verdad puedo pedir lo que quiera.

- Puedes, te complaceré.

- Quiero que me acompañes a una discoteca,  vestida como la belleza que eres y sin esas gafas horrendas que no necesitas.

- ¿No quieres otra cosa?- separó su cara de el pecho de él para mirarlo.

- No, solo eso o nada. Puedo traerte incluso el vestido que usarás,  quiero que todos vean la hermosa hermana que tengo.

- Sabes que es la primera vez que haré algo así.

- Lo se, y me siento orgulloso que sea conmigo.

- Bien, ese será tu regalo, pero no te acostumbres.

Ese sería el mejor cumpleaños de su vida.

El sábado llegó y con él la hora de arreglarse para festejar,  Eric no la había dejado ver el vestido hasta que no fuera a ponérselo, lo mantuvo en su casa que era de donde saldrían y Anna se quedaría con él esa noche. Cuando ella llegó estaba sobre la cama junto a una caja de zapatos.

El vestido era del mismo tono de rojo que su pelo, el frente tenía un escote inmenso que agarraba en el cuello, dejando su espalda completamente desnuda haciendo un contraste entre el blanco de su piel y las alas negras de su tatuaje, y la falda ni siquiera llegaba  a la rodilla. Antes de empezar a vestirse él le había pedido que trenzara su largo pelo al estilo celta y dejara caer la trenza por el centro de su espalda.

Cuando salió de la habitación ni siquiera parecía ella.

- Creo que terminaré mi cumpleaños a golpes con más de uno.

- Te das cuenta que me has convertido en alguien que no soy.

- No Anna,  tú eres esa, solo que la escondes.

- Bien,  lo que tú digas, conoceré alguna cuñada hoy, quiero tener sobrinos.

- Lo siento,  lo de los sobrinos por ahora no se va a poder, pero prometo practicar como se hacen.

- Jajajajajaja,  vamos ya o me voy a arrepentir de esta ropa.

Salieron hacia la discoteca y después de hacer una pequeña cola, pudieron entrar.

Adentro él la guió a una mesa y la ayudó a sentar.

- Espera aquí,  traeré unos tragos, para tí, el más flojo que tengan.

- Gracias,  no demores que ya que estoy aquí quiero bailar.

- ¿ Tú sabes bailar Anna?

- Claro, que tú crees, que en las noches en el gimnasio  lo único que hago es fajarme con el saco de boxeo, si quieres como regalo te hago un baile erótico encima de la barra.

- No por Dios, no volvería a dormir en paz recordando a mi hermana pequeña haciendo esas cosas,  voy por los tragos antes de que vomite.

Cuando Eric regresó ya Anna tenía dos chicos pegados a la mesa tratando de ligar con ella.

- ¿Puedo ocupar mi lugar o van a estar toda la noche de moscones?- les dijo Eric,  más por verlos huir que por enfado.

- Lo sentimos, no sabíamos que estaba acompañada, ya nos vamos.

- Jajajajajaja,  creo que si sigo saliendo contigo moriré soltera, jajajajajaja.

- No me preocupo por eso, tú eres lo suficientemente inteligente como para arreglártelas sin mí.

- Te perdono porque es tu cumpleaños. Pero quiero bailar.

Salieron a la pista y no quedó nadie en la discoteca "Caldo" , propiedad de Enzo Parisi, que no mirara hacia la pelirroja,  tenía un cuerpo escultural, un color de ojos que parecían pintados y el pelo era fuego puro, sin contar lo que llamaba la atención su tono de piel tan blanca y las rosas rojas de su brazo o el negro intenso de las alas en su espalda.

- Enzo,  ya termina eso, ven un momento,  mira que chica. - dijo Angelo Ricci, amigo de toda la vida de el mafioso.

- Déjalo Angelo, no estoy para tus conquistas, todavía no se ni porqué te tengo a mi lado.

- Porque sin mí te morirías de aburrimiento, de verdad tienes que venir a ver, no te vas a arrepentir. - al fin logró que su amigo se asomara al cristal que hacía de pared de la oficina.

- ¿Dio da dove viene tanta bellezza?    ( Dios de donde salió tanta belleza)

- Te lo dije, ha bailado toda la noche con él mismo hombre, pero no parecen pareja.

- Voy a bajar un rato.

- Jajajajajaja,  tú no eras el que no quería saber de mis conquistas.

- Esto es distinto, ella no parece real.

Enzo bajo y se quedó en un lugar cerca de la barra donde pudiera ver perfectamente hacia donde estaba bailando Anna sin llamar la atención y cuando la vio que fue en dirección de los baños la siguió y esperó afuera a que ella saliera. En cuanto ella salió la tomó por un brazo y la arrastró a un pasillo oscuro, aprisionándola contra la pared con su cuerpo.

- Ciao bella.- le dijo en el oído.

- ¿Que quiere?- le respondió al hombre al que no había visto la cara por la rapidez que la tomó y la falta de luz, mientra sentía todo su cuerpo erizado por esa voz.

- Solo una cosa, saber si sabes tan bien como te ves.- y se pegó a la boca de Anna para comenzar con un beso que no tenía fin, ella al principio se negó,  era su primer beso y se lo estaba robando un imbécil en el pasillo de una discoteca pero al cabo de unos segundos se dejó llevar por la dulzura de esa boca y por una lengua que exploraba cada rincón de la suya. Pero Enzo cometió un error, comenzó a tocar los muslos a Anna e intentó meter la mano por debajo de el vestido de ella mientras le restregaba su ya muy crecida virilidad, solo esa acción hizo que se mereciera un rodillazo en la entrepierna y al estar echado para adelante por el dolor, un codazo en su espalda  lo hizo caer de rodillas, dándole tiempo a una rápida Anna de salir de allí.

Llegó lo más calmada posible a la mesa y le dijo a Eric.

- ¿ Ya podemos irnos?

- Cuando quieras princesa, este ha sido mi mejor cumpleaños.

Salieron del local , él feliz porque su hermana al fin mostró su belleza y ella con el corazón latiendo de más después del beso del italiano.

Mientras el italiano subía las escaleras a su oficina como podía para tirarse en el sofá y sofocar el dolor que le había provocado la pelirroja.

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