Capítulo 15: Amor Olvidado

Amarilis estaba en su carruaje junto al Duque Alejandro rumbo a la mansión de su padre, no falta mucho para llegar, aun así el ambiente era tenso ninguno hablaba y solo de vez en cuando se miraban y luego volvían a como empezaron, para Amarilis esto no era extraño vivió con el rechazo de la gente y más con el de Alejandro, siempre siendo el escudero y paño de lágrimas de Annabelle, siempre estuvo a su lado y Annabelle le tenía cariño como aún buen amigo, ya que fue al único conocido de ella que no le hizo nada malo y eso fue porque se ganó su admiración y amistad, nada más, más nunca se imaginó que aquel hombre todo lo hizo por el amor que tenía hacia ella y a decir verdad le daba pena como ese hombre se arrastra por cualquier migaja de amor de Annabelle, siempre arrastrando su dignidad a los pies de Annabelle.

- Tu padre reforzó la seguridad después del ataque ¿verdad? - *Pregunto Alejandro sin mirarla a la cara*

- Sí, reforzó la seguridad, de hecho hay cinco caballeros custodiando la entrada a la habitación de mi hermana, hay un doctor especial para ella y una sirvienta de confianza la cual prepara la comida de ella, asegurándose de no contener cualquier tipo de veneno - *Dijo Amarilis segura en sus palabras*

- Vaya le dijiste hermana, a pesar de que nunca la trataste como una - *Dijo Alejandro molesto y riendo por ello*

- Escucha lo que ocurrió entre nosotras es cosa de ambas, así que no tengo por qué darte explicaciones sobre lo que ocurrió o no, tú tampoco me agradas la única razón porque la que estoy aquí contigo es por el bienestar de mi hermana, si no fuera por eso ni siquiera te dirigiría la palabra - *Dijo Amarilis molesta y muy seria*

Antes de que el Duque contestará el cochero anuncio su llegada a la mansión de la cual Amarilis bajo rápido del carruaje sin esperar al Duque era sofocante y molesto respirar siquiera el mismo aire que él, así que solo espero a que él también saliera y se dirigió a la oficina de su padre, ya que para poder ver a Annabelle primero deben anunciar su visita a su padre.

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Annabelle estaba sentada en su tocador, ya que uno de sus ejercicios para recuperar su cuerpo es caminar aunque sea por unos minutos y tratar de identificar lo que está a su alrededor, ahora usa una venda para cubrir sus ojos de la luz del sol y que estoy no dañen más sus ojos, así que es difícil identificar todo sin la ayuda de alguien.

Pronto escucha que alguien toca la puerta, sabe que su padre puso guardias en su puerta y si los deja pasar es alguien de confianza de su padre, así que deja que pase la persona mientras trata de encontrar el cepillo para peinar su cabello.

- Hola Annabelle, hermana me alegro de que estés bien, si reconoces mi voz verdad - *Dijo Amarilis de la forma más dulce y gentil posible*

- ¡¿Hermana?!, me alegro de escuchar tu voz, a pesar de que ayer viniste a verme jeje - *Dijo Annabelle sonriendo*

- Jajaja si lo sé, pero no vine sola, anda ya háblale - *Dijo Amarilis en un tono serio*

Mientras Annabelle se preguntaba quién podría ser, su madre no lo es, ya que ella al verla la abraza y su padre siempre le habla a la primera incluso si hay alguien más hablando.

- Hola señorita Annabelle espero y pueda reconocer mi voz - *Dijo Alejandro algo tímido ante Annabelle*

Amarilis le incomodo esa actitud, se nota que el muy idiota muere por estar con Annabelle y con nadie más, ya que a otras personas las mira de manera fría y habla con gran arrogancia que es insoportable, pero con su hermana se hace ver la persona más caballerosa y amable posible.

- Alejandro eres tú ¡¿verdad?! - *Dijo Annabelle sonriendo y muy emocionada*

- Si soy yo, vine a verte, la señorita Amarilis me dijo lo que ocurrió y vine para saber si tú estabas bien - *Dijo Alejandro triste*

Amarilis decidió salir así que les dijo que les daría su tiempo a solas, no soporta la cara de perro aguado que pone ese idiota cada vez que le habla a su hermana, así que fue a su habitación saco un sobre dónde venía la invitación a una salida con el príncipe heredero Augustus, no quiere ir, pero al lugar en donde van a ir hay muchos nobles que son tan influyentes, sabe que si se gana aunque sea a uno de ellos podrá librarse del compromiso y ser la nueva heredera del Condado Novak, así que es un sí que aceptará salir con ese maldito, pero solo lo utilizaría hasta que ya no le sirva más.

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Annabelle hablaba muy tranquilamente con Alejandro, no por nada era un gran amigo de ella y mientras charlaban él cepillaba su cabello suavemente, cada parte de ella eélla adoraba y realmente le gustaría estar con ella por el resto de su vida.

- Entonces podrás ayudarme, la verdad no me siento cómoda aquí, tengo miedo que alguien vuelva a atacarme y sé que no podré defenderme debido a que no puedo ver nada, soy una presa fácil para esta familia - *Dijo Annabelle triste, pero molesto, ya que es una carga para todos en estos momentos*

- Si gustas te puedo llevar a mi Ducado, todos te tratarán con respeto y personalmente puedo cuidar de ti - *Dijo Alejandro sonrojado por su propuesta*

- Gracias Alejandro tú siempre me haces sentir mejor, aún pude notar tu forma hostil con mi hermana, no la trates mal ya arreglamos nuestras indiferencias e iniciamos desde cero, así que por favor te pido que tú también lo hagas, pero si tú no quieres no te obligaré a nada - *Dijo Annabelle tocando su mano*

Alejandro no dijo nada, estaba muy nervioso, sabe que Annabelle solamente lo hizo como una promesa o un tacto sin motivo alguno, pero se avergüenza de sentir algo por cosas tan simples.

- Bien lo haré, pero solo porque tú estás bien con ella, me tengo que ir vendré otro día te parece - *Dijo Alejandro tranquilo*

- Si, me parece perfecto, entonces nos vemos otro día - *Dijo Annabelle levantándose de su lugar y haciendo una reverencia*

Alejandro al ver que se volvió a sentar, decidió tal vez hacer algo atrevido pero romántico por ella.

Beso parte de su cuello y salió sin decir otra cosa alguna, mientras Annabelle se quedó nerviosa, ya que Alejandro nunca había sido así con ella, pero por alguna razón su corazón late muy fuerte y no puede detener el sonrojo que se extiende hasta sus orejas.

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