Capítulo IV

Alaster y Lea van a la cocina juntos. Mientras, Leo y Edna van al comedor. Luego de unos minutos de la cocina empieza a salir un olor agradable

— Waaaaahh… ¡Huele genial!

Edna babeando un poco mientras habla.

— Este olor… No es algo que pueda hacer mi hermana…

Responde leo un poco sorprendido por eso el exquisito olor.

En ese mismo instante entran Alaster y Lea con la comida.

— Cierto. Al final el Alaster cocinó todo. Yo solo miré.

Contesta lea, mientras sirve la comida.

— ¿En serio? ¡¿Es tan bueno cocinando?! ¿No estará envenenada ¿Verdad?

Edna, bastante intrigada, observa la comida, luego mira a Alaster exaltada.

— Tsk… Vamos a comer lo mismo, tonta Por supuesto que no lo está.

Le dice Alaster algo molesto por el comentario.

— Bueno, ¡buen provecho a todos!

Dice Lea empezando a comer.

Todos empiezan a comer y pasado un tiempo Alaster se le acerca bastante a Lea y le susurra:

— Señorita Lea, ¿puedo hacerle una pregunta?

— Claro, adelante, dígame.

— Leo y tú no parecen impresionados o asustados por la presencia de una bruja.

— ¿Por qué debería?

Alaster coloca un rostro lleno de ira, enojo y desconcierto, por la respuesta de Lea.

— ¿Por qué no? ¿No sabe lo peligrosas que son?

Lea solo le sonríe, mientras sigue comiendo.

— Pero ella ha salvado la aldea. Me ha salvado a mí, a Leo, incluso a ti. Todo arriesgando su propia vida. Tiene el corazón más puro que nadie, ¿Es eso lo que define como peligroso?

Alaster se queda sin palabras… por lo que Lea continua:

— Puedes observarla más si quieres. Parece que está de viaje. Y por supuesto necesita un compañero para viajar.

— Prefiero matarme antes de ser compañero de una bruja

Responde Al con molestia.

— Pero no puedes dejar que se vaya así.

— Sí. Al fin y al cabo es una amenaza para la humanidad. Pensaré en ello mañana, tal vez la escolte como prisionera.

Alaster ve a Edna y se da cuenta de que está comiendo muy rápido y de forma muy desastrosa.

— Sí que come mucho, señorita Edna

Responde Lea sonriendo.

— Efta comwida eftá muy fuena

Contesta Edna con la boca llena mientras sigue comiendo, con solo ver su cara se puede apreciar la buena mano en la cocina de Alaster.

— Esta mujer no tiene modales

Expresa Alaster enojado al verla.

— Qué cena tan animada

Contesta Lea.

***

Luego de comer, la noche ya se había posado sobre todo el lugar. Las luciérnagas alumbran la aldea dando un ambiente muy hermoso. La luna llena y las estrellas, hacían ver a aquel sitio, como un ambiente romántico. Aunque claro, con demonios al asecho en cada parte de ese bosque, no era un buen sitio para caminar.

Lea está guardando unas cosas en la cocina. Edna únicamente está leyendo su libro. Alaster está afilando su espada, mientras Leo solamente observa la armadura de Al.

— Deberían quedarse esta noche, y mañana continúan su viaje

Dice Lea viendo a Alaster y Edna.

— No me gustaría tardar tanto en llegar a la capital

Responde Alaster pensativo.

— Pero están muy cansados. Además, deberías preocuparte un poco por el golpe que te dio ese demonio. Tu armadura está hecha pedazos. Les será más difícil pelear en la oscuridad y serán fáciles de emboscar. Lo más sensato es esperar a mañana.

Responde leo, queriendo dar buena fe a Alaster y Edna.

— En eso tienes razón

Contesta Alaster.

— No se preocupen por donde dormir. Hay dos camas disponibles; así podrán descansar bien, sin ningún problema.

Les dice lea.

— Muchas gracias, señorita Lea. Pero con su permiso debería irme a la cama de una vez. Debo regresar lo más pronto posible a la capital.

Dice Alaster a Lea.

— No hay problema, señor Alaster, le guiaré a su habitación.

Se ofrece leo.

— Creo que yo también debería dormir. Estoy muy agotada por todo lo que pasó el día de hoy.

Edna levanta de su puesto.

— Yo la acompañaré a su habitación, señorita Edna.

Le contesta Lea mientras acompaña a Edna, y Leo a Alaster.

Al se quitó la armadura rota y se dispuso a dormir. Pero luego de un rato leo entra a su habitación, y se lleva la armadura.

***

Ya de mañana los primeros rayos de sol, entraban en la habitación, iluminando el lugar. La habitación estaba casi vacía. Salvo por la cama que se encontraba en medio. En donde se encontraba Edna durmiendo. La luz del sol la despertó. Por lo que se levantó con un rostro somnoliento y frotó su cara para despertar. Después se vistió con su ropa habitual, luego recogió sus cosas y salió de la habitación.

Afuera ya se encontraba Alaster sentado en la mesa sin su armadura, tomándose una taza de té. Mientras que Lea hacia el desayuno.

— Buenos días.

Dijo Edna al verlos.

— Buenos días, señorita Edna ¿Tuvo buena noche?

Le contesta Lea.

— ¡Sí! ¡Muchas gracias! De hecho tenía tiempo sin dormir en una cama, así que fue muy reconfortante.

— Me alegra mucho, escuchar eso.

— Gracias.

Alaster, por su lado, solo la ignoró mientras tomaba un sorbo de té. Edna tampoco le prestó atención.

— Lea… ¿Dónde está Leo?

Pregunta Edna observando su alrededor.

— La verdad no lo sé. Cuando lo fui a buscar a su habitación temprano para despertarlo, ya no estaba.

— Ya veo… A lo mejor salió a hacer algo temprano.

— Es probable, él es muy activo siempre.

Edna se queda viendo a Alaster por unos minutos.

— ¿Qué tanto me ves, bruja?

Le dice Alaster a Edna cansado de que lo mire.

— Es solo que… no traes tu armadura.

Alaster no se había percatado, por lo que abrió los ojos de forma sorpresiva.

— Creo que la deje en la habitación.

— No es necesario que lo busque, señor caballero

Dijo una voz.

Todos voltean a ver. La voz era de Leo con la cara y la ropa llenas de hollín.

— Sé que lo hice sin su permiso, señor caballero. Pero he reparado su armadura.

Continúa Leo, mientras se acerca.

Leo muestra la armadura de Alaster completamente reparada y modifica.

— Vaya, eres increíble.

Contesta Alaster al ver la armadura.

— Puede que no lo parezca, pero soy un herrero. También me tomé la libertad de hacerle ciertas modificaciones. De esa forma será más efectivo contra los demonios.

— La verdad pensé que no tenía reparación, pero veo que sí. ¿Qué modificaciones hiciste?

— Pues las armaduras normalmente están hechas con hierro cristalizado, de esa manera no se hunden con los golpes para no lastimar al usuario. Pero es un metal muy pesado y se rompe igual a que una roca, por lo que repararlo es casi imposible. Por otra parte, tenía ciertos lingotes de acero cristalizado y decidí repararlo con eso. Sin embargo, ese metal es mucho más pesado y no se usa en armaduras porque vuelve muy lento a la persona. Así que le incruste ciertas runas y piedras preciosas, con un poco de Ecnita. Haciéndola más ligera. ¡Debería probársela!

Alaster se puso la armadura y era mil veces más ligera que antes.

— Vaya, es verdad. Es increíblemente más ligera que antes.

Dice Alaster asombrado.

— Las piedras de zafiro, esmeralda, rubí y amatista te protegerán hasta cierto punto de los ataques espirituales. Aun así no te confíes.

— Tengo una pregunta ¿Tú sabes utilizar… el lenguaje de runas?

Dice Edna intrigada.

Leo se frotó la parte trasera de su cabeza.

— La verdad solo aprendí de casualidad. Me encontré una runa y cuando le inscribí un símbolo al azar le otorgaba una habilidad a lo que se la pusiera. Dure meses aprendiendo todos los signos que funcionaban y para qué. Por eso sé cómo usarlos.

Responde Leo con una leve sonrisa, lo que demuestra aún más sus capacidades.

— Vaya, en verdad eres increíble. Yo duré tres años para lograr aprenderlas bien. ¡Si quieres te enseño!

Dice Edna asombrada, luego pone una voz triste y de cansancio.

— Muchas gracias, señorita Edna. Pero usted debe hacer un viaje, así que no se preocupe.

Contesta Leo inclinándose como disculpa. Luego mira Alaster mientras continúa explicando:

— Y también puse una runa de cambio de temperatura, solo por si acaso.

— ¿Cambio de temperatura?

Pregunta Edna.

— Pues es un tipo de runa que cambia la temperatura de la armadura a lo opuesto. Es decir, si hace mucho frío, la armadura se calentará para evitar el frío. Y lo mismo a la inversa. Es necesario porque ese material es muy volátil con sus cambios de temperatura.

— Bueno, suficiente charla de herrería. Ve a lavarte Leo, que la comida ya está lista.

Interrumpió Lea desde la cocina.

Todos se sientan en la mesa y empiezan a comer, esta vez se nota un poco más de confianza por parte de Alaster.

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