TE NECESITO FUERTE

MIGUEL

Casi de inmediato después que presenté a Andrea cómo mi esposa, Don Erasmo Mondragón me llamó.

— ¿Qué chiste me acaban de contar? ¿Cómo que estás casado? — lo decía en tono molesto.

— No es ningún chiste. Esa es la verdad pero no sabía que aquí habían reporteros.

Andrea que la tenía de frente, me quedó viendo con unos ojos que decían mucho. Bajó la mirada.

Don Erasmo que continuaba en la llamada seguía reclamando.

— ¿Tú padre sabe la locura que acabas de hacer?

— Don Erasmo, yo le tengo un gran aprecio porque usted es el padre de Vanessa, gran amigo de mis padres pero no le permito que se meta en mi vida personal.

— ¿Y Vanessa? ¿Le pusiste madrastra a Elizabeth? esto no lo veía venir de ti. Creí que ibas a respetar la memoria de mi hija.

— Voy a colgar. Si gusta podemos hablar el tema en privado— Colgué la llamada.

Lo último que me faltaba es que mis suegros estén en contra de mi nueva relación.

Mi padre me llamó.

— Me acaba de llamar Erasmo.

— Padre. Tú no, por favor.

— Ven de inmediato a la casa— Colgó la llamada.

Andrea empezó a morderse los labios. Cada vez que ella se sentía insegura o nerviosa se mordía los labios. Era algo que había observado desde que la conocí.

— Si es un problema para ti nuestro matrimonio podemos anularlo. Lo menos que deseo es provocarte un problema familiar.

— Andrea— suspiré— tranquila. Puede que las aguas se agiten un poco pero eso no significa que tú y yo tenemos que separarnos. Solo te voy a pedir que te mantengas fuerte. Ellos necesitan tiempo para asimilar. Ya regreso.

Me puse el cárdigan y salí de la oficina. Tomé mi auto y conduje hasta la casa de mis padres.

Mi madre me recibió con un beso en la mejilla.

— Explícame. Erasmo está molesto.

— No hay nada que explicar. A Vanessa la amé mucho pero ella ya no está. Ya ha pasado más de dos años. Es hora de reiniciar mi vida. Lloré mucho cuando Vanessa murió. Espero me entiendan.

— Hijo mio— dijo mi madre— sea cual sea tu decisión yo te apoyaré.

— Miguel. ¿Estas seguro que ella no está por interés? — preguntó mi padre.

— Lo estoy. Elizabeth la quiere mucho. De cuenta es porque Elizabeth la escogió para mí es tomé la opción de casarme con ella. Han desarrollado un cariño especial.

— José, siempre estoy de tu lado y en todo momento pero esta vez nos toca apoyar a Miguel. Yo me alegro que Miguel esté feliz. Además él no es un jovencito, es un hombre de 37 años.

Abracé a mi mamá. Ella siempre es comprensiva y directa.

—Hablaré con Erasmo. Aunque no estoy convencido. El casarte sin tomarnos en cuenta, eso me disgusta y mantenerlo en secreto me disgusta más.

— Me regreso a la oficina. La próxima vez vendré con ella para que la conozcan.

Salí de la casa de mis padres y me dirigí a la oficina. Ahí estaba Andrea sentada con las manos en la cabeza. En cuanto me vio se puso de pies.

—¿Todo bien? ¿Qué te dijeron?

— Tranquila. Mis padres comprenden. Es normal sentir inseguridad, incertidumbre, dudas. Al final ellos no tienen otra opción que aceptarte porque es mi elección.

Abracé a Andrea.

— Se qué es difícil todo inicio y la aceptación de mi familia pero con el tiempo ellos van a ceder. Tú eres una buena mujer— besé su frente.

— Eso espero.

Sin tocar la puerta entró don Erasmo. Al ver que estaba abrazando a Andrea se puso aún más molesto.

— ¿Y te atreves a traerla aquí? Eres una sinvergüenza— Le dijo a Andrea.

Andrea abrió sus ojos como platos.

— Que se retire está mujer de aquí.

— Con todo el respeto que se merece don Erasmo creo que está actuando equivocadamente y le pido por favor respeto para Andrea.

— Ella es más joven que tú. ¿Crees que te ama? Seguro está detrás del dinero. Te aclaro esto Miguel, el dinero es de ambas familias y no quiero que mi esfuerzo quedé en las manos de esta mujer.

Andrea estaba a punto de llorar. Sus ojos estaban rojos. Ella se salió de la oficina.

— Don Erasmo no quiero faltarle el respeto pero quiero que me comprenda.

— Está es una burla a la memoria de mi hija.

— ¿Cómo me burlé? En vida, Vanessa fue mi adoración. Jamás la violenté, jamás la engañé. Fui íntegro con ella pero ya han pasado más de dos años desde que ella murió. Creo que tengo el derecho de reiniciar mi vida con la mujer que yo escoja.

Don Erasmo se quedó callado. Salió de mi oficina.

Salí a buscar a Andrea pero no la encontré cerca de la oficina. Así que la llamé por celular.

—¿Dónde estas?

— Estoy caminando para tomar un taxi a casa.

— Regresa por favor.

— Me voy a casa— Andrea colgó la llamada.

Sali de la empresa y me fui a casa. Cuando llegué lo primero que hice fue ir al cuarto. Andrea estaba sentada en la cama.

— Andrea, ¿por qué no te regresaste?

— He estado pensando las cosas. No quiero que pienses que soy una persona que le interesa tu dinero o tu empresa. Tú sabes cómo empezaron las cosas entre nosotros. No quiero que por mi causa tu familia se disguste contigo.

Le tomé las manos e hice que se levantará de la cama. Acaricié su rostro.

— Es cierto que tal ves en este momento no estén muy de acuerdo, solo es de tiempo.

Andrea empezó a llorar.

— No llores. Tú no eres de llorar. Eres fuerte y así es como te necesito.

— Me estreso con facilidad, eso es todo.

— Ven aqui— señalé mi pecho— ¿Con quién estás casada Andrea?

— Contigo.

— Entonces es lo único que importa. No somos niños y nadie debe meterse. Yo siento en mi corazón que tú eres muy sincera cuando te entregas a mi.

Andrea sonrió

—Te parece que hoy demos un paseo solo los dos, como una pareja de recién casados.

— Si.

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