No vas a conseguir nada.

...Al día siguiente. Belén....

Me siento muy asustada estando en la casa de un completó sicópata. Todavía no he logrado investigar cómo fue que me sacó de mi casa. Mis padres tienen cámaras de seguridad, guardaespaldas. Hay empleados. Gael no pudo ingresar con facilidad. ¿Y cómo fue que no me desperté cuándo me sacaron.?

A ver atemos cabos. Las cámaras de seguridad las pudo hackear. A los guardaespaldas los pudo comprar con dinero. Igual que a los empleados. Pero no es posible que haya tanta gente sin lealtad en mi casa.

Y para sacarme de ahí y entrar a mi habitación cuándo siempre me encierro con llave. Eso no me lo explicó.

Una persona dió vueltas en mi cabeza. Mi hermano. Estoy segura de que el fue quién lo ayudó.

— Buenos días hermosa. ¿Ya vas a salir o piensas quedarte en encerrada para siempre.? — Es preferible. Aquí me siento a salvó.

— Mi hermano te ayudó. — Aseguré. No era algo que dudaba. Tenía una vaga esperanza pero no estaba segura.

— No tardaste tanto en averiguar lo. Eres muy lista. — Bernardo, ¿cómo puede ser así de malo.? Parece que su odió hacía mi no tiene límites.

— Llévame a mi casa. — Exigí. Se qué no estoy en condiciones, pero si el está enamorado de mi con esté carácter pronto se le va pasar.

— No quiero. — Dijo con una sonrisa en los labios.

— No vas a conseguir nada de mi. — De eso estoy segura.

— ¿Estás segura.? — Preguntó con una pisca de arrogancia.

— Muy segura. — Tal vez no estoy enamorada de Axel, y de ningún hombre, pero de esté lunático no me voy a enamorar. Puedo asegurarlo.

— Te daré tiempo para asimilar las cosas. Yo creó que vas a cambiar de opinión. — Esté creído imbécil.

— Yo creó que pierdes tú tiempo. Y no me gusta que las personas hagan eso. Así que mejor me dejas en mi casa hoy.

— No lo haré.

— Bien. Si tanto te molesta dejarme en mi casa me dejas en la parada de taxis o en algún lugar de la calle.

— Ja ja. — El se rió. — Belén no has terminado de entender que tú no estás de visita en mi casa. Estás aquí para cumplir mis deseos.

— Ja ja ja. — Ahora fui yo la que reí. — Yo no cumplo los deseos de nadie. Y usted no va ser la excepción. — ¿Qué se creé.? ¿El dueño del mundo.?

— Eso debemos verlo. — Sonaba muy seguro de poder lograr su objetivo.

— Claro que lo veremos. — Me crucé de brazos y lo miré con firmeza.

No sé cómo piensa esté hombre. Pero el síndrome de Estocolmo no es algo que funcione en mi.

...Días después. Axel....

Belén no aparece por ningún lado. Sus padres me dijeron que estaba en Europa, no me especificaron dónde, pero según lo que investigué compró un boleto a España. Y nunca abordo el avión. ¿Dónde estará.? Me empiezo a preocupar por ella.

¿Qué tal si algo le pasó.? No. Ella seguro está bien. Sus padres deben saber de ella.

Fuí a la empresa de papá y le pedí a la secretaria que me dejará verlo. Tardé un poco en convencerla pero al final aceptó.

— ¿Pasó algo.? — Preguntó su padre al verme.

— ¿Han hablado con Belén en estos días.? — Ojalá que sí.

— ¿Te importa mi hija.? — ¿Cómo puede pensar que no.?

— Claro que me importa. Es la mujer que amó.— La amó demasiado. Cómo nunca he amado a nadie.

— ¿Sí la amas porqué terminaste con ella.? — Me enojé y mi enojó respondió por mi.

— Yo no terminé con ella. — Su padre me miró sorprendido. — Fue ella la que ya no quiso estar conmigo. — Aunque nunca estuvimos juntos de verdad.

— ¿Y por qué ella dijo...?

— Eso debe preguntarse lo a ella.? — No quería más preguntas. Lo que menos deseo es meterla en problemas. — Pero ahora necesitó encontrarla. Saber que está bien. Llevó días llamándola y no me responde.

— Mi hija está bien. Me envía mensajes todos los días. — ¿Sólo mensajes.? Belén no es del tipo que sólo envía mensajes..

— ¿Han hablado.?¿Ha escuchado su voz.? — Eso era la que me importaba saber.

— No. Pero ... — Puse una cara de decepción. Ella podría estar mal y su padre ni siquiera se a preocupado.

— Belén nunca tomó el avión a España. — Tenía que decirle eso. Ellos saben que a ella le da miedo vivir sola. Por eso vive con ellos y no tarda en sus viajes.

— ¿Qué.? — Otra vez preguntó sorprendido.

— Ella sigue aquí. No sé dónde pero no ha salido del país. — Su padre se mostró preocupado.

— ¿Estás seguro de lo que me estás diciendo.?

— Si. El padre de mi amigo es dueño del aeropuerto. Me dió los registros de los pasajeros y su nombre no apareció en la lista de las personas que abordaron.

— No puede ser. — El color del rostro le cambió.

...Belén....

Ya tengo vários días aquí y no he podido converger al tal Gael de que me dejé en mi casa. ¿Qué haré.? No quiero pasar el resto de mi vida aquí.

— ¿Cómo amaneciste hoy.? — Preguntó a mi lado. Ya que me obliga a dormir con el. Es tan fastidioso. Extraño mi espacio.

— Horrible. Pésimo. Fatal. Cómo todas las mañanas qué he amanecido a tu lado. — El se rió. No sé porqué se ríe de cada cosa que digo.

— Me gustaría que tus mañana fueran más amenas. Lo siento si no es así.

— Dejame dormir sola y verás que voy a despertar de un muy buen humor.

— Ya me acostumbré a dormir contigo. Es cómodo. — ¿Cómodo.? Tal vez debería patear su trasero en las noches. Así dejará de hacerse el gracioso.

— ¿Cuántos días llevó aquí.? — Me han parecido muchos. Pero no estoy segura de la cantidad exacta.

— Unos once.

— ¿Once.? — ¿Y mis padres no se han preocupado por mi.? ¿No se han preguntado por qué no los llamó.? — ¿Y en esos once días no te has dado cuenta de que lo que quieres no va a pasar.? — Ya que se resigné de una vez.

— No. Yo soy un hombre muy paciente. — Me acercó a su rostro. — Y se que lo que quiero va a pasar. — Me estaba viendo con una sonrisa y ojos llenos de orgullo.

— Yo sigo creyendo que no. — Me aparté cómo pude y salí de la cama. El se quedó en ella riendose. Sabe lo que provoca en mi. Miedo, desconfianza, terror. Sólo cosas negativas.

...Gael....

Todavía no se que hacer pags ganarme su confianza. Lléva aquí once días y no le he hecho nada. Es más arisca de lo que la recordaba.

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