Me engañó, el Oinomed me engañó por completo. La daga que enterré en mi pecho fue para maldecir a alguien más, maldecir a esa persona a cambio de cumplir mi deseo. Mi deseo se cumplió bajo un terrible precio, un horrible precio que tuve que pagar por tonto.
–Carlos...
Me descubrió. Me encontró en un momento en que me estaba alimentado. No podía detenerme. No podía parar. Tenía que llenar mi estómago hasta sentirme completamente satisfecho. No me importaba devorar los intestinos gruesos, morder los órganos rápidamente, ni siquiera me importaba masticar cada trozo de carne humana enfrente de sus ojos.
Tenía que hacerlo, es la única forma de calmar esta hambre. Todo esto es tan delicioso. Acaricia mi paladar con sabores que nunca había experimentado en toda mi vida. Ella estaba impactada, no tenía palabras a esto. Estaba llorando enfrente de mí. Quería hacer algo, pero mi hambre no me dejaba parar Una vez que terminé. Me levanté. Caminé hacia la puerta. La miré seriamente.
–Vete.
– ¿No sientes dolor por ellos?
Mira con miedo a Carlos. Está temblando. Quiere salir corriendo, pero sus pies no responden. Acaricia su rostro acercando su mano, está temblando. Se nota en sus ojos que él está sufriendo. Sufre de dolor. Se nota que desea salir de esto, pero es imposible, no sabe cómo.
–No.
Responde con tono frío, cortando su lastima hacia él. No quiere su lástima, es mejor que se vaya, que aproveche mientras la deja ir.
–Pero tus ojos dice otra cosa, dicen que estás sufriendo... Eso explica el por qué te ibas a dormir antes de la puesta de sol, por qué desaparecías cuando las personas iban muriendo una tras una. Algo salió mal, ¿cierto? Un hechizo, conjuro o cualquier cosa que hayas hecho debió haber salido mal.
Susurró pensando toda preocupada. Busca una respuesta a eso en su mente, aun así Carlos escucha claramente lo que dice.
–Déjame solo.
La empujó. La lanzó al suelo. Cerró la puerta.
– ¡Carlos! ¡Por favor, abre la puerta!
Tocó la puerta en lágrimas. Quiere estar con él, no quiere dejarlo solo. Tiene miedo que esto provoque su muerte. Sabe que ha hecho cosas malas, cosas terribles, cosas que merecen la muerte. Aun así no significa que él tenga la culpa. Algo salió mal, algo debió salir mal, ella está segura que él nunca deseó algo como esto. Está dispuesta ayudarlo. Tiene que ayudarlo a buscar la manera en que él vuelva a ser el mismo de antes. Tiene que volver a ser humano. No se rendirá hasta encontrar una cura a esto.
– ¡Largo!
–Carlos... Por favor abre la puerta. Solamente quiero ayudarte. Debe haber alguna forma de hacerlo, debe existir una manera de liberarte de esto.
–No existe. Una vez que firmas un contrato con un Oinomed, no hay vuelta atrás. Soy un monstruo ahora. Cada día estoy matando a todos los del pueblo, todos los días los estoy devorando, todos las noches mi cuerpo crece sin control. No tengo control de esto. ¿Qué piensas hacer? ¿Llamar a un Legna? Eres una inútil, los únicos que pueden invocar a un Legna son los descendientes más cercanos a ellos, y esos son los magos, son los más cercanos que pueden encargarse de eso, ya que su sangre está bendita para matarme.
Carlos no tiene esperanzas de volver a ser él. Lo que hizo lo condenó a esto, y no puede hacer nada. La única forma de librarse de esto, es la misma muerte por la espada de un Legna, su sangre envainada en ella, es la única manera de acabar con su patética vida que él mismo se buscó.
–No te preocupes. Todo estará bien.
No quiere rendirse. Está segura que esto tendrá solución pronto.
–Tienes que irte, al menos que prefieras que te coma de una vez.
–No pienso dejarte solo.
Valeria no piensa rendirse. Se quedará a fuera de la puerta hasta que decida abrirle. No piensa dejarlo. Sabe que la necesita en este momento delicado que está pasado él. Es doloroso ver su dolor, duele que él esté sufriendo.
– ¡¿Por qué eres tan terca?! Debes de irte, irte muy lejos de aquí. Corres peligro una vez que regrese la noche. ¿No te das cuenta que acabó de matar a tus padres enfrente de tus ojos?
Es cruel lo que dijo. Y si, si mató sus padres enfrente de ella, se los comió a los dos. Esto es doloroso, debería odiarlo por lo que hizo, pero no puede. Es el único que está sufriendo aquí. Sus ojos dicen que no le gusta hacer esto, odia hacerlo. Debería odiarlo como toda persona, ¿pero cómo odiar algo que sufre peor de lo que ha hecho?
Es algo que él no tiene control, es algo que él no controla. Si pudiera controlarlo, si lo viera con una mirada asquerosa con deseos de matar, ella no dudaría en odiarlo. No lo hace, no expresa ese egoísmo que todos odian. Sólo es la mirada de un niño inocente que le dieron un cuchillo en sus manos, para sólo matar a sus padres sin control algún de lo que está bien o mal. Son intentos salvajes.
–Puede que sea porque te quiero.
Eso tendría lógica para ella. Es que es raro, sabe que lo hizo, debería odiarlo, pero no lo odia. Más bien siente dolor por él. Siente lástima de lo que es.
–No digas estupideces, ¿cómo vas amar a un monstruo que devora humanos? Eso es algo muy tonto de ti.
Carlos siente que esta mujer está muy mal, y más desde que le dijo esa vez que deseaba que fuera el padre de sus hijos. Está bien loca. Si no se va, está noche terminará comiéndosela por terca. Esta vez no tendrá culpa, le advirtió irse, ya ella si no quiso.
–Tiene que ser eso. La forma de lo que eres nunca me ha molestado. Sé que tu intención nunca fue matar a todas esas personas, ni siquiera a mi propia familia. Siento que me atraes a pesar que eres un monstruo horrible con dientes afiliados, cuerpo horrible... Hueles mal, hueles a cadáveres. A pesar que eres todo un asco de hombre, te quiero con todo tus defectos que me hacen querer hacer vomitar.
Comenzó a vomitar, es que en serio Carlos desprende un terrible aroma cuando es un monstruo. Mientras tanto, las palabras lindas de Valeria, provocó un dolor profundo dentro del pecho de Carlos.
–Valeria... Por favor vete, no quiero hacerte daño.
Carlos dijo estas palabras a punto de llorar de tristeza. Se siente terrible. No sabe que le pasa, pero eso que dijo lo hace sentir mal.
–Entonces cómeme, cómeme porque no me iré.
Valeria prefiere ser comida, antes que irse. No quiere abandonar a Carlos, siente que la necesita, y ella también lo necesita. Lo ama tanto que no piensa abandonarlo. No importa si se la termina comiendo, ella seguirá a su lado hasta que su vida se desvanezca por completo.
–No me hagas esto. Prefiero que huyas, llévate a todos los que están vivos, llévalos lejos, llévalos donde puedan estar seguros de mí.
–Les diré que se vayan, pero me quedaré aquí.
Se levantó.
– ¡Valeria! ¡Tienes que irte!
Abrió la puerta. La luz de Sol ya a había entrado, su apariencia volvió a ser humana, volvió a tener la apariencia de antes. Valeria está feliz, está feliz que el apestoso aroma haya desaparecido. Ella sonrió.
–No me iré. Te dije que quería tener hijos contigo, y eso haremos.
–Soy un monstruo. ¿Acaso no lo ves?
Parece un humano intentando ser un monstruo. Es gracioso. Cuando llega la noche... Ay, si se pone feo.
–Todo estará bien, tu maldición algún día desaparecerá y podremos ser felices por siempre. Tranquilo. Yo seguiré a tu lado y nunca te dejaré solo.
Valeria no le hace caso. Si vuelve a ser humano en el día, eso significa que es algo bueno. Ahora sólo hay que buscar la forma de controlar eso en la noche. Debe existir una manera. Está segura de eso.
– ¡Pero...!
–Regresaste a tener tu cuerpo de nuevo. ¿Siempre es así?
–Si.
Le dijo la verdad, pero siente que no debió hacerlo. Así menos se irá.
–En el día siempre vuelvo a ser yo.
Miró el sol tristemente...
–Te vez muy guapo.
Recogió sus cabellos con una sonrisa, desea robarle un beso.
–Sólo exageras...
Jalo su camisa. Se lo robó en la mejilla. Quedó bien ruborizado. Ese beso le gustó.
–Ya lo pensé. Que tal si nosotros nos vamos.
– ¿Irnos?
–Mientras voy a preparar la comida, para nuestro viaje.
Ella sabe que soy un monstruo, soy un humano unido al cuerpo de un Oinomed, sabe lo que hago en las noches, sabe lo que hago y ella... Y ella podría... Esta mujer no está bien. De seguro que se pegó en la cabeza cuando nació.
–Valeria, no. Es mejor que te vayas con ellos. Yo no puedo salir de aquí.
–Yo seguiré contigo, nos iremos lejos donde nadie pueda molestarnos.
–No lo entiendes. Yo no puedo salir de aquí.
Carlos actúa extraño, está nervioso, oculta algo más, algo muy malo que no quiere hablar. Es difícil.
– ¿Por qué no puedes?
–Coloqué una barrera en este pueblo. Si salgo de aquí retirando la barrera, pierdo el control. Mi cuerpo empieza a perder la forma, no sé por qué, no tengo idea del cómo funciona el contrato, pero es mejor no dar un pasó a fuera. Ya que si salgo, siento que nunca volveré a ser humano.
Está asustado. Es que a veces intentó salir del pueblo para buscar nuevos ingredientes para sus conjuros, para arreglar este problema que él mismo se metió, pero cuando su mano entró a territorio ajeno... Cuando empezó a salir del pueblo... Comenzó a sufrir cambios siendo de día. A partir de ahí, fue marcando el territorio poniendo barreras, para cambiar nada más el rumbo cuando él pierda la control de sí mismo.
–Ya lo entendí. No te preocupes, nunca te abandonaré. Voy a hablar con ellos y luego regresaré contigo.
–Pero Valeria...
Valeria se fue, pero no regresó ese día. Carlos no le importó. Probablemente decidió irse. Fue la mejor decisión que pudo tomar. De repente escuchó su voz, era la voz de pedir ayuda. Estaba suplicando que alguien la salvara a través de su voz dolorosa. Esto lo preocupó a él, era su voz, estaba sufriendo, como si alguien la maltratara. Rápidamente corre sin dudar a esa dirección, corre sin parar, sino se apura algo muy malo pasará. Debe salvarla, debe llegar antes.
Nunca debí conocerte, nunca debí hacerlo, ¡nunca debí haber abierto mi corazón a ti! Sólo me causaste más dolor, los cazadores de Oinomed junto con los magos y con el resto del pueblo que aún existía, se reunieron a dar solución a la causa de la muerte de los habitantes de nuestro pueblo. Llegaron a la conclusión de que tú fuiste la culpable de haber invocado a ese monstruo voraz. Te culparon sin antes escucharte. Te trataron como si fueras una bruja, cuando en realidad tu sangre es de una simple humana. No dudaste en seguir fingiendo a esta tontería. Hasta aclaraste que si lo eras, sólo para no decir la verdad, ya que tenías miedo de verme morir.
Te amarraron y ante la luz de la última gota de sol, susurraste seguir escondido. Tus cabellos se volvían en cenizas junto a tus palabras. Lloré. No podía dejar de llorar mientras mi apariencia se deformaba a tu dolor. ¡No debiste hacerlo! Salí con rabia, devoré a todos ellos sin control. No dejé rastro de sus cuerpos. Abracé tus cenizas con su sangre, con la sangre de ellos invoqué tu alma, te invoqué a que volvieras a mi lado. Nunca regresaste.
Reaccionó.
–Hola Carlos.
– ¿Valeria? ¿Eres tú?
Vio la imagen de ella enfrente de sus ojos, es la imagen desvanecida de un alma en pena, a punto de irse en este mundo. Ella sonríe, sonríe para él. Está feliz el verlo otra vez.
–No sabes cuánto te extrañé.
Lo abrazó con cariño. Está llorando, llora como un simple humano.
– ¡Espérate! ¡No soy Valeria! ¡No me beses! Apenas nos conocemos, ¿y ya quieres conmigo? Mejor aléjate. ¡No me beses Carlos!
Nadea está nerviosa. Carlos desea robarle un beso. Ella no quiere besarlo. Da miedo. El lobo se lo tragó, se lo jaló a su estómago. Ella no pudo quitárselo, hizo lo que pudo, pero al último se lo tragó, se lo jaló de las manos. De pronto todo se desvaneció, todo desapareció, apareció una mujer acercándose a ella. Luego Nadea miró a sus pies. Vio un esqueleto abrazando su cintura.
– ¡¿Qué cosa está pasando?! ¡¿Qué carajos tiene este bosque?!
Se levantó. Corrió.
–Gracias.
El susurro dulce de la voz del viento la detuvo, volteó a ver, no había nada, sólo era oscuridad. ¡Este bosque en serio da miedo! ¡Ya no volveré a pasar por aquí!
NOTA: Perdón por la molestia. Si tienes alguna duda en relación a una palabra, frase o párrafo que no entiendas o sientas que se haya escrito mal. Puedes sacarle una captura y comentar. Esto ayuda a enriquecer la historia. Es que a veces se me pasa ciertas palabras, y eso que reviso varias veces. Gracias por tu tiempo de leer esta nota. Nos vemos.
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