Capítulo Nº4

** Kevin. **

Vamos al lado más bajo y oscuro de la ciudad y se que no es lugar para alguien como Inés pero no tengo alternativa. Acá todos me conocen como “Rayo" y tengo una reputación que mantener. Transcurren unos minutos en silencio hasta que ella me pregunta.

⎯ ¿A dónde vamos?

⎯ Inés, ahora soy yo él que tendrá que pedirte que guardes mi secreto y confíes en mí. Acá no te pasará nada malo mientras finjas ser mi novia y no te separes de mi lado.

⎯ Voy a confiar pero luego tendrás que darme una explicación de todo esto.

Llegamos hasta un autódromo abandonado, hay un portón negro, un poco oxidado y en mal estado. En la entrada un hombre robusto hace de guarda, ya me conoce y nos da la bienvenida, me entrega una tarjeta para ingresar, mira a mi acompañante de arriba a abajo y dice.

⎯ ¿Y Betty?

⎯ Hoy necesito un cambio. Ella es Cleo.

⎯ Hola, belleza.

⎯ Hola.

⎯ Adelante, aunque me parece que este cambio no te favorece, jajajaja.

Pasamos el portón hice unos metros y ella me pide que me detenga. Pasa al asiento de atrás y me dice que no mire. Trae consigo su bolso del trabajo, donde siempre tiene una muda de ropa y material para cualquier emergencia. Comienza a cambiarse de ropa. Se saca su ambo de enfermera y se pone una remera muy ajustada a la cual le rompe un poco el escote con unas tijeras para que se vea mas sexi, se deja ver su corpiño de encaje rojo; se suelta el pelo, se maquilla con demasiada sombra azul en los ojos y se pone un labial rojo; toma nuevamente las tijeras y le hace unos cortes a su jean. Lo único que no puede cambiar son sus zapatillas blancas, pero se ve tan bien que nadie se va a fijar en ese detalle.

⎯ Creo que ahora sí estoy más acorde para este lugar.

⎯ Perfecto pero no era necesario. Estas conmigo.

⎯ Claro, y Cloe te vino a curar las heridas, jajaja.

⎯ Tienes razón, te ves mucho mejor ahora.

⎯ Y a propósito, ¿por qué ese nombre?

⎯ Todas las prostitutas que conozco se llamaban así. No se me ocurrió otra cosa.

⎯ Gracias. Ahora estoy acorde a mi nuevo nombre. Jajaja.

Entramos a unos hangares donde guardo mi Ferrari negro con un rayo rojo en ambos laterales. Paco ya me está esperando y me dice.

⎯ Por fin llegas… perdón, ¿y este ángel quien es?

⎯ Ella es Cleo, mi nueva conquista.

⎯ Una belleza. Soy Paco.

⎯ Gracias y mucho gusto.

⎯ Ya es hora, te esperan en la meta.

⎯ Claro. Cloe quédate con Paco, él es mi mano derecha, nada te puede pasar si están juntos.

⎯ De acuerdo. Buena suerte.

⎯ No la necesito.⎯ me voy y le tiro un beso.

Me sitúo en la línea de salida de una pista precariamente iluminada por barriles en llamas. La mezcla del olor a brea y gasolina llena mis sentidos. Con cautela, pero también rapidez, estudio la pista, preparándome para el desafío de una carrera clandestina, en la que no he sido derrotado en casi dos años. Mi respiración acelera, hoy es diferente.

Un familiar lleno de nervios presencia mi doble vida, y su mirada pesa en mí. Respirando hondo, me enfoco, el sonido de los motores rugientes concentra mis pensamientos. Dejo a los demás para desplegar su espectáculo mientras mi mente fría y bien entrenada anticipa cada detalle de la carrera.

Seis vueltas, el premio son los autos de los demás corredores y efectivo, el riesgo, mi querido Rayo. Pero esa no es una opción, vengo a ganar.

La carrera empieza. Avanzo veloz desde el tercer lugar, conservando mis fuerzas. Cuando uno cae fuera de pista, asciendo una posición. Estoy gozando la tensa rivalidad con el líder, hasta que un humo blanco indica su derrota. Aprovecho mi momento, y acelero adelantándolo. Cruzo la línea de meta triunfante una vez más, sosteniendo mi invicto. En mi espejo retrovisor, Ines y Paco se abrazan festejando.

⎯ Eso estuvo genial. ¿Por qué nunca me trajiste antes? Esto es muy emocionante, me encanto y eres increíble. Al principio pensé que eras un perdedor, pero mira, ¡ganaste sin hacer ningún esfuerzo!

⎯ Gracias por el voto de confianza, será mejor que nos marchemos y en casa hablamos. Paco elige el auto que quieras. Te lo ganaste por cuidar a Cloe.

⎯ Gracias hermano y cuando quieras cuido a esta belleza.

⎯ Gracias me divertí.⎯ le dice Ines a Paco, le da un beso y nos vamos a mi auto.

Salimos del autodromo y llevo a Inés a su casa. Cuando esta por bajar veo el mismo auto que estaba en el estacionamiento del hospital y le digo.

⎯ Espera. Hoy dormirás en casa.

⎯ Esta bien.⎯ me dice desanimada.

Nos vamos a mi departamento y todo el trayecto en el auto fue en silencio, el entusiasmo y la felicidad que teníamos se arruinó en un momento. Bajamos y le indico que use mi habitación, yo dormiré en el sillon.

⎯ Tengo que hacer algo, ese hombre no me va a dejar tranquila.

⎯ Sobre Carlos…hay algo que debes saber. El club es una pantalla, él en realidad es un proxeneta, no creo que sea tan fácil salir de todo esto. Ahora si debemos hablar con la policía y nuestros padres. Si hoy rompió tus cubiertas imaginate lo que es capaz de hacer.

⎯ Tienes razón, no voy a seguir huyendo, lo enfrentaré y les contaré todo a mis padres. Ellos siempre me apoyaron, no creo que ahora me den la espalda.

⎯ Así se habla, vamos a descansar, mañana será un largo día.

⎯ Gracias y hasta mañana.

Nos levantamos temprano el domingo y estamos desayunando cuando me doy cuenta que Inés no puede ir a ver a los tíos vestida así. Llamó a Emma y le pedimos que traiga una muda de ropa. Llega a la media hora y mira a Inés de arriba a abajo.

⎯ Vaya, vaya. Ahora salen de fiesta y no me invitan. ¿Qué pasa, siames?¿Ya no soy buena compañía?.⎯ lo dice en broma pero sabemos que en realidad está celosa.

⎯ Nada de eso, tu siempre serás la mejor.⎯ le digo y le doy un beso en su cabeza.

Inés sube a darse una ducha y se prepara para hablar con sus padres mientras yo le cuento todo a Emma, omitiendo el detalle de la carrera. Todavía no estoy preparado para contarle mi secreto.

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