En la noche Clarise salió al mercado, le faltaban algunos ingredientes para la cena, se le había antojado hacer pollo al horno, sin embargo le faltaban condimentos y patatas, Gabriel le sugirió que se quedara y cocinara cualquier cosa pero ella no quiso, deseaba agasajar a su marido el cual había regresado para quedarse varios días en casa.
Gabriel estaba en el cuarto de Ámbar, jugando con ella y sus muñecas en el suelo, tenía el cuarto rodeado de estantes repletos de muñecas diferentes, el cuarto era colorido de un rosa suave, como la de cualquier niña, Gabriel atrajo a su hija hacia él y la abrazo.
—¿Sabes que te quiero mucho?
—Lo sé, yo también te quiero, papito.
—Preciosa... ¿Te gustaría venir de viaje conmigo?
—¿Y mama? —Inquirió sorprendida—¿Mama no viene?
—Ella vendrá, pero unos días después, le encargare algunas cosas, pero nos alcanzara, me dijo que eligieras tú el destino.
Ámbar asintió con entusiasmo.
—¿Dónde te gustaría ir? ¿Playa? ¿Selva? ¿Desierto? ¡Lugares con mucho frio!—La abrazo fuertemente y le dio un beso en la mejilla, luego le hizo muchas cosquillas, revolcándola en el suelo.
Ámbar estallo a carcajadas.
—Estoy de buenas hoy, así que te cumpliré el deseo que quieras.
—Quiero que te quedes más tiempo conmigo.
Gabriel sonrió, estuvo a punto de soltar una risa pero se contuvo, le temblaron los labios.
—Estaremos mucho tiempo juntos, más de lo que tú piensas.
Ámbar sonrió y abrazo a su padre.
De pronto el timbre de la casa sonó.
—¿Mama olvido las llaves?
Ámbar soltó una risita y corrió fuera del cuarto bajando las escaleras con prisa.
—¡Ten cuidado con la escalera! —Exclamo Gabriel.
—¡Mami! —Exclamo la niña tomando el pomo de la puerta, giro las llaves y abrió la puerta.
Delante de ella había una doctora, con un guardapolvo desprendido, traía un ambos azul debajo y zapatillas blancas, se acomodó las gafas delante de Ámbar y la observo con unos ojos que podían dejarte petrificados, tenía la intensidad de una verdadera serpiente.
Ámbar retrocedió— ¡Papa! —Exclamo.
—Me agrada esa mirada—Sonrió la mujer—Me conto tu padre que te gusta el chocolate— Saco de su bolso una tableta y se la regalo a la niña.
Ámbar estiro su brazo con desconfianza hacia ella y tomo el chocolate.
—Es para ti—Se inclinó la mujer observándola con curiosidad—Soy compañera de trabajo de tu padre, un gusto conocerte, me ha hablado mucho de ti.
—¿Enserio?
Gabriel descendió las escaleras.
—Eres muy bonita, Mi nombre es Rebecca.
Ambar retrocedio y se escondio detras de su padre—No me gusta cómo me miras— Arrojo el chocolate al suelo, cerca de los pies de Rebecca—¡No lo quiero! —Exclamo molesta.
—Más respeto Ámbar, ella es mi nueva mujer.
—Mocosa insolente—En un instante Rebecca paso delante de Gabriel y se posiciono detrás de la niña.
Ámbar se giró aterrada y recibió una cachetada tan fuerte que la hizo deslizar por el suelo—Para que aprendas a respetar a los mayores.
La niña comenzó a llorar desconsoladamente.
Rebecca camino por la casa—Qué asco de hogar ¿Cómo puedes tener viviendo una familia en esta pocilga? —Inquirió mientras tomaba un portarretrato que luego azoto contra la pared.
Gabriel se encogió de hombros—Fui tacaño ¿no?
—Demasiado diría yo... ni creas que me tendrás viviendo así, que horror...
Rebecca tomo de la ropa a Ámbar y la levanto en el aire observándola seriamente—Me molestan las mocosas chillonas como tu—La levanto en el aire y la estrello contra el techo, reboto y descendió hacia el suelo.
Gabriel uso su don antes de que se estrellara su hija contra el suelo y se rompiera el cuello, Ámbar quedo levitando en el aire y luego cayó al suelo suavemente en una posición normal.
—Oh, por favor—Rebecca hizo un gesto con la mano dándole poca importancia.
—Ella es propiedad del Jefe—Manifestó Gabriel.
Rebecca rodo los ojos con fastidio—Maldita sea...
De pronto Ámbar se puso de pie, un vapor intenso comenzó a salir emanado de su cuerpo, estaba molesta.
Rebecca sonrió perversamente— ¡Oh! ¡Pero si la mocosa mostro sus garras! ¿Qué vas a hacer inútil? —Rebecca metió las mano en los bolsillos de su guardapolvo y cerró los ojos con fastidio
—Te matare—Espeto furiosa.
La puerta de entrada se abrió, Rebecca en ese instante tomo a la niña de un brazo y la lanzo contra su madre la cual venía ingresando con una bolsa del mercado.
Clarise levanto la vista en ese instante, su hija impacto contra su pecho y ambas se fueron hacia atrás cayendo al suelo, la bolsa se desparramo en el suelo y Clarise tomo a su hija en brazos.
—¡Ambar! —Exclamo Clarise al ver el brazo dislocado en la pequeña.
—¡Me duele! —Chillo la niña—¡Me duele mucho!—Se retorcía de dolor en los brazos de su madre— ¡Mama! ¡Mamita! ¡Me duele!
Clarise observo el brazo y en un instante lo acomodo en su lugar.
Ambar solto un grito fuertísimo cuando lo hizo, su madre la abrazo con fuerza—Shh, ya va a pasar, aguanta amor.
De pronto ambas levitaron, producto del don de Gabriel y fueron arrastradas hacia dentro de la casa, la puerta de la calle se cerró detrás de ellas con violencia.
—¿Qué? ¿Qué sucede? —Inquirió Clarise—¡¿Por qué dejas que una extraña golpee a nuestra hija?! ¡¿Quién es esta maldita?! ¡Responde Gabriel! —Vocifero Clarise furiosa.
Rebecca camino rodeándola en círculos inspeccionándola—Soy su nueva mujer—Le dio una mirada a la ropa que traía Clarise—Ropa de segunda,te pasas—Le dio una mirada a Gabriel.
Él se encogió de hombros—Mi fortuna no la gastaría en ella.
El mundo se hizo trizas en ese instante para Clarise.
Gabriel la observo a los ojos y sonrió mientras se quitaba el anillo de su mano, se lo lanzo tan fuerte que reboto en la frente de su mujer—Ya no necesito esta mierda.
—¿Qué? —Inquirió Clarise observándolo anonadada, sus ojos se inundaron al ver semejante humillación.
—Fuiste solo placer, agradezco la mamada que me regalaste hace un momento, esplendida despedida, me llevare un grato recuerdo.
Rebecca se acercó por detrás de Clarise y le susurró al oído—Matare a tu patética hija.
Un vapor intenso comenzo a salir de Clarise.
—Mientras él no estaba con ustedes, se revolcaba conmigo, una y otra vez, le encanta mi cuerpo más que el tuyo.
Clarise se giró hacia Rebecca le quiso dar un puñetazo sin embargo salió muy mal, Rebecca se agacho, activo su peor habilidad, un punto incandescente se formó en la punta de sus dedos, en la mano derecha, lo deslizo como una hoja filosa de una espada y le corto el brazo haciéndolo salir volando por la sala.
Ámbar abrió la boca en grande al oír el grito de su madre y en un instante paso por al lado de ella cortándole el otro brazo, observo las extremidades caer al suelo frente a sus ojos.
—Gabriel—Musito Clarise.
—Púdrete—Espeto Gabriel—No sirves para nada más que una sirvienta.
Clarise lloro fuertemente.
Ámbar cayó de rodillas horrorizada tapándose el rostro.
—No, no mates a Ámbar, por favor, asesíname, pero no la mates, Gabriel, Gabriel, por, por favor ¡Gabriel escúchame! ¡Nuestra hija!—Suplico llorando observando a su hija, mientras se estaba desangrando, las piernas le temblaban.
Rebecca se giró en su eje y cortó sus dos piernas en un corte limpio y veloz, haciéndola caer al suelo como un costal de patatas, su víctima estaba inmóvil llorando, esperando la estocada final.
—¡Para! ¡Detente! ¡Papa! ¡Dejen de lastimar a mama! —Exclamo Ámbar—¡No la maten! —Vocifero.
Rebecca camino hasta Ámbar y la arrastro de los pelos hasta el charco de sangre donde estaba su madre— ¡Mira! ¡Mira lo patéticas que son! —Exclamo riendo.
—Ambar...—Clarise respiraba agitadamente sus ultimas exhalaciones—Te amo...no lo olvides
Pese a que Clarise estaba llorando, observo a su hija y le regalo una sonrisa—Vive.
Ámbar abrió los ojos en grande.
El brazo de Rebecca se introdujo en el pecho de Clarise atravesó su caja torácica tomo su corazón y lo extrajo del cuerpo delante de Ambar, lo apretó delante de sus ojos manchando el rostro de la pequeña con sangre.
La niña estaba en Shock con la boca abierta, temblaba del terror.
Ambar soltó un grito fuerte.
Gabriel paso rápidamente por al lado de Rebecca y utilizo su don para detener el brazo de su amante el cual estuvo a nada de decapitar la pequeña.
—¡¿Por qué me detienes?! —Exclamo furiosa tratando de moverse.
—Suficiente, se acabó.
Gabriel le dio un culatazo a la pequeña desmayándola.
—¿Qué? ¿Le tienes sentimientos a esa mocosa? —Inquirió Rebecca—Yo no quiero tener contacto con una bastarda.
—Dije que Ambar le pertenece al Jefe, y el hará con ella lo que quiera, ¿Querías matar a mi esposa? Lo cumpliste ¿Qué más quieres?
Rebecca se inclinó sobre el cuerpo y se sentó a horcajadas, observo su cabeza y sonrió—Esta perra se me adelanto hace unos años, nadie me quita lo que deseo, la cortare en pedazos.
Un vapor giro en espirales en su mano derecha y luego sus dedos comenzaron a calentarse hasta formar un punto incandescente.
Y así lo hizo, eran tantos pedazos alrededor de Rebecca que parecía que una maquina hubiera molido el cuerpo, Rebecca parecía que se había sumergido en un piscina repleta de sangre, su ropa estaba casi teñida por completo, estaba agitada, se saboreó la sangre, era tanto el odio que tenía hacia Clarise por robarle a Gabriel que no le alcanzo el cuerpo para liberar la furia que cargaba por dentro.
Personal de Kamus ingreso al domicilio con varios contenedores herméticos, comenzaron a levantar los trozos y a arrojarlos en los distintos compartimientos una vez que se llenaban.
—¿Qué vas hacer? —Inquirió Gabriel observándola.
Rebecca se giró hacia Gabriel y sonrió con maldad—Le daré de comer a mis perros, sería un desperdicio que tanta carne se pudra ¿No?
—Haz lo que quieras, a fin de cuentas esta muerta, iré al camión—Gabriel paso por su lado y salió por la puerta de entrada.
Ámbar fue encerrada en una jaula dentro de uno de los camiones, cuando despertó comenzó a llorar a gritos.
—¡Papa! —Grito observándolo, sin embargo el la ignoro, solo la observaba con seriedad.
Rebecca se acercó hacia ella, tenía el guardapolvo manchado de sangre.
—¿También te quieres morir? ¿Quieres que tiña mi ropa con tu sangre también? —Le pregunto mofándose.
Observo unos ojos fríos en la mocosa y soltó una risita—Esos son los ojos de quienes ven la muerte llevarse a los suyos.
Ámbar observo el rostro de la mujer que tenía en frente detrás de las rejas, parecía un ángel a simple vista, una belleza despampanante, pero detrás de ese rostro escondía el peor de los monstruos.
—¿Te gustan las muñecas? —Inquirió la pequeña.
—Si.
—A mí no—La observo con seriedad.
Rebecca ingreso su mano dentro de la jaula, tomo el vestido de la niña y la jalo atrayéndola hacia los barrotes—Se acercó a escasos centímetros de su oído—Si no te mato basura, es porque dieron una orden, si no con mucho gusto te hubiera tocado el mismo destino que la zorra de tu madre.
Ámbar comenzó a llorar y Rebecca la soltó—Te espera el infierno mocosa, ten por seguro que la pasaras horriblemente.
Ambar observo su vestido blanco tenia las marcas de los dedos de Rebecca manchados con la sangre de su madre.
Rebecca se sento en un asiento y observo a Ámbar, le regalo una sonrisa y palmeo un contenedor—Aquí está tu madre, la corte en trocitos.
La niña retrocedió y se tapó los ojos, soltó gritos al recordar lo que le hizo y comenzó a sollozar.
Algunos soldados soltaron risas
—Jefa, es increíble—Comentaron algunos soldados.
Rebecca se acomodo el cabello, deslizo su lengua por la comisura de sus labios limpiándose la sangre seca que había saltado a su rostro.
Algunos soldados estaban escuchando a través de un radio portátil un partido de futbol, se veían emocionados y hacían apuestas.
Rebecca se levantó del asiento tomo el aparato frente a sus ojos y lo hizo añicos con ambas manos—Pónganse a trabajar ineptos, estas estupideces háganla en el tiempo libre.
Los sujetos se le pusieron los pelos de punta al ver la mirada tan fría de la rubia, se agacharon y le besaron la punta de sus zapatos— ¡Perdónenos la vida! —Exclamaron con desespero.
Rebeca los pateo y se sentó cruzada de brazos, ni ella ni Gabriel se hablaron hasta que el camión se detuvo.
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Comments
Martha Padilla
Y así va a acabar, como el monstruo que es 🤗🤗🤗
2023-08-09
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