... Yo te amo...

Todo en la cabaña es silencio,los allí presentes están atentos a las palabras de Gabriel,les cuesta creer en él después de lo que ha hecho Solo los trillizos le dan el beneficio de la duda.

Celeste es la más intrigada, sucorazón aún salta de alegría por ese personaje no quiere ni imaginar qué pasaría si él se acerca a ella, como salir de esto sin delatar sus sentimientos y emociones, bueno los de la verdadera dueña de este cuerpo, eso es lo que ella muy en el fondo aparenta, sin imaginar lo que depara el futuro.

Gabriel comienza a exponer su punto de vista al referirse a la traición de su padre. Les comenta la rebelión que se está formando para sacar al emperador de su puesto, por ello él debía casarse con la princesa Daniela.

"Yo sé que me comporté muy mal con la princesa y justo eso era lo que quería, que ella se revelará así no se casaría conmigo. Yo sé que no es la mejor manera de arreglar las cosas, pero no podía revelar mis verdaderas intenciones", explica Gabriel.

"¿Y qué salió mal?", pregunta la señora Zenaida.

"Es verdad, algo pasó. Mi padre descubrió mis verdaderas intenciones. Me amenazó. Debo confesar que tuve miedo, pero no lo demostré. Solo salí de casa y me escondí por varios días. Allí estaba seguro hasta el momento de poder hablar con ustedes. Hay algo más que debo decir y no sé cómo lo van a tomar. Y juro que es la verdad. Yo estoy profundamente enamorado de su hija Celeste. Ella es el amor de mi vida. Tenía miedo de no volverla a ver", confiesa Gabriel.

"No seas mentiroso, Gabriel. Tú solamente te amas a ti mismo. Yo no caeré de nuevo en tus trucos baratos. Si sabes contar, no cuentes conmigo. Has de cuenta que nunca nos conocimos", responde la señora Zenaida.

"Es la verdad y te lo demostraré. Les devolveré su lugar en el imperio como legítimos monarcas. Llegará el día en que creas en mis palabras", promete Gabriel.

Celeste no dice más nada. Únicamente lo mira, suspira y se retira de la sala. Va rumbo a la cocina. Empieza a buscar algo para hacer la cena. No tiene ganas de escuchar las palabras sin sentido de Gabriel. Está de mal humor. Su sola presencia la altera de tal manera que no puede descubrir qué es lo que siente por ese granuja.

"Hija, estás bien. No te pongas así. Ven, vamos a la sala. Hay que terminar de escuchar lo que ese joven trata de explicar."

"Lo siento, mamá. No lo haré. Deja que prepare algo de comer. Me imagino que él se quedará esta noche en la cabaña."

"Está bien, mi niña. No te obligaré a nada. Nada más ten cuidado de no cortarte una mano con ese cuchillo."

"Ah, lo siento, mamá. Tendré más cuidado. No te preocupes por mí. Yo estoy muy bien."

"Está bien, mi pequeña pinocha. No dejes que nadie te borre la sonrisa de tu hermoso rostro."

La niña se queda allí pensando en las palabras de su madre. Sabe muy bien que debe calmarse por el bien de todos. La verdadera dueña de este cuerpo estaba locamente enamorada de él, y aún quedan restos de ese sentimiento que le asusta mucho. No puede ser débil ante ese bribón.