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Capítulo 4

La pobre Mariana, después de que se fuera Dante de la casa, sin saber que más hacer, solo pudo quedarse en la cama y llorar durante horas.

Rosa fue a verla a la habitación, al verla tan mal, no supo que fue lo que hizo su patrón Dante, que ocasionó que su niña, Mariana, se pusiera así. Solo estaba segura de que lo que sea que hubiera pasado, de seguro era algo grave. Nunca había visto a Mariana tan mal, después de una discusión entre ellos.

Por más que Rosa trato de ayudarla y hacer que se levantara no pudo. Mariana terminó pidiéndole que se fuera de la habitación y la dejara sola, aunque no había sido grosera, el cariño que le tenía a Rosa no se lo permitiría. Solo que ella no estaba de humor en este momento y solo quería seguir ahí en silencio. Al parecer solo quería seguir ahí, lamentándose de su suerte.

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Por otro lado, Dante, esa noche, fue a un antro muy conocido en la ciudad. Estaba decidido a empezar con su plan y humillar a Mariana.

Ya tenía todo pensado, hoy conocería a alguien y se la llevaría a su cama. Al salir sabía que serían fotografiados por todos los reporteros que estaban afuera en busca de una noticia.

Para él su plan no tenía fallas, solo tendría que encontrar a alguien rápidamente y los rumores, su relación con otra mujer y de los cuernos que le puso a Mariana correrían rápidos.

Sin embargo, cuando apenas entró al lugar, una mujer muy guapa, que estaba en una mesa, lo vio. Se le hizo extraño el verlo ahí, pero rápidamente se animó. Se paró de su asiento y se acercó a él, quien al verla la invitó a sentarse en la barra a su lado.

Estuvieron durante una hora, hablando de como Mariana se hacía la víctima y no se hacía cargo de engañarlo con otro hombre y de querer robarle dinero. Esta conversación, solo hizo que Dante tomara y tomara alcohol, durante todo el tiempo que ellos estuvieron hablando.

En un momento, Lucía, muy inteligentemente, le dice a Dante, que si ella fuera su mujer, jamás lo engañaría y que lo respetaría siempre, porque él es un hombre maravilloso.

Esas palabras dichas por Lucia, a Dante lo conmovieron mucho, así que sin ponerse a pensar mucho en lo que hacía, actuó y la beso. El beso fue un beso demandante, de esos que hace tiempo no tiene con Mariana, porque después de enterarse de todo lo que ella le hizo, él ya no la puede besar así. Ya no lo siente.

El sentir pasión durante este beso lo volvió loco. Él quería más de lo que podría tener en el bar, así que sin pensarlo se lo propuso.

-¿Quieres ir conmigo a otro lado? Te prometo que lo pasáremos muy bien.

Ella, al oír esas palabras de la boca del hombre que amaba desde hace tanto tiempo, pero que siempre había estado completamente pendiente de la que era su amiga, se puso tan feliz que asintió y lo volvió a besar mostrando lo que él provocaba en ella.

Tomando su mano, la ayudó a levantarse de su asiento. Con una mano en su cintura, salieron del lugar y fueron hasta el auto de ella.

Ella condujo, siguiendo las indicaciones que él le daba, hasta el nuevo departamento donde él estaba viviendo.

Al entrar al departamento, las ropas de ambos volaron y saciaron todas esas ganas que ella siempre le tuvo y las que el beso que compartieron, provocaron en él.

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Unos cuatro días han pasado desde que Dante se fue de la casa y Mariana no ha sabido nada de él, en estos días. Por más que quiso creer que él volvería en algún momento, ahora sabe que él ya había tomado una decisión y por más que ella quisiera, sabía que él no volvería.

Rosa ha estado estos días tratando de que se levante de la cama y coma algo. Por más que le fue difícil el entender, Mariana sabe que tiene razón, así que hoy, después de cuatro días, se levantó y trato de ver el mundo de buena manera.

Decir que le era complicado era poco, pero aun así lo hizo y se bañó. Bajo a la cocina alegrando a la pobre Rosa que estos días ha estado muy preocupada.

-Hola, Rosa.

-Hola mi niña. ¿Cómo estás?

Mariana suspiro y le contestó.

-No te voy a mentir a ti. Estoy mal, pero sé que puedo salir adelante. Solo que no entiendo en que he fallado para que él me haga esto, Rosa.

-Tú no has fallado en nada, mi niña. Si él no te ha explicado qué paso, tal vez es que simplemente es su culpa y no quiere admitirlo, al menos no todavía.

-¿Tú de verdad, crees eso?

-Claro que sí. Esto ha pasado muy de pronto, jamás habían tenido una discusión como la del otro día. Esto es muy raro.

-Él me pidió el divorcio.

-¿Es en serio?

Dijo Rosa sorprendida por la noticia.

-Sí. Y sé que no corresponde que te cuente mis problemas, pero hubo un momento el otro día, en que él me agarró muy fuerte del cabello y me tiró en la cama. Me dio miedo y pensé que me golpearía en ese momento.

Rosa quedó sorprendida por la revelación que le hizo Mariana. Sin duda la pelea que tuvo la pareja hace unos días había sido tremenda si Mariana había llegado a pensar que su esposo sería capaz de golpearla.

-Nunca creí que el señor fue capaz de algo así. Me dejas muy sorprendida con lo que me estás diciendo, mi niña.

-Yo me quede más sorprendida y hasta que se fue de la casa, fue que me di cuenta y pude reaccionar.

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Hola mi gente hermosa. Sé que he estado muy perdida con esta novela después de solo haber publicado 3 capítulos y hace muchos días que no actualizaba. Quería pedirles una disculpa por eso.

Paso que me fui de vacaciones de improvisto y con el poco tiempo que tenía de no estar en la playa, priorice actualizar capítulos de mi otra novela que está en emisión: La esposa del emperador.

Esta semana estaré subiendo algunos capítulos de esta novela, mientras los vaya escribiendo, así que por favor ténganme paciencia.

Desde ya, un saludo enorme, desde Mar del Plata, Argentina.

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