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Alfredo tuvo un mal presentimiento al ver como Mary se alteraba al ver a ese hombre. - ¿Quién es ese hombre? - preguntó él angustiado.

- ¡Ese hombre es...!

- Disculpe señorita, pero creo que se me ha confundido con alguien más. - sonrió, como si sintiera vergüenza ajena.

Mary no podía creer lo cobarde que este hombre era.

- Lo siento directora, pero no tengo mucho tiempo, no es necesario una disculpa, seguramente es un juego entre niños. - sonrió despreocupado.

- Espera un momento.- Mary no se la iba a dejar fácil a ese hombre. - Quienes tienen que disculparse son ustedes. - dijo con una apariencia muy seria.

El hombre casi soltó la carcajada, verla actuar tan valiente le causaba mucha gracia. - ¿Señorita, puede hablar claro? ¿Por qué debemos disculparnos nosotros, si mi hijo es el que está herido? - quiso burlarse.

- Bueno ¿Por qué Lucas empujó a su hijo? - lo miró fijamente.

Esta vez el hombre no le dio buena cara, su cara se volvió sombría, esto hizo que Mary sintiera un escalofrío recorrer su espalda, esa mirada ¿Por qué le era tan familiar? ¿No podría ser? Trató de calmarse. - Lucas tiene una marca de mordida en su brazo. - dijo tratando de sonar calmada, pero la mirada del hombre sobre ella era exactamente que le de ese otro hombre, ese hombre de su mundo original.

En ese momento, todos prestaron atención al brazo del pequeño, era una mordida profunda con tonalidad verdosa y morada.

El hombre la miró con mucho más frialdad, Mary agradecía las clases de actuación, si no ahora mismo estuviera completamente quebrada.

La directora se puso pálida, ¿Ahora que explicación daría?

Pero ante los pensamientos de todos un fuerte ruido los hizo regresar a la realidad.

- ¿No te cansas de avergonzarme? - gritó la madre de Lucas, estaba enojada de eso no había duda.

Mary no sabía porque, pero sintió una gran furia en su pecho, quería regresar el golpe a la mujer.

Lucas aún asustado, se paró frente a Dylan en señal de protegerlo de esa mujer, todos se sorprendieron, Dylan comenzó a llorar con fuerza, le dolía su rostro y estaba asustado de su madre en este momento.

- Será mejor que nos vayamos.- dijo Diego, el padre de Dylan.

Martha estaba asustada por lo que acababa de hacer, y no precisamente porque le importará Dylan, si no porque seguramente su esposo se enojaría con ella otra vez por culpa de ese niño.

Al final no se llegó a nada, todos regresaron a casa con un mal sabor de boca, en todo el tiempo Mary no dejaba de pensar en ese pobre niño ¿Cómo habían pasado las cosas realmente? ¿Los pequeños tenían realmente un conflicto? ¿Qué quería hacer realmente la directora? Las preguntas en su cabeza no cesaban.

Cuando llegó a casa lo primero que hizo fue a abrazar a Matthias, ese abrazo la reconfortó en gran medida. - ¿Cómo te portaste? - le preguntó con dulzura.

- ¡Muy bien! - dijo con su voz de bebé, linda y tierna.

- Si tuvieras un hermanito ¿Te gustaría conocerlo? - preguntó Mary con un nudo en la garganta.

El pequeño sonrió. - ¿Será igual que Lucas?

- Bueno, tal vez sea del mismo tamaño, pero se parecerá a ti. - sonrió Mary.

- Entonces si ¿Cuándo conoceré a mi hermanito? - preguntó expectante.

- Muy pronto. - le sonrió con amargura.

Cuando Matthias tomó la siesta de la tarde, Alfredo no dudó para ir a buscar a Mary.

- ¿Quieres platicar? - preguntó con cautela.

- Eso estaría muy bien. - sonrió Mary sin realmente sonreír. - ¿Por dónde empiezo?. - Mary contaría la vida de la mujer original, por que su propia vida no era parte de este mundo. - hace poco tiempo conocí a un chico guapo, con un sentido del humor muy divertido, quedé flechada por él, en ese momento fue como una gran bendición para mi, mis padres tenían casi tres años de haber muerto, entonces su compañía alegró mis días, cuando ese chico se me confesó sentía que mi mundo se alegraba aún más, pues el chico que me gustaba también le gustaba, comenzamos a salir, nos tomamos de la mano como unos tórtolos, cuando cumplí la mayoría de edad quise entregar mi pureza a él y él la aceptó con gusto, entonces me propuso matrimonio, no podía ser más feliz, pero había un problema, él estaba en apuros con algunos de sus negocios y necesitaba un inversor, entonces le ofrecí lo algo de la herencia que me habían dejado mis padres, él se fue, lo esperé por algún tiempo, lo llamé, pero nada, entonces supe que tendría un  bebé, me imaginé que él se pondría feliz, entonces yo también me puse muy feliz, dí a luz sin la compañía ni el apoyo de nadie, salvo los doctores y enfermeras por supuesto, cuando Matthias tenía pocos meses lo vi en la calle, él estaba de la mano con otra mujer y un pequeño niño, esa era su familia y a mi fingió no conocerme. - Mary miró a Alfredo.

Él estaba serio, parecía tranquilo, pero si mirabas a fondo notarías que sus puños estaban blancos por presionarlos tanto.

- ¿Quieres vengarte? - preguntó con cierta frialdad.

- No lo sé.

Alfredo sin preguntar, ni pedir permiso la abrazó con fuerza, fue entonces que Mary se dio cuenta de cuanto estaba reprimiendo, su corazón dolía con fuerza, no sabía que era este sentimiento, era como si algo importante le fuera arrebatado y apenas se diera cuenta.

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