DEJA VÚ

Nico sintió el cambio instantáneo en el ambiente. La chica se tensó y su mirada pasó ser ser brillante y clara como el azul de un cielo limpio y despejado a una de pánico. Dejó de moverse con la música y tiró del brazo de Nicholai abriéndose pasó entre todo el mar de gente. El no pudo pasar por alto que ese mismo gesto ocurrió esa noche en aquel bar. Todo era como un gran Deja vú, en su mente volvió a relampaguear esa memoria, ellos bailando juntos y luego Anya sorteando ese mar de cuerpos mientras tiraba de su brazo para ponerlo a salvo, si, era exactamente igual. Nico no dijo nada hasta que lograron salir del tumulto de personas y quedaron a solas bajo la luz de la luna en una de las terrazas del local. Anya le miró directo.

-tienes que “irrte”. -Demandó con voz firme y tratando de sonar amenazante, pero más bien sonó a súplica.

-¿qué? ¿Pero por qué?

-no “prreguntes” cachorro, solo, solo tienes que “irrte”, por favor, te lo pido…

-Anya, Anya ¿qué pasa? Dime ¿Estoy en peligro otra vez? -Nico la tomó con suavidad por los hombros y le miró, ella sintió la calma y serenidad con que el chico se estaba tomando todo y no podía creerlo.

-no, bueno, yo…

-es igual que en el bar. Tú me salvaste de que un ato de rufianes me asaltara y sabe Dios que más… esto es exactamente igual…

-cachorro, por favor, no me hagas “prreguntas” solo sal de aquí, tú no “erres” como todos estos, lo sé… ¡no quiero que te metan en esto!

-si no me dices qué pasa no puedo ayudarte…

-tú no puedes ayudarme, ¡nadie puede ayudarme! ¡Lo que “quierro” es que no te lastimen!

Nicholai sonrió un poco. le pareció tierna la manera en que una hermosa extraña, con la que apenas y había cruzado miradas un par de veces esté preocupándose así por el. Anya miró el elegante reloj de pulso en su muñeca y palideció viendo que casi era la hora. Nico podía sentir la angustia creciendo en el corazón de la muchacha, pero no temía por ella sino por él, y eso le aceleraba el pulso sin control. ¿Quién era esta chica? ¿Por qué sentía tanto miedo de que algo malo pudiera pasarle?

-Nicholai, por “favorr” -volvió a suplicar. El negó con la cabeza y acarició ese rostro delicado que se mojaba con pequeñas perlas saladas. Fue que notó la herida cerca del labio de la joven. Disimulada con maestría bajo el maquillaje.

-¿quién te hizo esto?…

-¿eh? -ella dio un respingo apenas él rozó con la yema de los dedos el sitio del golpe, como si el tacto suave de Nico quemara su piel con fuego vivo.

-¿quién te lastimó? -volvió preguntar con voz calma, pero en sus ojos azul profundo relampagueó una chispa de ira.

-N-no es nada…

-Dime, ¡quien es el imbecil al que le tengo que enseñar cómo se le trata a una dama! -demandó, la muchacha sintió que perdía el aliento. ¿En serio? Ellae le rogaba que se fuera y salía todo envalentonado a decir semejante tontería? ¿Es que no olía el peligro en el aire? ¡Dios! ¡Los cachorros como él no estaban hechos para esto!

-¡Nai! Deja de querer “hacerrte” el héroe -ella lo apartó un poco, sus manos temblando y no sabía ni por qué, nadie antes se había interesado en ella, ¡ella no existía! Era absurdo que este crío de la nada quisiera hacer su buena obra del día, no, no quería creerlo. No podía creerlo -¡ni siquiera me conoces! ¡Por qué te molestarías en…!

-¡no me hace falta conocerte para hacer algo al respecto, a las mujeres no se les trata así! -dijo tomándola por los hombros de nuevo, ella perdió la capacidad de habla, eso o las palabras se fueron al fondo de su diafragma y se arraigaron ahí porque no pudo seguir protestando, Nicholai le miró fija e intensamente y ahora él replicó- además, si a esas vamos, yo podría decirte lo mismo, no me conoces y aún así salvas mi vida, no una, dos veces si cuento bien…

-es que tú no entiendes… no sabes quiénes son “ellos” -Anya le miró angustiada.

-tú tampoco sabes quién soy yo…- dijo con toda seguridad y firmeza sosteniéndole la mirada a la chica

-¿qué?…

Nicholai no tuvo que esperar más tiempo. Ahora si sabía que algo gordo se estaba cocinando ahí. Cogió el brazo de la joven y se encaminó a la parte de atrás del local, Anya trataba de seguirle el paso pero iba muy rápido y ella usando tacones de aguja, la hacían ver más alta ¡joder, pero a qué precio! El rubio sacó su teléfono y usó la tecla de marcado rápido, al otro lado en seguida contestó Lucca.

-¿que pasa bro? ¿Necesitas refuerzos? -bromeó el moreno mientras bebía un martini parado junto a uno de los pilares del local

-de hecho si, inicia el operativo, dile a los de Interpool que confirmo la presencia de gente del cartel y que a partir de ahora hagan lo que quieran. Busca al comisionado, dile que saque a su hija de aquí y veme en el estacionamiento en diez minutos, nos largamos de aquí ahora mismo…

-¿qué? Pero, pero Nico, ¿qué pasó? -preguntó Alarmado

-luego te explico. Pon a salvo a Belle por mi, ¿puedes?

-eh… si, ¡si desde luego que si, hermano! ¿Pero, tú qué vas a…?

-Gracias bro…-dijo y colgó. Anya escuchaba todo atónita. ¿Quién era este hombre entonces?

No tenía idea. A pesar de vivir aparentemente “libre” Anya estuvo sometida toda su vida. No tenía acceso a internet o comunicación alguna salvo el teléfono básico que tenía. Funciones arcaicas, solo lo suficiente para poder contactarla y bajo constante rastreo y vigilancia, razón por la cual no conocía mucho del mundo, como gente famosa, lugares de interés, redes sociales “instachat” o “mooggle” por lo que no podía investigar mucho sobre las personas o lugares, ¿como iba ella a saber que ese “cachorro”, ese chico dulce y lindo que conoció en el bar aquella vez, era nada menos que el CEO de la compañía de seguridad privada más prestigiosa y poderosa de todo Italia?

Eso de vivir aislada y sometida era otra razón por la que más de una vez Anya había intentado escapar. la primera fue a los quince años luego del primer gran operativo del que fue parte, no por voluntad, por cierto, y en el cual ella se ganó a pulso el apodo de “la diabla rusa”. Antes que la tomaran en cuenta como ahora su vida no era mejor. Si no estaba en las malditas prácticas se la pasaba fregando platos y lavando ropa como sirvienta, igual que las otras pobres chicas. Cuando cumplió quince estuvo “al punto” y fue subastada junto con el resto de “ el lote”. la dejaron a merced de un grupo de rufianes que pagaron por ella y le hicieron ver el infierno en vida. Pero no se quedaron sin castigo. Bastaba decir que ella misma se encargó de eso. Anya usó una botella rota, todo lo que había aprendido con los malditos rusos y la creciente furia en su pobre alma para dejar a esos desgraciados sin la posibilidad de volver a hacerle eso a otra niña de nuevo. Nathaniel recién entraba como jefe, escuchó lo que había pasado y no daba crédito, era imposible pensar que una chiquilla de quince años pudiera hacer lo que ella hizo. Entonces se dio cuenta que ella era “especial” y para Anya fue el inicio de otro capítulo en el oscuro libro de su vida. Vio pasar cuerpos, drogas, armas y muchas noches sin dormir. Entonces decidió escapar una noche, pero Nathaniel no era idiota como los otros con los que había tratado, no solo la detuvo, sino que le dio un escarmiento tal que las cicatrices aún dolían bajo el bello tatuaje en su espalda…

-No, no yo no puedo… -dijo de pronto sorprendiendo a Nico y soltándose de su mano, el rubio volteó y le miró- véte, sal de aquí, ellos “quierren” tú cabeza. “Perro” yo no puedo ir contigo, será mucho peor…

-no importa, yo sé quienes son, y ya sabía que intentarían algo… los DiMarco han sido mi blanco desde hace mucho. -dijo serio, Anya sacudió la cabeza negando aterrada.

-¿los DiMarco? No, No cachorro, estás equivocado, ¡ellos son rusos!

-¿qué?

Y entonces sonó el primer disparo.

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Comments

Anonymous

Anonymous

en la torre y ahora /Grimace/

2023-11-03

1

Rita García

Rita García

acaray el estaba equivocado en su búsqueda pero esto si que se va a poner bueno entonces

2023-10-08

0

Milena Johana Fuentes zamora

Milena Johana Fuentes zamora

interesante está novela me encanta

2023-09-11

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