Par de locos celosos.

...Nicolás....

Me siento mal al prohibirle eso. Pero tengo miedo de que así cómo yo la encontré también uno de mis conocidos lo haga. Podrían confundirse y pensar que es Lucrecia.

No me conviene que Mark se enteré de la existencia de Cristina. Tal vez quiera quitarmela cuándo sepa. Y no voy a permitir que eso pasé.

Por lo pronto la cambiaré de turno, así estaré más tranquilo. Yo llevarla en las mañanas y también voy a recogerla en las tardes.

Para sus vacaciones la llevaré al viaje que tanto quiere. Así la veré feliz. Creó que en verdad me estoy enamorado de ella. Es una chica tan dulce, tan natural y encantadora. Qué me da miedo perderla. No puedo permitir que eso pasé. Ella sólo debe estar conmigo.

...Cristina....

No me agrada dejar mi trabajo pero me gusta más hacer el amor que trabajar. Soy demasiado caliente. Je je..

— ¿Lista para la escuela.? — Me preguntó Nicolás.

— ¿Me vas a llevar.? — Nunca lo hace. ¿Porqué me llevaría ahora.?

— Si amor. — Dejó un beso en mis labios. — Yo te voy a llevar. Me gustaría conocer tu escuela.

— No es nada extraordinario. — Tal vez no quería que me llevará. En mi escuela hay muchas chicas hermosas. ¿Qué tal si le gusta una de ellas.?

— Aún así quiero ir contigo. ¿Acaso no quieres que te lleve.? — Preguntó un poco molestó.

— No amor. No quiero que me lleves. — Mejor le digo la verdad. Así cuido a mi esposo. Me casé hace poco. No quiero divorciarme en éste momento. Y tal vez nunca quiera.

— ¿Porqué.?, ¿te da vergüenza que te vean conmigo.? — ¿Vergüenza.? Salir con un hombre así de hermoso sería una dicha para cualquier mujer. Nunca una vergüenza.

— ¿Cómo se te ocurre.? Obviamente no. ¿Porqué me iba dar vergüenza que me vean con un hombre hermoso...? — No en atreví a terminar. Creó que soy muy halagadora. Je je. Y creó que debería cuidar más mis palabras. Aunque no tiene nada de malo que le diga cosas bonitas a mu esposo. ¿O sí.?

— ¿Y porqué no quieres que te llevé.?

— Porqué hay muchas mujeres. Y no quiero que las voltes a ver. — El se rió divertido.

— ¿Cómo podría ver a otras mujeres teniendo a la esposa más hermosa del mundo.? — Me tomó en sus brazos y me dió un beso en los labios. — Te amo sólo a ti. No veré a otra mujer. Puedes estar tranquila. — Me dejó sobre el piso de nuevo pero siguió abrazándome.

— ¿Estás seguro de eso.? — No puedo confiar en que no verá a ninguna chica. Las de la mañana siempre son las que más se arreglan.

— Estoy completamente seguro. — Yo aún dudaba de su seguridad.

— ¿Qué te hago si no cumples.? — Me arrepentí de decirle eso. Esperó que no malinterprete mis palabras.

— Te subes encima de mi desnuda y me haces el amor cómo tú quieras. — Sonrió descaradamente. Yo debí imaginar que diría algo cómo eso. También debí esperar sentada. Enserio me malinterpreto. Ya lo conozco muy bien. Y sólo llevamos unas semanas siendo marido y mujer.

— Mejor quédate en casa o vete al trabajo. No quiero ir a la escuela contigo. — No vaya a querer que le dé un paseo y terminemos haciendo el amor en algún lugar que no debemos.

— Se que no quieres que te llevé pero necesito hacerlo. Estaré más tranquilo si lo hago. Me preocupa que algo te pase. Por favor permíteme llevarte. — Se escuchaba realmente preocupado. No quiero que lo esté. Mejor si dejó que vaya conmigo.

— Está bien. Pero ya sabes. No debes voltear a ver a otras mujeres. — Dije en forma de amenaza, aunque esa idea de subirme encima de el no me desagrada del todo. Me dí un golpe mental. ¿Cómo puedo ser tan pervertida.? A veces pienso que lo soy más que el.

...Nicolás....

Ya conocía su escuela pero aún así la traje. Ella no me quitaba los ojos de encima. Creó que realmente pensó que yo iba ver a otra mujer que no fuera ella. Qué equivocada está. Desde que la encontré sólo puedo verla a ella, en un principio era por el parecido extraordinario que tiene con Lucrecia, pero ahora no es sólo por eso. Es también porque en las semanas que convivimos antes de ser esposos y en las de ahora siendo esposos ha cautivado mis pensamientos y mi corazón.

Siempre que estoy apunto de verla me siento muy feliz. La extraño cuándo no está juntó a mi. Y si la recuerdo me rió de sus ocurrencias.

— ¿En qué estás pensando.? — Preguntó un poco molesta. Esperó que no haya imaginado algo que no es.

— En ti. — La vi a los ojos porque esos ojos verdes que tiene me gustan mucho.

— Me tienes al lado. ¿Porqué ibas a pensar en mí.? — Dudó de mi respuesta.

— Siempre estoy pensando en ti, en lo linda que eres, en lo bien que me hace sentir estar contigo y en la felicidad que me haces sentir cada noche. — Sonreí con eso último. Pensé que me iba a costar mucho trabajo que ella hiciera el amor conmigo, pero desde un inicio aceptó qué estuviéramos juntos. Y ahora hasta pude chantajearla con eso. Si supiera que quién no podría estar más de dos días sin ella soy yo. Seguro ni hubiera aceptado mi capricho. Mejor que no se enteré o me causará problemas.

— A veces eres demasiado lindo conmigo. No me hagas armarte tanto o nunca podrás deshacerte de mi.

— ¿Y porqué querría eso.? — La jale un poco hacía mí. — Sí lo que más quiero es tener una vida larga a tu lado. Una en verdad muy larga.

Cristina sonrió de una forma muy dulce.

— Te amo. — Mencioné para después besar esos labios que tanto me gustan.

— Yo también te amo. — Me vió a los ojos y en verdad no puedo quedar más cautivado de lo que estoy ahora.

— Vendré por ti a las 2.

— No. — Se negó de inmediato.

— ¿Vas a empezar con lo mismo que dijiste en la casa.?.

— Si.

— Amor. — La miré un poco molestó. — Sabes bien que no veré a ninguna mujer.

— Nicolás entiéndeme. No quiero perderte.— Qué ironía, ella piensa que si vengo me va perder y yo pienso que si no vengó la voy a perder. Somos un par de locos celosos.

— Yo tampoco quiero perderte amor. Quiero ir a comer contigo después de clases. ¿Aceptas mi invitación.?

— Mm.. — Dudó un minuto. — Está bien. No puedo decirle que no a mi esposo. — Me dió un beso y salió del auto. — Nos vemos a las dos. Te amo.

— Tambien yo. — Le mandé un beso y encendí el auto para irme a la oficina.

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