Alguien puede vernos.

...Dos días después....

Creó que me casé con un adicto al sexo. Todos los días quiere estar conmigo, no es que me moleste pero creó que una relación no se basa sólo en la intimidad. Hay cosas que son importantes también.

Hace unos días visité a una ginecóloga, ella me recomendó la inyección que es cada tres meses. Me la puse y me dolió. Cuidarse no es nada divertido. Pero hacer el amor si lo es. Así que tendré que sacrificarme.

...Días después....

Prácticamente todo sigue igual, la única diferencia es que el se va al trabajo y regresa en las noches para estar conmigo.

— Hola mi amor. — Llegó y me abrazó.

— Hola.

— ¿Cómo estuvo tu día.?

— Bien. — Es sábado, no voy a la escuela así que yo diría que fue aburrido.

— Te ves muy linda hoy.

— Gracias. — Apenas terminé la palabra cuándo el ya pegó sus labios a los míos, le correspondí el beso y me pegó más a su cuerpo, luego empezó a bajar sus manos a mi cintura y a levantar mi blusa.

— Espera. — Lo detuve antes de que me dejará sin ropa.

— ¿Pasa algo.?

— No me gusta ésto.

— ¿Qué no te gusta.?

— Nuestra relación. — El cambió la expresión de su rostro. — A mí me gustaría más que sólo verte en las noches y hacer el amor. He llegado a sentir que no me amas y que lo único que te importa es tener sexo conmigo. — Y no exageró, en verdad me siento así. Cómo si yo sólo fuera un objeto sexual.

— No es así. Yo te amo. — Quería créer que si. Me casé pensando que si. Pero sus palabras sonaban un poco vacías.

— ¿Y porqué no te esfuerzas en demostrarlo.? — Soy una inexperta en el amor pero por lo que leí y ví en casa de mis padres el amor no es exactamente lo que estoy viviendo en está relación.

— No se cómo.

— Es sencillo. Sólo quiero que pases más tiempo conmigo, quiero que desayunemos juntos, cenemos juntos, salgamos de ves en cuando y veámonos películas los fines de semana.

El guardó silencio.

— ¿Es mucho lo que te estoy pidiendo.? — Tendré que consultar con otras parejas para ver si estoy exagerando.

— No. No pides demaciado.

— ¿Vas a complacerme.?

— Sí. No quiero que te enojes conmigo. — Me abrazó de nuevo. — Te prometí que sería un buen esposo y voy a cumplir mi promesa.

— Gracias. — Le dí un pequeño beso. Había un silencio incómodo así que acabé con el.— Hice la cena.

— ¿Y no se quemó.? — Rió divertido.

— No. — Negué con la cabeza. — De hecho tiene un buen olor, ¿porqué no pruebas.?

— Me voy a lavar las manos. Espérame y te ayudó a poner la mesa.

— También tengo que lavarme las manos. — Fuimos juntos y nos lavamos, yo serví la comida y el llevó los platos.

— Tiene un buen olor. — Probó la comida y analizó el sabor.

— Dime qué no es horrible. — Estaba un poco preocupada, he practicado estos días pero no sé si ya mejore.

— Está muy bueno. — Probó otro bocado y realmente parecía que lo estaba disfrutando.

— ¿No estás comiendo sólo para hacerme feliz.?

— Prueba. — Puso la cuchara cerca de mi boca. Probé y si estaba bueno. — Cocinas muy bien.

— Me alegra que te guste, aprendí sólo por tí. — Nicolás me acercó a sus labios y me besó de una forma hermosa.

— Gracias. Ésto significa mucho para mí.

— No agradezcas. Lo hago porque te amo.

El me miró con un poco de culpa, o eso me pareció, tal vez fue mi imaginación, es decir, ¿Porqué sentiría culpa.? No me ha hecho nada malo.

Al día siguiente no fue al trabajo. Se quedó conmigo y fuimos al cine. Para molestarlo un poco elegí una película de terror.

— ¿Segura que quieres ver eso.? — Parecía que la portada le daba náuseas.

— Muy segura. — Sonreí.

Cuándo empezó la película el tomó mi mano y lo voltee a ver.

— Te estoy cuidando.

— Si claro. — Le dediqué una sonrisa burlona.

El restó de la película fue muy divertida. Sobre todo las partes dónde había suspenso y de repente ¡zas!, lo terrorífico.

— No me gustó ir al cine.

— A mí me encantó. — Sólo recordar su cara hacia que me volviera a reír por todo lo que había pasado durante la película.

—Eres muy mala conmigo.

— Te voy a recompensar.

— ¿Cómo.? — Me dió una mirada pícara.

— Toma. — Le dí las palomitas que me habían sobrado. — Es tú recompensa.

El pareció indignado.

— ¿Eso.?

— ¿Qué imaginaste.? — Se acercó a mí oído.

— Pensé que follariamos en el baño del cine.

— Qué pensamiento tan pervertido.

— ¿No te gustaría.?

— No. Hacer el amor es algo privado, sólo debemos hacerlo en casa.

— Estoy seguro de que te gustará si lo hacemos aquí.

— No. — Me negué rotundamente. — Ya te dije que sólo en casa.

— Por favor. Será una experiencia única, te lo prometo.

— Alguien puede vernos.

— Yo tengo una técnica para que nadie nos descubra.

¿Una técnica.? Me preguntó de qué se trata.

— Vamos. — Me llevó al baño de mujeres, parecía que tenía todo planeado porque no había nadie. Nos metimos a uno de los separadores, el más grande que había. También ví una de estas cosas donde las mujeres cambian a los bebés. Esperó que mientras estemos aquí no haya alguna de esas emergencias.

Nicolás se sentó en el inodoro y se bajó los pantalones, me sentó sobre sus piernas y me sacó la ropa interior. Luego me en**stio y tuve una sensación muy placentera. Me en**stio una ves más y el placer fue mayor, así continúo moviéndose dentro de mi mientras yo me tapaba la boca porque sentía que habían mujeres y hasta uno que otro chisme llegué a escuchar. Aunque no le presté mucha atención ya que estaba más concentrada en disfrutar lo que estaba viviendo. Era algo que realmente nunca voy a olvidar, y algo que me gustaría repetir si se da la oportunidad.

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