Capítulo 4 MENTIRAS

...BELÉN CLINT...

Creí que éste apuesto caballero de cálida sonrisa era un ángel caído del cielo y comencé a imaginarme a su lado. Jamás había tenido un novio, ni pareja, Jamás había vivido fuera del orfanato hasta hacia poco tiempo y eso explicaba mi nivel de ingenuidad.

Con hermosas palabras endulzó mi oído y los siguientes días que asistió a mi trabajo pidió ser atendido por mi. Siempre me dejaba generosas propinas y sus amigos me trataban con el debido respeto.

Al cabo de muchos días él me invitó a salir. Era el primer hombre en pedirme una cita, me sentía tan feliz y nerviosa pero mirándonos a los dos decidí rechazar la invitación con toda la educación que poseía. Él se notaba que tenía dinero, siempre vestía ropa cara y distinta mientras que yo no estaba a su altura ni tenía algo adecuado para poder usar.

Por su actitud pareció molesto, tal vez imaginaciones mías pero luego de mi rechazó siguió invitándome a salir aunque con menor insistencia.

Sonia y Andrea, dos compañeras de trabajo me decían que debía de aceptar, que el era todo un papacito y que se moría por mi pero yo tenía la vergüenza suficiente para mantenerme alejada y no involucrarme. No necesitaba hacerme ilusiones y tener el corazón roto al final.

Pude comprar algo de ropa después y mi confianza aumentó. Finalmente me sentí lista para poder ir a una cita con él.

Cuando me invitó acepté. Sonia me prestó maquillaje y me enseñó a usarlo. Tenía confianza en que todo saldría más que bien.

Fuimos al cine y a cenar, fue muy caballeroso y agradable. Me llevó después un lindo vestido y zapatos a mi trabajo como obsequio junto a una tarjeta dónde tenía escrito un lugar y horario para una segunda cita.

Fuimos a varias citas y finalmente el me besó. Se dió cuenta de inmediato que no tenía ni la mínima experiencia porque me lo preguntó sin rodeos. Le dije la verdad y pareció alegrarse.

Yo seguí trabajando y él viéndome allí dejándome generosas propinas y siempre un detalle que me demostraba que siempre pensaba en mi.

Pasaron algunas semanas dónde nuestro noviazgo floreció y conocí a su familia. Su padre me trató con indiferencia y su madre... me odió y no se esforzó en demostrarmelo.

-A mi hijo le gusta que le sirvan la comida, ¿Que harás si viven juntos? Seguro lo harás sufrir- me miró despectivamente

-Madre por favor, es mi vida y soy quien toma las decisiones en ella- advirtió con seriedad

(.....)

Cuando fui al bar una noche como cualquiera un hombre estaba demasiado insistente y quería que yo le regalara una noche. Estaba ebrio y por eso más insistía.

Cuando él maldito sujetó ese quiso tocarme mi novio intervino y le dió un puñetazo que lo mandó al suelo. Jamás lo había visto tan molesto pero me hizo sentir tan protegida, él era mi salvador. El hombre que creí amar.

-¿Estás bien mi reina? Ese hombre no volverá a molestarte, nadie te tocará mientras estés conmigo- en sus ojos ví la determinación y asenti aferrándome a su cuerpo para abrazarlo

La situación me había asustado mucho, jamás nadie me había tocado de un modo inapropiado, ni siquiera quien era mi novio pero me sentí protegida. Él valía la pena, él siempre estaría para mí y hasta de su propia madre me había defendido. Hombres como él valían la pena ¿No es así?

Pasaron algunas semanas más dónde él me invitó a dormir a su casa, estaba nerviosa. Él cocinaría para mí y después podríamos dormir juntos. No podía negarme, él hasta me presentó a sus padres, la relación nuestra era lo suficientemente seria.

En su casa descubrí la primera mentira cuando vi que lo que dijo cocinar para mi tenía el recibo de un restaurant importante y en el cesto de basura el papel del lugar.

Aún así me pareció un lindo detalle de su parte el esforzarse, tal vez la cocina no era lo suyo.

Cenamos y después entre besos me llevó a su cuarto. Él en ese momento fue dulce y tierno conmigo pese a que no había nada especial en el cuarto por ser mi primera vez. Yo deseaba flores o algo lindo pero ni música suave hubo. Aún así creí que él me amaba lo suficiente.

Cuando vió mi cuerpo en ropa interior me dijo que me compraría lindos conjuntos. Me sentí un poco apenada pedo decidí dejar pasar ese comentario y seguir adelante antes de que me sintiera peor y me retractara desilusionandolo.

Se protegió y no fue muy delicado cuando entró en mi. No lo disfruté en absoluto pero él parecía gozarlo en grande. Me miraba como esos hombres del bar, me tocaba sin pena, se comportaba un poco rudo pero decía que me amaba.

Al terminar fue a limpiarse y me abrazó junto a su cuerpo. Me dijo cuánto le había gustado y me preguntó si me gustó también. Le mentí por primera vez diciéndole que si.

Aquella noche los dos mentimos, él con la comida y yo con la intimidad pero no todo podría ser perfecto siempre. Seguro las veces siguientes yo lo disfrutara más y no doliera. Esto no era su culpa, las chicas de mi trabajo dijeron que esa vez en particular duele.

Desperté con él, y fui al baño sintiendo dolor en mi parte íntima. Tenía bastante sangre que manchó mis piernas y varias gotas caían de mi mientras orinaba. Tomé bastante papel sanitario y lo puse en mi ropa interior como si fuera una compresa para después salir del baño.

Él sacó las sábanas y me las entregó para que les quite las manchas. Creí que solo era muy obsesivo con la limpieza y eso me daba más vergüenza, era mi sangre y mi deber limpiarlo.

Después de eso nuestra relación cambió, aveces era mi caballero de brillante armadura y aveces parecía otra persona, más que nada cuando deseaba que estuviéramos juntos íntimamente. Luego de algunas veces yo seguí sin disfrutar y él comenzó a quejarse un poco de eso así que hice lo que creí correcto, fingir que estaba disfrutando para que no se sintiera mal conmigo.