CERCA DE LA MUERTE.

Te tienes que ir.- digo mirando hacia todas las direcciones, temo que se origine un baño de sangre debido a mi culpa.

- Porque?, dame un motivo para marcharme y me iré.- me toma del rostro.

Al contemplar sus ojos una tranquilidad se apodera de mi ser, haciéndome olvidar cada una de mis preocupaciones, ¿acaso este hombre me embrujo?.

- Rafael no te puede ver.- no entro en detalles, debido a que no quiero que se entere del desprecio que mi hermano siente por él.

- Y eso que?, ja, ja, ja, ya comprendo todo, me la va a pagar ese imbécil cuando lo vea, no sabe como lo disfrutaré.- curva sus labios.

Cuando menos lo espero me besa, sin querer resistir profundizó el beso, sentirlo cerca de mí me hace sentir segura, pero a la vez débil, sé que este ardiente deseo nos consumirá y volverá todo a su paso cenizas. No obstante, me cuesta alejarme de él, desde el principio todo fue tan confuso, ese día en el aeropuerto me sentí atraída por él y cuando lo beso pierdo la noción de todo, es como si nos hubiésemos conocido hace una vida.

- Te tienes que ir, por favor.- le suplicó por segunda vez.

Este me mira unos segundo para luego asentir, antes de retirarse me besa dejándome completamente absorta, ¿es acaso una habilidad que tiene los mafiosos de desaparecer y aparecer sin dejar rastro?.

Después de haberse marchado los guardaespaldas se me acerca y me reprocha por haber alejado de ellos, pero sin prestar atención me vuelvo adentrar en la empresa, supongo que no notaron nada.

Con entusiasmo realizo mis deberes hasta culminarlos por completo, con mejor semblante me dirijo a casa y vaya mi sorpresa al verlo sentado en toda la sala, hablando cómodamente con mis padres, mientras mi hermano lo fulmina con la mirada, sin poder ocultarlo mi sonrisa se hace presente.

- Bienvenida mi amor, mira quien ha venido a visitarnos por un tiempo, Antonio el amigo de tu hermano, saluda.- realmente mi madre es muy cínica, hace unos días está calumniándolo y hoy está alabándolo.

- Hola.- le extiendo la mano, el que nos ve diría que no nos conocemos.

Al entrar en contacto varias corrientes recorre mi cuerpo, desconcertada miro mi mano preguntándome que acaba de ocurrir, pero rápidamente llegó a la conclusión que solo es mi imaginación.

- Hola.- me sonríe juguetonamente, siguiendo el juego.

Cuando estoy por hablar Rafael nos interrumpe.

- Ya se saludaron, así que suelta su mano y lo vuelvo a decir por milésima vez, que no es mi amigo, solo es una persona de uno de mis socios, ¿comprendieron?- lo amenazas, haciendo que este se ría.

- Tienes un buen sentido del humor.- palmea su hombro haciéndolo enojar aún más.

Mi familia brevemente me explican el motivo de su visita y por lo visto se va a quedarse unos buenos días, debido a un asunto de trabajo, así que me exigen comprensión. Haciéndome la indignada asiento con la cabeza, pero solo me ganó una mirada acusatoria por parte de mi hermano, yo no tengo la culpa que el gato entre a la guarida de ratones y que el ratón líder coloque en bandeja a la ratoncita bebé.

Como toda una buena anfitriona lo llevo a la habitación que se le asignó y brevemente le explico como funciona todo, cuando estoy por marcharme me toma de la cintura pegándome lo más cerca a su cuerpo.

- No te alegra que este aquí?.- me susurra muy cerca del oído, haciendo que la piel se erize..

- Me alegraré si sales vivo de aquí, mi hermano esta que te mata.- digo con mi respiración agitada.

Maldito cuerpo reacciona, no me puedo desmoronar por unos simples toques.

- Porque tan nerviosa?, no te he hecho nada aún y ya tiemblan. Además, recuerda que me debes algo, no pienses que se me ha olvidado lo que me hiciste ese día.- me muerde sutilmente mis labios.

Sin resistirlo dejo escapar un gemido, Dios te había pedido que limpiaras mi alma, no que me consumieras en la lujuria.

- ¿Qué sucede?.- se ríe.

Molesta golpeo su pecho, no puedo creer que tan solo su presencia me excite.

- Deja las bobadas, tengo que irme, si no quiero levantar sospechas.- digo mientras intento alejarme de él, pero solo consigo que me aprisione más.

- ¿No me preguntarás a que he venido?.- me mira a los ojos.

- Y me dirás?.- digo hipnotizado por sus hermosos círculos marrones.

- Por supuesto, estoy aquí para cobrar unas cuentas pendientes con los Renzos, se atrevieron a insultarnos y sabes perfectamente que no podemos permitir eso, si no hacemos nada estaríamos inclinando nuestras cabezas, ¿pero el problema es más complicado de lo pensado?.- dice mientras toma un mechón de mi cabello.

- ¿por qué? - pregunto intrigada.

- Es que tienen cierto movimiento sospechoso con otro clan, mejor ignora lo que te dije, cambiando de tema porque no te quedas y me haces compañía.- da a conocer sus verdaderas intenciones.

Como puedo me zafó de su brazos y me dirijo hacia la puerta.

- Muy tentadora tu propuesta, pero antepongo mi vida que el placer, descansa nos vemos mañana.- me despido despedazando sus esperanzas.

Muy pensativa me coloco a reflexionar en que lugar he escuchado ese apellido, pero por más que me esfuerce nada concreto se viene a mi mente, pero mi cabeza me asegura que si, confundida intento no sumergirme tanto en el asunto y descansar, necesito estar preparada para lo que se aproxima.

En medio de la noche siento como algo roza mi cintura, asustada saco el arma que se encuentra debajo de la almohada y apunto a mi oponente, cuando estoy por accionaria, me empieza hablar.

- Soy yo.- murmura.

Aliviada de que sea él la bajo, realmente este hombre está loco.

- Sabes que casi te vuelo la cabeza, eres un psicópata.- le reprocho con cierta molestia.

- Pero no lo hiciste.- se mete más a mí cama.

Al ver por donde va el asunto intento detenerlo, pero es más rápido y me envuelve con su brazos, para después empezar a susurrarme cosas en el oído.

- Es hora de pagar.- dice antes de apoderarse de mis labios.

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