Capítulo 10

– ¿Por qué roban?

Preguntó Nadea llena de curiosidad, con un rostro tranquilo sin una gota de miedo, ante estos ladrones mal vestidos. En serio están bien mal vestidos, dan lastima con sólo verlos.

–Porque somos ladrones.

Se lo dijo así de simple, sin una gota de emoción, sin importancia a lo que son. La mira detenidamente, siente que algo esconde, está seguro que algo esconde. Aun siente que nadie sonríe cuando le roban. ¿Qué le pasa a este sujeto? ¿Estará loco?

– ¿Por qué son ladrones?

–Escúpelo.

Le pidió que sacara lo que oculta. Le extendió la mano esperado recibir eso tan valioso que oculta ante sus ojos.

–Si tú dices.

Le escupió la mano. Esto huele a sentencia.

– ¡Maldito! ¡¿Cómo te atreves?!

–Me dijiste que escupiera, ¿entonces que querías? Hice lo que me pediste.

– ¡Dame lo que para ti es de gran valor, antes que te mate con mi espada!

Levantó su mano hacia Nadea, mientras la otra guía la espada a su cuello exigiendo entregar lo que esconde. Exige tener aquello que no puede ser visto con facilidad.

– ¿Por qué quieres que te de lo que para mí es de gran valor?

¿Para qué querrá lo que para mí es de gran valor a mí? ¿Tan valioso será lo mío para él? No entiendo a este ladrón.

–Los pobres sufrimos de hambre todo el tiempo, mientras los ricos lo gozan. Yo tengo una familia a quien alimentar, entonces dame lo que escondes en tus manos. Lo necesito para llevar comida a mi familia.

Esto sorprendió a Nadea, tal vez por eso se ven terrible, ni para el jabón les alcanza. Hasta lástima tiene por ellos.

– ¿En serio es para llevar de comer a tu familia? ¿O acaso me estás mintiendo?

La mirada de los ladrones dice mucho, expresa las mentiras que esconde este hombre con espada.

– ¡¿Crees que robar es divertido?! ¡Todo el tiempo tengo que arriesgar mi pellejo para llevar algo de comida a mi familia! ¡¿Acaso eres tonta?!

La expresión de ese ladrón mostraba desesperación y dolor al mismo tiempo. Era un sufrimiento a la pobreza que sufría estos desdichados ladrones. Aunque está claro que está exagerando, todos sus compañeros saben que este hombre le está echando mucha crema a sus chilaquiles. Está exagerando en la actuación de un hombre sufrido, a un hombre a punto de morir por la herida de una espada.

Nadea no se da cuenta de sus mentiras. Esto provocó que Nadea quedará privada, sin palabras. No sabía que decir. Ya no tenía ganas de hacer más preguntas. Lo que expresó ese ladrón la dejó en claro, sin una gota de duda en el fondo de su corazón.

–Ten.

Le dio su sombrero, le dio un inútil sombrero. Todos los ladrones se aguantaban la risa. Saben que aquí no habrá perdón, ese hombre del sombrero en un completo idiota. Está claro que se está burlando del jefe.

– ¿Qué es esto?

Lo dijo en tono frío, todo decepcionado saboreando el amargo sabor de boca. No lo entiende. ¿Acaso se está burlando de él? Esto lo enfada, esto lo enfurece. Se da cuenta que este hombre está completamente loco, totalmente fuera de serie. ¡¿Quién ofrece un sombrero como algo de gran valor?! ¡Esto es absurdo! Desea enterrarle su espada en su mero cu... Hay perdon, en su mero trasero.

–Esto es de gran valor para mí, es lo más importante que yo poseo. Mi padre me lo dió y yo te lo doy para que lo utilices en tu familia.

Es un completo tonto. ¿Cómo ha podido sobrevivir hasta aquí sin morir? Todos ya lo habrían matado por idiota. Si yo quiero en este momento, puedo cortarle el cuello sin lástima.

–Jajaja este cochino sombrero no sirve de nada, no vale nada.

Lo tiró al suelo sin lástima, ese sombrero no vale nada para él, ni siquiera para unos calzones ralos le alcanza. Es un sombrero feo, viejo y desgastado. ¿Qué otro zopenco podría comprar este sombrero sin valor? Nadie. Para los ojos de estos ladrones, los sombreros como estos no valen ni un doblón.

–Tú me pediste que te diera lo que era importante para mí, más nunca me pediste lo que era importante para ti.

Levantó su sombrero con enojo, siente que no debió tirarlo como basura. No es algo que deba tirar, es algo importante para ella, y esto la ha hecho ofender.

Esto lo enfureció a él. La reclamación de ese hombre lo enfureció, le enfureció escuchar sus palabras, se enfureció tanto, pero tanto que lanzó un golpe hacia a ese tipo en vez arrancarle ese cuello con la espada. Aún sigue pensando que Nadea es hombre. No se ha dado cuenta que ella es mujer.

Su golpe quiere tocar el rostro de Nadea, quiere romperle la cara sin lástima, quiere romperle su mandarina en gajos. El brazo de Nadea se cruza, se cruza impidiendo el golpe, este lo desvía a otra dirección, tomando su brazo con fuerza y con toda su fuerza lanza a este ladrón a todo vuelo. Tiró a toda la bola de ladrones con un sólo golpe, igual un juego de bola de boliche. Con una sonrisa y una extraña mirada, camina hacia él. El jefe con toda su bola de ladrones empezaran a sentir un extraño horror, un horror que los hacia casi orinarse en los pantalones.

Pero el jefe notó algo más, notó algo que no era normal en ese sujeto, parecía que la oscuridad besaba los pies de Nadea liberando algo anormal en ese sujeto. Por un instante vio alas, no cualquier alas, eran alas oscuras. Fue demasiado rápido, sólo fue por un instante. Cuando se dieron cuenta, Nadea ya estaba enfrente de ellos.

– ¡Vámonos!

– ¡¿Qué?! ¡¿Eso fue todo?! ¡Yo esperaba algo más!

Nadea no entiende el por qué salieron huyendo. Sentía que ya le estaba agradando estos tipos. No los entiende, sólo estaba sonriendo porque tenía ganas de golpearlos como en los viejos tiempos que se peleaba con los del bar, era divertido hacerlos volar. Lástima que se llevaron todas sus cosas, fueron unos tontos al no llevarse su sombrero, valía más que cualquier cosa, valía más porque cargaba un rubí.

Era el rubí que me regaló mi padre después que murió, mi madre me pidió cuidarlo, me pidió cuidarlo porque este rubí siempre me daría suerte en donde fuera. Extraño a papá. Extraño cuando jugábamos juntos. Ahora que recuerdo... ¡El collar!

Nadea salió a buscarlo, se da cuenta que se le olvido por completo el collar que su madre le pidió entregar. Que suerte que el collar se le olvidó por completo, se le olvidó llevárselo cuando iba a salir huyendo. Raro que no se dieron cuenta, parecía que buscaban bien.

–Ese hombre fue un tonto.

–Jajaja es el rey de los tontos.

–Jajaja no puedo creer que lo que nos haya querido dar un simple sombrero como si fuera algo importante. Jefe, ¿qué sucede?

Ahora platican alegremente, cuando hace rato corrieron de miedo. Es como si todo el miedo se hubiera olvidado, excepto con él. Aun no lo supera.

–Su mirada...

El jefe de los ladrones está pensativo, siente que ese tipo algo esconde. No parece un humano común y corriente. Era demasiado tonto, pero esa mirada y lo que vio por un instante lo deja inquieto. Siente que nunca debieron acercarse con ese tipo, ese tipo podría provocarles muchos problemas. Tiene el presentimiento de que ese sujeto está relacionado con la raza Oinomed.

Si está relacionado a esa raza, ya valieron. La Oinomed son una raza oscura, vengadora, rencorosa, una raza maligna. Todos esos tipos están locos, completamente locos. Son lo tentación de la humanidad y al mismo tiempo enemigos naturales de los Legna.

–Ya está la cena. Tenga.

–No tengo hambre. Coman ustedes.

Se levantó. No está de humor para comer. Eso que pasó hoy, lo deja inquieto, siente que hay algo, pero no sabe qué. En todos sus viajes de ladrón, ha evitado encontrarse con esa raza. Sabe que con esa raza nunca hay que jugar, esa raza manipula una energía espiritual más allá de la magia.

– ¡Le apartaremos su parte!

– ¡Si, como digan!

Está caminando entre la oscuridad, camina y camina sin ningún problema mientras piensa sobre ese sujeto extraño. Ese hombre lo miró como si fuera un asesino, como si deseara despedazar su cuerpo en cachitos para luego comérselo.

Recuerdo que en ese momento sentí como si fuera a ser asesinado, como si en cualquier momento todos íbamos a ser asesinados por él. ¿Por qué nos habrá ofrecido el sombrero? ¿Por qué lo habrá tomado como algo de gran valor, en vez de lo que nos llevamos? No tiene sentido. Está claro que lo que nos robamos, valía más que el sombrero que sujetaba. ¿Querría verme la cara de idiota?

¿Una luz? ¿Por qué hay una luz desde lejos? ¿Acaso será él? ¿Por qué tengo curiosidad de ir a ver quién es? ¿Por qué sigo caminando? ¿Por qué siento que debo de estar ahí? ¡Es él! ¡¿Cómo rayos encendió el fuego sino tiene nada?! ¿Está asando un conejo o una rata? Parecía un inútil hombre, pero tiene capacidad de supervivencia.

–Ay, que rico. ¿Hmm?

¿Qué sucede? ¿Acaso ya me descubrió? Debo correr. Espera, ¿por qué debo huir? Él sólo es un simple...

–Hola.

– ¡Aaaah!

Saltó de susto hacia atrás. La presencia repentina de Nadea casi le para el corazón. Yo también me asustaría si la persona que estaba viendo desde lejos, apareciera enfrente de mí. ¿Quién no?

¿Cómo me descubrió? Esto es extraño, no me di cuenta de su presencia.

–Ten.

Le ofreció algo de carne. Esto ya es raro para este ladrón. Lo recibió y Nadea se fue a comer de nuevo.

– ¿Por qué me compartiste de tu comida?

Decide salir de donde estaba escondido.

– ¿Por qué no?

Está feliz comiendo.

–Tú no eres un hombre débil, ¿verdad?

– ¡¿Por qué siempre me confunden?! ¡¿Acaso nadie se da cuenta que soy mujer?!

– ¡¿Tú eres mujer?!

El jefe de los ladrones se sorprendió, no puede creer que este sujeto sea una mujer. Se viste de hombre, huele a hombre y de paso pelea como hombre. No le ve ni una gota de señorita encantadora.

– ¿Por qué crees que tengo el cabello largo?

–Pareces hombre a pesar que tienes el cabello largo.

No expresa ni una gota de interés en su cabello largo.

–Eso me ofende.

Nadea se siente ofendida, decide mirar a otro lado toda enojada. Este tipo no le agrada nada.

– ¿No me estás engañando? Varios hombres podrían fingir ser mujeres con tal de no ser asesinados por mí.

Esto no lo esperó Nadea.

– ¡¿Tú matas?! ¡Yo pensé que sólo robabas! ¡Pense que lo de hace raro era puro cuento!

– ¡Robo y mato!

– ¡¿Y por qué lo gritas como si fuera un orgullo?!

– ¡Es para que escuches mejor!

Intentó calmar su tono de voz, pero aún sigue con esa voz de hombre malvado.

–No puedo creer que esté cenando con un asesino. Esa es una gran sorpresa. ¿Y cómo está tu familia? No me digas que me mentiste.

– ¿Familia? ¡Ja! ¿Eres tan tonto que pensaste que en serio tenía una familia? Nunca he tenido una familia, he tenido que aprender a sobrevivir por mí mismo.

Nadie querría ser su familia.

–Debió ser dura tu vida.

Ya le cayó raro a este tipo que se hacer creer mujer. Aun no acepta que es mujer.

–Dime por qué eres así.

– ¿Ser qué?

– ¿Por qué eres tan tonto?

Esto molestó a Nadea, se levanta y decide quejarse a la cara de este ladrón.

–Primero, no soy hombre y segundo ¡te puedes comer toda mi comida! ¡Me largo!

El jefe se levantó y empezó a seguirlo.

– ¡¿Por qué te enojas?! ¡Espera!

Le golpeó las costillas mirándolo con desprecio, casi se las quiebra. Podría decir que se escuchó el crujido de sus huesos en todos lados.

– ¡Hijo de su...!

Este ladrón en vez de quedarse ahí, no. Quiso levantarse y seguir con esta pelea. Lo hizo besar el suelo varias veces. No sabe el cómo lo hizo, pero su pie se deslizó tan rápido que no lo sintió, sintió solamente la caída, el buen porrazo que se dio al suelo. Nadea se fue entre la oscuridad toda enojada, intentó seguirlo, pero nunca pudo alcanzarlo. Lo perdió entre la oscuridad.

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