Me llamó Nicolás.

...Sabel....

Un infeliz manipulador. Tampoco quiero que mi hija se casé con el pero no tengo opción. De una u otra forma el se enteró de lo que hicimos para conseguir el corazón de mi hija y nos amenazó a mí y a mi esposo con meternos a la cárcel. No me da miedo ir a la cárcel, prefiero eso a ver a mi hija en un matrimonio infeliz. Pero el prometió que la trataría bien y que si ella no se enamora la dejará ir. Estoy confiando en la promesa de un extraño. Todavía no estoy segura de que puedo confiar en el. Pero parece que tiene un interés serio en mi hija. No me hubiera pedido su mano de no ser así.

— Quiero conocerlo. — Pidió Cristina. Es lógico. No se va casar sólo porqué yo le dije que es guapo.

— Vendrá a cenar hoy. — El infeliz parece tener prisa en quitarme a mi hija. Tantos años preocupada por su salud y ahora que parece ya está bien llega esté idiota.

— Vaya, si que tiene prisa. — Murmuró Cristina. Yo pienso lo mismo . En demasiado acelerado con las cosas. ¿Me preguntó si piensa antes de actuar.? O solo toma las decisiones a la ligera.

— Seguro es un hombre muy feo. — Dijo Cristina. Parece que tiene poca confianza en su belleza. Antes tal vez no lucía tan hermosa por estar enferma, pero ahora que está sana todo en ella brilla.

— Ya te dige que es muy guapo. — Tal vez por eso piensa que la puede enamorar con facilidad.

— Necesitó verlo para creerlo.

— ¿Dudas de tú madre.?

— No. Digo papá es muy guapo se que tienes bueno gustó.

— Si que lo tengo. — Todavía recuerdo cuándo conocí al padre de Cristina. Quedé completamente enamorada. Sabel no es momento de pensar en lo que tú viviste. Es momento de pensar en cómo salvar a tu hija de ese lunático.

— Me siento un poco ansiosa por conocerlo.

— Lo conocerás pronto.

...Cristina....

¿Quién será el loco que quiere casarse conmigo.? Nunca he tenido novio y ahora aparece alguien que se quiere convertir en mi esposo. La vida te da cada sorpresa.

Tuve que esperar hasta la noche para verlo. Salí de mi habitación y abrí la puerta cuándo el timbre sonó. Mi madre estaba en la cocina y no quise que saliera. Se le puede quemar algo.

Abrí la puerta y quedé totalmente sorprendida.

— ¿Usted.? — Tal vez se equivocó de puerta pensé. Pero al ver que no se iba pregunté.—¿Usted es el loco.?

El se rió.

— ¿Loco.? — Me miró cómo si la loca aquí fuera yo.

— No. Seguro está aquí por casualidad. No creó que usted quiera casarse conmigo. — Me atreví a expresar mis sentimientos en voz alta.

— ¿Porqué no.?

— Se que está loco pero no creó que sea el loco al que estoy esperando. — Intenté cerrar la puerta pero el metió su pie y no lo logré.

— Si soy la persona que quiere casarse contigo.

Lo mire con incrédulidad.

— Ja ja ja ja. — Me reí. — ¿Usted.? — Seguí riendo pero el se veía muy serio. — Esperé, ¿está hablando enserio.?

— Siempre soy serio.

— Esperé, tengo qué... Qué analizar la información. — ¿Cuál es la probabilidad de que un hombre te conozca y a los pocos días quiera casarse contigo.? Tal vez 0 de 100. Quizá quiera salir, ser tú novio pero casarse es un paso súper grande que no das con cualquier persona.

— ¿Ya terminaste de analizar todo.? — Preguntó impaciente.

— Disculpé. ¿Acaba de salir del manicomio.? — Esa era única hipótesis lógica que se me ocurrió. Tal vez los del manicomio al ver su apariencia atractiva pensaron que el estaba bien y lo dejaron salir. Si. Eso debió pasar.

...Nicolás....

¿Me está tratando de loco.? ¿Me veo como un loco acaso.? Supongo que cualquiera en su lugar pensaría que lo estoy. Es decir la acabó de conocer. Qué quiera casarme con ella es una locura.

— No. No salí de ningún manicomio. Estoy perfectamente bien de mis facultades.

— Tendré que ver un certificado médico para creerle.

— Confía en mi palabra. Estoy perfectamente bien.

— ¿Entonces tiene problemas sicológicos.?

— No.

— ¿Entonces me parezco a una ex que amó mucho y murió.?

¿Cómo sabe ella eso.? Espera no puedo dejar que ella se de cuenta de mi verdadero motivo.

— No. — Lucrecia no fue más que una amiga. No estoy mintiendo.

— Caray se me acabaron las opciones.

— Me enamoré de ti y quiero casarme contigo. Es sencillo.

— Nunca es tan sencillo.

— No lo compliques. Es así y punto.

— Pensé que eso sólo pasa en los libros.

— Ya viste que no. — Entré. — ¿Y tus padres.?

— Mamá está cocinando y papá no a regresado del trabajo.

Eso significa que puedo hacer lo que quiero. La abracé y le dí un beso.

— Hey. — Se enojó. — ¿Podría soltarme.?

— No.

— Déjeme.

— Chiquita, pronto serás mi esposa. Acostumbrate al contacto físico, porqué vamos a tener mucho. — La veo y pienso en algo que ya le quiero hacer.

— Pues tendrá que esperar a que sea su esposa, porqué todavía no lo soy.

— Es cuestión de días.

— ¿Días.?. ¿Pues cuándo se quiere casar.?

— Mañana si fuera posible. — Así la tendré más rápido.

— ¿Mañana.? ¿Qué clase de boda piensa darme.? Yo quiero un vestido de novia, que mi padre me entregué en el altar, aventar el ramo y todas esas cosas que se hacen en las bodas.

— ¿No será que quieres retrasarla.? — Tal vez es lo que está buscando.

— Si no me da una boda así no me casaré.

— Eso quiere decir que ya aceptaste ser mi esposa. — Sonreí. Creó que si le gustó.

— ¿Qué.? No... No.. Primero debemos conocernos. — ¿Conocernos.? ¿Eso para que.? Mark y Lucrecia se conocían de toda la vida y el la traicionó.

— Eso lleva mucho tiempo. — Algo que yo no tengo. Tal vez lo tengo pero no quiero dárselo.

— ¿Porqué tiene tanta prisa.?

Porqué estoy ansioso de tenerte para mí sólo.

— Tengo 28 años, mi familia me presiona para que me casé. — Ya lo estarían haciendo pero soy inteligente y me alejé de ellos.

— ¿Y no debería casarse con alguien de su posición.?

— ¿Mi posición.? — ¿Con una chica que sólo piense en arreglarse y salir de compras.? Yo no quiero a una persona así. Lucrecia no era así y por lo que he visto de Cristina tampoco parece ese tipo.

— Por su forma de vestir, caminar, hablar y actuar puedo saber que es un hombre de dinero, mi padre es contador y mi madre doctora, nos dan una buena vida pero no somos ricos como usted.

— Ya te lo dije. Estoy enamorado de ti. Mis padres tendrán que aceptarte. — No pienso presentarte con ellos de inmediato. Eso deberá tomar su tiempo.

— No quiero una suegra que me odié y piense que me casé por interés. Deberíamos cancelar la boda. — Al menos ya descubrí que no es interesada..

— Ni siquiera la hemos iniciado y ya quieres cancelarla.

— Ya le expliqué mis razones.

— Mi madre me adora. Soy hijo único, te aseguro que te aceptará. — Yo creó que si lo hará. Ella siempre ha deseado verme con una novia.

— ¿Y su padre.? — De el no me había preocupado. Pero creó que no debo.

— El no se mete en mi vida. Respeta todas mis decisiones.

— ¿Y el sabe que usted está chiflado.?

Su comentario me hizo reír.

— Eres divertida.

— Señor.

— Me llamó Nicolás.