Tijeras

Ese día, a toda costa, debían quedarse en el orfanato, ¿pero cómo? Si tan solo hubiera manera de retrasar al funcionario. En ese momento, Sara, cuidadosamente, mantuvo una pequeña charla con el detective, el cual se encargaría de retardar al tan esperado hombre, para así asesinar a tan temible bruja.

Las horas poco a poco trascurrieron, pronto llego el atardecer, para posteriormente dar la bienvenida a la obscuridad de la noche. El corazón de Sara palpitaba como loco, mientras el tic, tac del reloj le ponía cada vez más ansiosa. Adriel, se encontraba en la habitación de alado. La monja, paso sigilosa, abriendo la puerta con cuidado para evitar despertarlos. Pues, a sus ojos, debían estar profundamente dormidos. Puesto que, en el té que les dio de beber, había una extraña poción. Pero lo que la bruja no sabía, era que sus invitados no eran seres normales, sino obscuros, igual que ella.

La extraña mujer se quitó tan horrenda ropa, para después colocarse un antiguo vestido negro. Se retiró los zapatos, dejando ver dedos tan negros, sucios, con las uñas largas, coloreadas de color marrón. Mientras bajaba las escaleras, tarareaba una encantadora canción, una que te mantenía consciente, pero que te paralizaba el cuerpo, dejándote vulnerable ante tan temible abominación. La monja estaba tan hambrienta, ante la mirada ausente, de la niña de cabellos de sol. Que no se percató de la llegada de Sara, y justo cuando abrió su asquerosa boca para devorarla, en menos de un segundo ya había sido aprisionada. Pues la joven, de ojos de color rubí, había invocado las cadenas infernales de sus manos, sujetando con fuerza a tan temible ser. Ella gritaba desesperada, mientras se movía con fiereza, buscando liberarse. Sara la contuvo como pudo, pero la fuerza de la bruja era abrumadora. Adriel al tener poco tiempo la apuñalo con daga en mano. Pero, ¡sorpresa!, la daga al tocar su cuerpo se fragmentó en mil pedazos, mientras la bruja reía a carcajadas, burlándose de su oponente.

En ese momento, la desdeñada mujer, aprovecho para llegar a la pequeña y de una mordaz mordida le desgarro la garganta. Mientras la pequeña se desangraba, de sus hermosos ojos color miel, una lágrima de tristeza caía por sus mejillas. La bruja se relamió la sangre, mientras sonreía complacida.

Adriel se llenó de furia, mientras desplegaba sus negras alas. Pues él la castigaría, él la haría pagar por todos sus pecados. ¡Si en este mundo no había arma que pudiera asesinarla!, ¡entonces con sus propias manos le arrancaría la vida! La bruja se elevó en el aire, mientras mostraba lo filosas de sus garras. Sara corrió con la pequeña, quien aún seguía con vida. Sus labios se movían como si tratara de decirle algo, se acercó lentamente para poder escucharla, - tijeras - pronunciaba. Y fue entonces que lo comprendió. Corrió apresuradamente hacia la cama de uno de los niños para retirar las tijeras debajo la almohada, y se las arrojo a Adriel por los aires. Mientras estas volaban de repente resplandecieron, para después transformarse en un par espadas sagradas. El hermoso Joven de ojos color ceniza, las tomo en las alturas. Para después decapitar sin piedad alguna, a tan temible ser. La cabeza de la monja rodó por el piso, para después convertirse en ceniza.

Sara tenía entre sus brazos, ala pequeña bruja mestiza, que agonizaba lentamente. Adriel, se sentía impotente, mientras invocaba con todo su ser, el poder de su amada. De repente, ante sus ojos, apareció un joven hermoso. Su piel era tan negra como el ébano, suave y tersa. Se trataba de un niño de tan solo14 años. Sus ojos profundos, tan verdes como el jade, los miraron amablemente. Mientras con semblante tranquilo se acercaba lentamente. Al caminar, sus huellas dejaban un rastro de vida, pues sus pies descalzos al tocar el piso, hacían brotar hermosa hierva. El aroma se volvió a incienso, mientras que al dar paso, el sonido de los cascabeles en sus pies, los envolvían como tan hermosa melodía.

Se trataba de Eider, el guardián de Kaia. Al llegar con la pequeña de cabellos de sol, coloco sus dedos a la altura de su herida, mientras una preciosa luz emergía de sus dedos, para posteriormente sanarla. Antes de partir, el precioso niño se giró lentamente hacia el joven con alas de cuervo.

- Tu plegaria ha sido escuchada. Solo recuerda, no olvidar tu promesa- exclamo, para posteriormente desaparecer.

La niña de rubios cabellos, se levantó bostezando, como quien despierta de un profundo sueño. Sus ojos se abrieron por la sorpresa, al percatarse de que todos los niños estaban sin rasguño alguno. Las marcas en sus cuerpos habían desaparecido, mostrándose radiantes, sanos.

Pero ahora había un problema. El sol anunciaba la llegada de la mañana y con ella, la llegada del funcionario. Quien sin duda alguna, notaria la ausencia de tan desdeñada monja. Sara pensó un poco, para posteriormente tomar una foto de una repisa. Al apreciar detenidamente la imagen, le otorgo una parte de su energía, para después ver emerger, a una bella dama con la apariencia exacta de la bruja que momentos antes habían dejado sin cabeza. Al contemplarla, Sara sonrió complacida.

- Hermosa pesadilla, tengo una importante misión para ti, desde hoy cuidaras a los niños que habitan en este recinto. Serás amable, paciente, fuerte, astuta y gentil. A partir de hoy serás su guardiana.

Al despertar los pequeños, se percataron de algo inusual, puesto que, podían levantarse. Además, la madre, estaba rara. Pues normalmente era ella quien los obligaba a limpiar, ¡pero hoy era diferente! Ya que sin rechistar, había dejado el lugar impecable. Había preparado deliciosa comida. Y no les había gritado ni una sola vez. Los niños sonrieron, si esto se debía a la visita, ojala los invitados no se marcharan jamás.

Al llegar el funcionario, todo marcho bien. La ceremonia fue hermosa, el dinero de las donaciones fue entregado y nuestros protagonistas pudieron partir en paz. Al Salir, el detective curioso pregunto, si el asunto de las muertes había salido bien. ¡Por supuesto!- respondieron. Y todo gracias a su capacidad de por ponchar neumáticos a la velocidad de la luz.

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