Ayer pudiste

...Al día siguiente. Axel....

Llegué a Perú en el primer avión que pude tomar. No quise usar el jet privado de mis padres, incluso el boleto de avión que compré fue con el nombre de uno de mis empleados, puede ser que el imbécil que tiene a Belén me esté vigilando. Y no la quiero poner en más peligro. Además la voz del tipo me pareció conocida. Pero no recuerdo de dónde. Si pudiera saber. Sería más fácil encontrarla.

...Belén....

Tienes que superar tú miedo. Ayer pudiste montar sin tantos problemas. El imbécil estaba detrás de mí, pero no importa. Piensa que ésto es cómo bailar. Sólo que en un escenario un poco reducido y alto.

Me estaba consolando a mi misma. Tenía que montar ese caballo si quería salir de aquí. Al menos intentar ir a la civilización.

— ¿Qué haces aquí.? — Axel arruinó mis planes de escapar. Digo montar.

— Sólo... Estaba... Sólo quería ver los caballos. Son realmente bonitos. — Fingí un interés que claro no tengo.

— Lo sé. Son míos. Y no me gustan las cosas feas. — Me barrió con la mirada al decir eso. De nuevo la incomodidad vino.

— Bueno. Yo creó que debo irme. — Caminé a la salida. Sentí su mirada a mis espaldas. No quise girar. Sus ojos grises me perturban.

Al anochecer dormí de nuevo con el. A las 11 o 12, no se bien la hora, desperté porqué sus manos se estaban pasando de listas.

— No me toques. — Una cosa es tolerar que el me abracé. Y otra que tolere sus manoseos. Por eso alejé sus manos en cuanto pude.

— Sólo estaba midiendo tus curvas. — Escuché sus sonrisa.

— Deja de hacerlo. Me molesta mucho que me toques de ese modo.

— Qué exagerada eres. Actúas cómo si nunca nadie te hubiera tocado. — Su comentario me molestó mucho. Claro que nunca nadie me ha tocado. Ni siquiera Axel.

— No por eso tiene derecho de tocarme. Es mi cuerpo.

— Yo quiero que sea mío.

— No va ser así.

— Ya te he dicho que no asegures las cosas. El futuro es incierto. — Volvió a abrazarme contra su pecho.

— Ya déjame. No te toleró.

— Lo has hecho bien estos días. — Metió sus manos entre mis piernas. Iba subiendo cada vez más. Eso me puso la piel chinita. Apreté las piernas lo más que pude, no quiero que el siga avanzando. Por suerte se detuvo. Pero ésto fue cómo una advertencia para mí.

Al día siguiente al amanecer fui a las caballerizas, tomé un caballo y por desgracia no estaba ensillado. Yo no sé cómo se hace eso. Así que por no saber sólo le puse un bozal que encontré y lo monte. Mala idea. Ya que apenas avance unos kilómetros y me caí.

...Gael....

Está chica se empeña en darme dolores de cabeza. No sentí a qué hora se levantó, pero la encontré tirada sobre la hierba del campo. Estaba inconsciente. La levanté y llevé a mi cabaña, pero no despertó, así que la llevé a un hospital.

Están un poco alejado de la cabaña, pero no tuve más opción. Traer a un médico aquí es más difícil, y tardaría más tiempo.

...Dos días después. Belén....

Desperté en un hospital, de inmediato pensé en pedir ayuda. Pero no pude. Gael estaba durmiendo al lado de la cama, y tomando mi mano. Lo despertaría al pedir ayuda.

¿Tenías que dormir aquí.? Me quejé en mi mente. No era grato despertar y que lo primero que vieran mis ojos fuera a el.

— Hola. — Me saludó. Había despertado mientras yo estaba inmersa en mis pensamientos.

— Buenos días. — Entró un doctor antes de que yo pudiera responder.

— Doctor ayúdeme. El me tiene... — Gael me tapó la boca antes de que yo pudiera mencionar lo siguiente.

— Disculpé doctor. A mi novia le afectó el golpe de la cabeza.

— ¿Señorita está usted bien.?

— Moví la cabeza negativamente.

— Doctor necesitó estar a solas con ella.

— No se vaya. — Intenté detenerlo, pero el altavoz llamó por el.

— Más pacientes me necesitan. Con permiso. — Se fue y Gael me soltó.

— ¿Y cuál era tu plan.? ¿Decirle que te ayudará.?

— Si. Exactamente eso.

— Lamentó que no haya funcionado. Y no va funcionar. Ya que hoy te dan el alta. Y no podrás hablar con nadie.

Eso no tenía sentido. En cualquier momento que el se fuera yo tendría una oportunidad. Al menos eso pensé hasta que entró otro hombre a mi habitación. Era alto, fornido, con cabello oscuro, y ojos marrones. Me dió la impresión de que no estaba de mi lado. Tampoco parecía un empleado de Gael. Así que la pregunta era, ¿quién es.?

— El te va cuidar mientras no estoy. Te la encargó.

— No te preocupes. — No le habló de usted, lo cual confirmó mis sospechas, no es un empleado, Gael salió dejándome sola con esté hombre. Y yo inicié una conversación.

— El me tiene secuestrada. ¿Te lo dijo.?

— Si.

— ¿Por qué lo ayudas.? El no parece tu jefe.

— Es mi amigo. Y quiere lo mismo que yo...

— ¿Qué cosa.?

— La felicidad que sólo tú puedes darle.

— Yo te aseguro que soy incapaz de hacer feliz a alguien. Por favor ayúdame. Puedo darte todo el dinero que quieras.

— Ja ja. — Se rió el. — ¿Cres que necesito dinero.?

— ¿Dime qué quieres.? Quizá pueda dártelo.

— ¿Puedes revivir a un muerto.?

— Qué pregunta tan absurda. Nadie puede hacer eso.

— Si no puedes no hay forma de que yo pueda ayudarte.

Sin duda el no me cayó bien. Gael volvió y se miraron sospechosamente. Luego Gael se apresuró a darme ropa.

— Cámbiate.

— ¿Cuál es la prisa.?

— No creó que quieras salir desnuda. — Me amenazó con sus ojos. Eso me hizo levantar de inmediato. Fuí al baño.

Cuándo salí alcancé a ver a una persona familiar. Estaba del otro lado de la calle. ¿Era Axel.? No lo creí por completo. Pero me arriesgué.

— AXEL. — Grité con todas mis fuerzas y el volteó. Sentí que el alma me volvió al cuerpo al verlo. El corrió hacía mí, pero Gael me obligó a subir al auto y ya no pude verlo más.

Pero mis esperanzas volvieron. El sabe dónde estoy. Tal vez vino a buscarme. Mi corazón se sintió más animado después de verlo.

***Este trabajo esta bajo contratado con NovelToon y la piratería, como la reimpresión sin permiso, están estrictamente prohibidas.***

***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***