Capítulo 10 CÓMODA PRISIÓN

...BELÉN CLINT...

Mi novio seguía cambiando, pasaron tantas cosas en su hogar que yo gradualmente creí en sus explicaciones, no tenían nada extraño y eran convincentes.

El teléfono de línea se quedó sin tono y cuando le dije justifico aquello diciéndome que hubo un problema con el cableado y nuestros vecinos estaban en la misma circunstancia. Yo no conocía a nadie por lo que creí en lo que me dijo.

-Amor, ¿Me das dinero?- le pregunté aunque no debería

-¿Para que lo quieres? ¿No tienes todo lo que necesitas conmigo?- preguntó y pude ver qué parecía enojado

-Necesito comprar toallas sanitarias- vi que cambió su semblante y se fue a comprar él mismo

Cuando quise salir noté que la puerta estaba cerrada con llave otra vez. Las ventanas tienen rejas. Siento que estoy en una cómoda prisión de la cual no puedo salir así me lo proponga.

Mí novio me propuso dejar el trabajo en el bar pero no fue una conversación de pareja dónde estaba preocupado por mi o por el horario que hacía sino que dijo que yo trabajaba allí porque era una puta que iba a buscar hombres para engañarlo.

Cada noche está en mí empleo, siempre sigue con la mirada todos mis movimientos y a la vez cuando no trabajo estoy en su casa, la que compartimos. No voy sola a ningún sitio, no tengo media hora para ir a ningún lado sin él. Si necesito algo él solo va y lo compra mientras que yo me quedo aquí encerrada bajo llave.

Me pareció verlo consumir algo que no era solo alcohol y cuando llegamos de mi trabajo se comportó más irracional y acabó golpeandome.

Fue la primera vez que me abofeteó pero lo hizo tan fuerte que caí al suelo y con algo me golpeé. Cuando reaccioné estaba desnuda en la cama y él sobre mí saciando sus deseos. Sentía que se me partía la cabeza de dolor y mis manos estaban amarradas.

Pude ver su rostro totalmente deformado, parecía fuera de si y se quejaba como un animal. Decía cosas sin sentido. Parecía tener más energía de alguna forma y yo quería que se detuviera pero no lo hacía por nada. Sus ojos estaban desenfocados y sus pupilas dilatadas.

No podía comprender que droga había tomado. Entendía que estaba fuera de si y que luchar sería en vano. Me superaba en tamaño, en fuerza y además estaba atada.

Cuando se detuvo y se acostó me concentré en desatar el nudo que mantenía mis manos sujetas. Pude hacerlo después de mucho intentar. Mis muñecas tenían marcas rojas y con cuidado fui al baño. Mi intimidad dolía horrores y mi reflejo en el espejo fue aún más doloroso.

Mí mejilla tenía un morado, mí cuello, pechos, piernas, estaba toda marcada. Me había mordido dentro de su descontrol y también me había dejado varias marcas normales hechas por succión con su boca.

Me metí a la ducha y lloré hasta que por el llanto mis ojos se pusieron rojos y mis párpados estuvieron inflamados aún más que el golpe que él me había dado.

Busqué ropa y dormí en el sofá, lo que menos quería era que vuelva a sentir mí cuerpo en la cama y me tomara otra vez, no podía soportarlo.

Por la mañana bastante tarde lo sentí levantarse. No sabía si se acordaba de algo o no, tampoco tenía conocimientos desde cuándo usaba drogas porque jamás lo había visto en ese estado antes.

Cuando me miró al entrar a la cocina mostraba confusión y arrepentimiento pero yo estaba tan aterrada que no quería ni que se me acercara.

-Lo siento de verdad amor, no recuerdo bien lo que pasó pero yo no estaba en mis cinco sentidos, no puedes culparme por algo así- quiso acercarse a mi

-Me golpeaste, cuando me desmayé me llevaste a la cama, me ataste y me violaste. No quiero seguir con ésto, déjame ir te lo suplico- pedí volviendo a llorar

-No te irás, te amo, me muero sin ti, esto jamás volverá a pasar. Si te vas te juro que me mato- parecía sincero y le creí

-Prometemelo, nunca volverás a maltratarme- le exigí

-Lo juro amor pero lo mejor sería que dejaras de trabajar allí. Yo acabé drogado y muchos hombres intentan propasarse contigo, si no voy a cuidarte no estás segura- pensé un momento y asentí, tal vez de esa forma nuestra vida mejoraría

Mí empleo no me agradaba demasiado y de verdad consideré abandonar el lugar, además de todo esto estaba mí relación y las marcas que ahora tenía. De todas formas debería faltar y me despedirían. Inconscientemente pensé que si yo me alejaba de ese ambiente nocturno mí pareja también lo haría.

Si él se alejaba de allí ya no bebería ni estaría expuesto a drogas, ya no habrían celos y seríamos felices viviendo en tranquilidad.

La verdad es que cuando escuché mujeres hablando sobre violencia decían "al primer golpe no me ve más la cara" pero en mí situación escapar no era sencillo. Además de todo yo lo quería y mucho. Él fue mí primera relación, mí primer hombre, mí salvador. No quería perderlo, quería ayudarlo a cambiar y ser mejor persona porque todos merecemos una segunda oportunidad ¿O no?