IMPERIOS.

Estos últimos días me he mantenido lo más silenciosa posible, cambie mis rutinas e intente no llamar la atención, pero por más medio que empleé el acoso de ese bastardo no termina, exhausta miro el reloj, ¿cómo quisiera no estar aquí o desaparecer de la faz de la tierra?, fastidiada por todo tomo mis cosas y me dirijo a una discoteca, ya es tiempo que vuelva a redireccionar mi vida, no puedo permitir que el miedo maneje mi vida.

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**** Antonio Bett ****

Ya casi han transcurrido un mes de la partida del idiota de Marc y de su familia, así mismo de ella, en todo este tiempo no he tenido noticias, no puedo decir que no he dudado en llamarla, pero las palabras de Elizabeth aún resuenan en mi cabeza, no puedo condenarla a mi lado.

Cuando estoy por salir de la reunión, de la nada entra Marc con la cara de poco amigos, rápidamente los presentes se levanta y lo saludan con respeto, no pasa mucho tiempo donde les pide a estos retirarse y dejarnos solos.

Confundido lo miro para conseguir una mirada acusatoria por su parte, sin saber que mierda le pasa empiezo a indagar.

- Acabas de pelear con, Elizabeth?- es lo único motivo que se me puede ocurrir que justifique su molestia.

Este no dice nada y se mantiene en silencio alargando la intriga.

- Habla de una puta vez hombre.- digo sin paciencia, no estoy para adivinar lo que le pasa.

- ¿Qué pasa?, míralo con tus propios ojos.- me entrega un documento.

Sin perder tiempo lo abro y las imágenes dentro de ellos me dejan asombrado, ¿que mierda ocurrió?.

- Entonces, que excusa me darás, te doy el mando y dejas que pase esto, dame una razón para no hacerte responsable.- dice furioso.

La verdad estoy más desconcertado que el, ¿cuándo ocurrió esa masacre?, ¿Quién se atrevió a tocar el territorio de los Salvatore?, ¿y quién me mando ese mensaje?, realmente escribió su sentencia.

- No puedo pedir disculpa por mi incompetencia, pero si puedo traer la cabeza del idiota, que no te cava duda.- lo miro directamente a los ojos, fastidiado por el bastardo que me hizo quedar como un zapato.

Este se despeina frustrado para después mirarme.

- Más te vale, Antonio.- dice antes de salir.

Estando solo llamo a mi gente, ahora que jefe está de vuelta, es tiempo de ir de cacería, haré que se arrepienta por haberse atrevido a desafiarnos.

No pasa mucho tiempo para que encuentre el paradero de esa rata e irónicamente se trata de un clan Latinoamericano, que tiene sus bases México, sin pensar dos veces alistó todo mi equipamiento y armas, para dirigirme con mis hombres a su encuentro.

El viaje demora unas horas, pero luego de pisar tierra Mexicana el Clan García viene por nosotros y nos termina de facilitar toda la información, la verdad es que se debe estar muy loco para colocarse en contra de los imperios más grandes del mundo, tan solo Marc podría hacer temblar a todos y ni hablar del poder de Elizabeth, tiene en sus manos a toda la mafia América, los cuales son conocidos por ser despiadados, su poder, influencia y maldad, son como encontrarse con las 4 jinetes de la muerte.

El anochecer llega y así mismo nuestra oportunidad, sigilosamente les indico a mis hombres desplazarse por toda la zona y hacer un reconocimiento de esta, al tener su confirmación doy la señal y se abre el infierno sobre la tierra, uno a uno vamos eliminando, las balas y gritos de dolor se apoderan del lugar, al ver como la zona se despeja y me da la oportunidad de arrinconar su líder, me desplazó hacia la mansión buscando su cabeza, no pasa mucho tiempo cuando doy con él, este al notar mi presencia acciona su arma varias veces, pero soy más rápido y le alcanzo a disparar en la mano, más bien, la bala se la atravesó dejándolo completamente indefenso antes mí, lentamente me acerco a él.

- ¿Quién eres?, ¿que quieres?, puedo darte mucho dinero, si prometes dejarme vivir, por favor.- empieza a querer negociar al observar mis intenciones.

Sin apuro me asiento y lo apunto.

- Lamento rechazar tu oferta, pero los Salvatore me enviaron, así que imagino que ya sabes quien soy y a que he venido, la verdad fue muy bruto de su parte querer alzar las arma contra ellos, son unos malditos buitres que despedazan la mano de quien les da de comer, pero no te preocupes, que me encargaré personalmente de limpiar este desastre.- coloco mi pie en su mano herida, haciéndole gritar de dolor.

- Tu.u.u eres Antonio e.l...ma.l.dito ..sa.bueso.. de ..Marc..Salvatore.- dice aterrorizado.

- Me han llamado de innumerables maneras, pero me identifico más con ese, porque cuando tengo a mi presa no la suelto hasta que me asegure que esté bien fría, ¿que te parece?.- hablo maliciosamente haciéndole estremecer.

- Por..favor, si me dejas ir te daré lo que sea, mi mafia, mis mujeres, lo que quieras, por favor, tú solo pide.- vuelve a suplicar.

- No malgaste tus palabras, sabes que no voy a parar, esto es lo que ganaste por meterte con quien no debías, pero te voy a poner a elegir, en tus manos está la alternativa de una muerte rápida o lenta y dolorosa, solo tienes que decirme quienes fueron tus aliados y le daré fin a tu agonía.- empiezo a balancear mi cabeza en señal de reloj, indicándole que tiene poco tiempo.

- Por favor no... lo h.ice yo solo.- empieza llorar, pero se niega a delatar sus cómplices.

- Ok, te di una oportunidad, ¿qué tal si jugamos un juego que me encanta?.- tomo mi arma y le saco todas las balas menos unas.

- ¿Qué.. va.s.. hacer?.- retrocede al ver mi acción.

- Vamos a divertirnos un momento.- sonrió diabólicamente.

Rápidamente, alineó mi arma con su cien, lo que provoca que grite del miedo, sin demora aprieto el gatillo dos veces hasta que el muy cobarde decía abrir la boca.

- Basta, basta, por favor, fueron los Renzos, ellos me dijeron que era un golpe sin consecuencias, juro que no sabía con quién me metía, por favor no me mates.- llora con desesperación.

Satisfecho por escuchar lo que quería accionó mi arma dejándolo muerto en el acto, este es el precio por morder la mano de tu amo.

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