Isa conmocionada ante la situación, no se había percatado de que se hallaba al frente de aquel estudio. La persona en el interior podía verla perfectamente, gracias a que la puerta había quedado completamente abierta.
Todo empeoró en su mente, cuando se percató de que además acababa de invitarla a ingresar.
¡Rayos!
Eso le pasaba por ser tan metiche.
La joven tragó saliva con dificultad, intentando ahuyentar sus nervios. Debía entrar como le había indicado, aunque en el fondo no quería hacerlo.
—Cierra la puerta—dijo el hombre una vez estuvo dentro.
Él se encontraba sentado en su escritorio, a su alrededor podía percibirse un aura de magnificencia absoluta. Su rostro imperturbable, pero hermoso, veía con atención unos documentos.
—Discúlpeme, señor Heinrich. No fue mi intención espiar—empezó con sus disculpas.
¿Qué más podría querer hablar ese hombre con ella, sino el hecho de regañarla por husmear?
Müller despegó su mirada de los papeles, y la miró con aquellos ojos grises tan amenazantes.
—¿Padeces alguna enfermedad?—preguntó con su voz fría.
—¿Eh?
—¿Qué si padeces alguna enfermedad?—la exasperación esta vez acompañó la pregunta.
—No señor.
—¿Alergias?
—Ninguna—Isa lo miraba sin comprender. ¿De qué estaba hablando ese hombre?
—Bien—Heinrich regresó su mirada a los papeles—. Puedes retirarte—indicó serio.
Isa no supo en qué momento todo aquello se había transformado en una entrevista de trabajo, pero agradeció profundamente el hecho de que le ordenará marcharse.
Gustosa salió casi corriendo de allí. No recordaba haber estado en una situación tan extraña antes, sin duda ese hombre era demasiado misterioso.
Así paso el resto de la tarde. Dando vuelta en el asunto de las misteriosas preguntas, hasta que bien entrada la noche se había quedado dormida. Eran aproximadamente la una de la madrugada, cuando sintió que su puerta era tocada.
—¡Isa!—Erika la abrazó apenas abrió la puerta.
Su prima se notaba eufórica y de buen humor. La había arrastrado a la cama y cuando ambas estuvieron sentadas, acarició su rostro.
—Me alegra tanto que estés aquí—le dijo.
Isa no pudo evitar sonreír, mientras correspondía al gesto.
—Yo también estoy feliz de estar a tu lado—respondió con sinceridad.
—Isa—Erika había pronunciado su nombre una vez más, pero en esta oportunidad con mayor suavidad—. Necesito tu ayuda. —solicitó viéndola fijamente.
Ojos verdes suplicantes le miraban con atención. Sus pequeñas manos habían sido apresadas en el regazo de su prima. Ella las acariciaba con una delicadeza única, aquel gesto logro distraerla del momento y de la conversación que recién iniciaba.
—¿Podrías ayudarme?
—Sí—contestó sin pensar mucho en aquello en lo cual su prima pudiese necesitar su asistencia. Si estaba en sus manos ayudarla, lo haría.
—Yo no puedo tener hijos—le soltó sin más, Erika.
Los ojos de Isa se abrieron sorpresivamente mientras entendía la gravedad de aquel asunto. Su corazón se contrajo al instante, eso era algo terrible.
—Lo siento—fue lo único que se le ocurrió decir.
Y realmente lo sentía mucho por su prima. Ser madre era algo maravilloso, o, al menos, esa era su idea que tenía sobre el tema.
En ese momento, llegaron a su memoria una pila de recuerdos muy poco ordenados. En más de una ocasión había desempeñado la labor de niñera, era algo que le gustaba y no lo veía como un simple trabajo.
—Tienes un don con los niños—en algún momento alguien le había dicho. Y había llegado a creérselo, puesto que cada pequeño que cuidada rápidamente se encariñaba con ella y viceversa.
Era un poco precoz el pensamiento, pero en aquellos instantes en los que cargaba a algún bebé en sus brazos se imaginaba a sí misma atendiendo a sus propios hijos. ¿Cuántos tendría?
Sin poder contenerlo las lágrimas habían escapado de sus ojos mieles.
—De verdad, lo siento tanto—sollozo. No quería imaginarse en la misma situación de su prima, pero no pudo evitarlo. El sentimiento era desgarrador.
Erika estaba casada. Por palabras de ella misma, había entendido que amaba a aquel hombre de expresión fría y de alguna manera quería creer que él también sentía lo mismo por ella. Aunque era difícil saberlo bajo aquella máscara de hielo que usaba constantemente.
Su prima merecía ser feliz. Merecía una familia y vivir rodeada de amor. No poder concebir, no poder ser madre, era algo que su prima no merecía sufrir.
—Tranquila, Isa—Erika le susurro, mientras limpiaba lentamente las lágrimas que rodaban por su mejilla—. No todo está perdido para mí—le dijo.
Isa la miró levemente esperanzada.
—Existe una manera en la que puedo ser madre—continuó la ojos verdes—. Isa, tú eres esa manera—concluyó sonriente. Segura y convencida de que su pequeña prima la ayudaría.
Apenas su insistente plan empezaba a dar resultados. Desde aquella conversación, Heinrich no parecía haber cambiado mucho de parecer con el tema del hijo. Aunque había sido muy evidente que la intromisión de Ida en el asunto, lo había desencajado.
No pudo evitar sorprenderse de buena manera, cuando su marido había entrado en la habitación con otra intención que no era sexo o discutir. Con un corto, pero contundente "tengamos el hijo" entendió que ya no había marcha atrás. Él había aceptado.
—Pero ¿cómo yo podría...?—Isa no lograba entender cómo ella podría ser una solución para el problema de su prima.
¿Podría resolverse el asunto de su esterilidad con alguna transfusión de sangre o a qué se refería?
Erika llevó su mano al vientre plano de su prima y tocó suavemente acariciándolo.
—Le llevarás aquí, por mí—exclamó con una mirada soñadora, siendo observada atentamente por una estupefacta Isa.
Aún no conocía lo que era dar su primer beso. Tampoco sabía lo que se sentía estar enamorada y mucho menos había encontrado al hombre que iba a regarla y cultivarla con amor, como le había dicho su abuelita. Y ahora resultaba que... ¿Iba a tener un hijo?
¡¿Un hijo?!
¡¿Un hijo para alguien más?!
¡¿Un hijo para su prima?!
¡¿Un hijo de...?!
—¡No!—gritó levantándose bruscamente de la cama.
De ninguna manera haría algo como eso. Un hijo era algo sagrado y no lo tendría simplemente por tenerlo.
Su vientre solo estaría dispuesto para llevar el fruto de su gran amor… y algún día así sería.
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Updated 78 Episodes
Comments
Diana Blanco
una novela de interés para una mujer mantener un estatus
2024-02-24
0
Tatiana Vera
fotos de los personajes
2023-09-19
2
Anonymous
Esta historia es muy interesante. Veamos cómo se desenrollan los acontecimientos
2023-07-31
1