Capítulo 5

Un largo y tranquilo baño en su departamento dejó a Charlotte un poco más tranquila. La tarde había sido muy pesada y, sin lugar a dudas, necesitaba descansar.

Mientras tanto, en el residencial "Green House", ya se encontraba instalado el abuelo de Francisco desde hace más de seis meses. ¡Vaya sorpresa que les daría a esta linda pareja de ingenuos! Francisco se encontraba en su despacho después de haber tomado una ducha. Quería chequear que todo estuviera en excelente orden con un sofá cama para cuando el abuelo llegara y no tener que dormir con Charlotte en la misma habitación, así como un armario equipado con lo necesario. ¡Qué lata tener que tomarse estas medidas! Solo serán una o dos semanas, pensaba Francisco. Con lo que no contaba era con los locos planes de su abuelo...

De repente, la llamada entrante de su abuelo sorprendió un poco a Francisco.

- ¡Abuelo! -dijo Francisco con sorpresa.

- Mi querido nieto, voy subiendo hasta tu dulce hogar -dijo el abuelo con una sonrisa sarcástica en su rostro.

- ¿Qué? ¿De qué me estás hablando? -dijo Francisco, que de inmediato se puso de pie y salió de aquel despacho para ir donde Charlotte.

- Sí, tonto, ya quiero conocer a mi hermosa nieta -dijo el abuelo aún más divertido.

- Ok, abuelo, aquí te vemos -dijo Francisco con voz muy tranquila, todo lo contrario a lo que estaba pasando en su cabeza. Salió corriendo y marcó la clave para abrir la puerta del apartamento de Charlotte, la cual estaba en su recámara con una pequeña bata de seda color esmeralda. Era diminuta, antes en un inicio se sentía muy incómoda con toda la sexy lencería que tenía, pero después de dos años usándola se sentía hermosa y le encantaban los sexys diseños que le traían cada mes. Ya se sentía cómoda con toda aquella sensual ropa íntima.

- ¡Charlotte! ¿Dónde estás? ¡Tenemos que irnos! -dijo Francisco, buscando por todas partes hasta que Charly salió de su habitación.

Charlotte escuchó la voz alarmada de Francisco y, al principio, no sabía cómo es que había entrado tan fácilmente. Se sentía muy molesta.

Y de segunda, porque tenían que irse.

Francisco la tomó de la mano así tal cual y la jaló hasta la salida y entraron rápidamente hasta el apartamento de Francisco. Estaba más que exaltado y hasta un poco pálido. No se había dado cuenta de lo que Charlotte traía puesto hasta que ambos se quedaron mirando; los ojos de Francisco no sabían a dónde mirar. Ella era perfecta, la pequeña bata de seda no estaba atada y dejaba ver la hermosa figura de Charlotte con aquella diminuta lencería.

_ No es verdad, así duermes _ dijo Francisco, pasando su lengua saboreando y reprimiendo su primer instinto.

Charlotte no se había percatado de su bata estaba así enseñando de más.

_ Ya te había mencionado que es lo que tú me compras cada mes _ Esta vez Charlotte se sentía muy confiada ante la actitud de Francisco y su nerviosismo evidente.

_ ¿Pero vamos, qué pasa? _ mencionó Charlotte preocupada al ver tan nervioso a Francisco.

_ Mi abuelo ya está aquí _ dijo Francisco en un grito.

...La boca abierta y los ojos como plato, Charlotte estaba incrédula mientras que Francisco la conducía hasta la recámara y le indicaba donde estaban sus cosas. Para su suerte, ya todo estaba listo y acomodado. En ese momento, ambos se percataron de su vestimenta, no era la más adecuada, mientras que ya se escuchaba el timbre que anunciaba la llegada del Gran David Riquelme...

_ Busca algo decente, por favor. Te espero abajo _ dijo Francisco con un poco de nerviosismo en su voz.

Charlotte asintió y buscó entre el armario. La ropa era hermosa, estaba perfectamente acomodada. Había ropa de ella y de él, como se supone en una recámara de esposos. El armario era dos veces más grande que el que ella tenía y eso le sorprendió. Tenía bolsas, zapatillas, en fin. Como ya era de noche y se suponía debían de tener pijamas puestas, ya que Francisco recién se había duchado, buscó una. Para su sorpresa, había una que hacía juego con la de Francisco. Sin dudarlo, se la puso, acomodó su cabello que es bastante fácil de peinar, por lo lacio, y se dispuso a salir. Antes de entrar a la sala, respiró profundamente y puso su mejor cara.

"Hola", saludó cordialmente Chaly. Francisco se puso de pie al igual que su abuelo. "Ven aquí, Charlotte... Quiero presentarte a mi abuelo", dijo Francisco mientras se le dibujaba una hermosa sonrisa en el rostro que dejó hipnotizada a Chaly. Jamás lo había visto así de amable y cariñoso, esto era algo totalmente nuevo. Charlotte sonrió y se acercó, a la vez que Francisco la rodeaba por la cintura mientras ellos estrechaban sus manos.

"Es un gusto poder conocer a la bella esposa de mi querido nieto", mencionó muy feliz el abuelo. "El placer es todo mío", dijo Chaly con un tono muy elegante y afable, sin ningún rastro de pretensión o actuación. La realidad era que aquel señor le producía mucha tranquilidad y un poco de ternura, ya que Charlotte jamás conoció ni a su padre ni a sus abuelos, y esta era la primera vez que tenía una figura masculina de importancia... claro, aunque esto seguía siendo una farsa.

"Vamos, siéntate que no les daré muchas molestias. Solo quería conocerte, y como supongo que ya sabes, yo sé todo sobre su contrato matrimonial y he venido a refrescar un poco su memoria sobre lo que firmaron hace ya más de dos años", dijo el abuelo, mientras su mano derecha, un señor muy guapo y elegantemente ataviado en un traje totalmente negro, les pasaba una carpeta a cada uno.

Ambos abrieron la carpeta con el documento que habían firmado. Charlotte leyó aquel contrato en el que se habían creado las cláusulas que Francisco le había propuesto en un principio. Sin embargo, algo andaba mal. En lugar de estar casados por 3 años, estarían casados por 5. Si alguna parte quería el divorcio, había repercusión para Francisco: abandonar la presidencia de la empresa, y para CHARLOTTE, era pagar por todo lo que ella había recibido en los últimos años. También se estipulaba que, a partir de ese preciso día, vivirían en la casa grande de Green House.

"No era la gran cosa", pensaba Francisco. "De alguna manera, saldré adelante en esta situación. ¿Qué puede pasar en estos dos años?"

Sin embargo, Charlotte no entendía cómo es que había cambiado el tiempo de tres a cinco años y se sentía muy preocupada. Charlotte estaba aterrada, ella pensaba que todo este tiempo había sido bendecida por los dioses, ahora esto le daba un golpe en la cara dejándola con otros dos años de un matrimonio falso. Pero ella no tenía con qué pagar por todos los gastos que en estos dos años y medio había vivido como una reina. No sabía qué creer o decir al respecto, no tenía otra opción.

- Abuelo, eres muy considerado al darme la oportunidad de conocer más a mi esposa. Sabía que algo traías entre manos - dijo Francisco mientras tomaba la mano de Charlotte y depositaba un beso en ella.

La actitud tranquila y segura, quizá un tanto despreocupada, de Francisco y el acto de tomar su mano con fuerza y depositar en ella un tierno beso dejó un poco más tranquila a Charlotte.

- Claro, sabes que no me puedes tomar el pelo, mi querido hijo, esto lo hago por tu bien. Y tomen sus abrigos que ya mismo nos vamos al que será su nuevo hogar.

Charlotte se sorprendió tanto que su boca estaba abierta.

- Vamos, pequeña, que no es para tanto, además la esposa de mi heredero no puede vivir en un simple departamento... - dijo el abuelo de forma arrogante pero muy simpática.

- Abuelo, ya es tarde, además tenemos que empacar - se escuchó la voz de Francisco con un tono tranquilo, aunque por dentro no podía creer lo que estaba pasando.

Green House fue la casa en la que él creció y donde vivió los momentos más felices al lado de sus padres, que hace diez años perdieron la vida en un viaje. Green House significa mucho y él quería llevar a la chica indicada a vivir juntos en esa casa, y era obvio que esa chica jamás sería Charlotte, por ello se sentía muy molesto. Ya que no la consideraba lo suficientemente buena para esa posición.

- Si ya es muy tarde y no podemos llegar así - dijo Charly nerviosa.

- Tranquilos muchachos, ya todo está arreglado - mencionó el abuelo sin ningún problema.

"Vamos, ustedes son los jóvenes. La noche es buena para nuevos comienzos", dijo con una sonrisa y poniéndose de pie. Francisco y Charlotte imitaron sus pasos, siguiéndolo. Los tres se subieron a una camioneta negra preciosa, así en pijama, pues no tuvieron tiempo. Una vez dentro, la camioneta arrancó y en ese momento el abuelo les pasó una carpeta a cada uno. "Es momento de reafirmar sus votos matrimoniales. No están a discusión, es lo que es y solo firmen", dijo el abuelo. "Nuevos votos matrimoniales" se leía en letras negritas. Eran solo esas tres, pero lo suficientemente difíciles para un par de extraños:

Vivir juntos en Green House por dos años más.

Dormir en la misma habitación.

Respetarse como marido y mujer.

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Comments

Emperatriz Reales

Emperatriz Reales

Siempre es lo mismo, el estupido por interés se casa con una pendeja, pobre, o en ruinas, enamorado de las putizorras interesadas, el abuelo, jodiendo cuando sabe todo, debería dejarla q haga su vida ,

2023-08-25

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