CAPÍTULO 13

-En verdad que esta es la mejor pasta que he probado en la vida, en serio te quedó estupenda y podría jurar que te queda mejor que la de mi madre-

*Ella se ríe ante mis palabras y blanquea sus ojos*

-Dudo mucho que sea mejor que la de mi tía Estrella, pero gracias por alagarme, en serio me alegro que te guste-

*Me dice con una gran sonrisa*

-Lo digo muy en serio princesa-

Ella me sonríe algo avergonzada y vuelve a su plato. Comimos entre risas y al finalizar ella se levanta cogiendo los platos y sale de la habitación. Pasan algunos minutos y no la veo regresar así que yo también salgo a buscarla para encontrarla lavando los platos, la miro por unos segundos sin poder evitar calentarme al verla con mi camisa junto al movimiento de su trase** mientras friega los platos. Me acerco sosteniendo su redondo y gran traser* haciendo que se ría y beso su cuello.

-¿Qué crees que haces, Dom?, Pensé que me esperarías en la habitación-

*Le sigo dando besos en el cuello y ella seca sus manos*

-Es que estabas demorando demasiado y ya te extrañaba-

*Ella me mira y pasa sus brazos por mi cuello con una sonrisa*

-¿Así?, Entonces ¿qué puedo hacer para recompensar esos minutos de soledad que te hice pasar?-

*Me dice mirándome y dándome un beso apasionado. Yo comienzo a desabrochar su camisa*

-Creo que sabes la respuesta a esa pregunta y prometo que seré bueno contigo-

*Ella se ríe de lo que le digo y baja mi ropa interior que es lo único que tengo puesto en este momento*

-Lo sé y nunca lo he dudado, príncipe-

Nos besamos y la subo al mesón de la cocina mientras saco su ropa interior. Toco su entrepierna y puedo sentir lo mojada que esta. Nos miramos con nuestras respiraciones agitadas.

-Me encantas demasiado mi princesa, por que sin importar lo que suceda en el futuro tú siempre serás mía, no me importa nada más que recordar el resto de mi vida el poder sentirte, olerte y saber que no es una ilusión lo que estamos viviendo-

Ella afirma con su cabeza y nos volvemos a besar al tiempo que ella se aferra con fuerza a mi cuerpo mientras yo la atraigo al borde y coloco mi erecci** en su entrada para poco a poco ir entrando en su interior. Sus uñas entran en mi espalda y sostengo sus muslos con fuerza sin dejar de moverme acelerando mi ritmo para que sus gemidos salgan sin contención, se escucha tan erótica que solo quiero escucharla el mayor tiempo posible.

-Eres tan sexy Tara, no alcanzarías a imaginar lo feliz que me haces al tenerte conmigo y no hablo solo de hacerte el amor-

Nos miramos dándonos un beso y ella me atrae con sus piernas. La cargo levantándola del mesón y la veo mientras me mira con sensualidad.

-Dom, soy pesada-

*Me dice algo nerviosa de que la pueda soltar*

-No debes preocuparte solo muevete, quiero que te des tanto placer como desees de este hombre que te adora con todo su ser-

Ella afirma con su cabeza y la puedo ver tragar saliva mientras comienza su ritmo aferrándose de mi cuello para impulsarse. Tara es una mujer robusta dado su estatura y lo voluminoso de su cuerpo, pero tiene el tamaño y el peso perfecto para mi cuerpo, somos en definitiva una pareja perfecta si no fuera por mi vida desordenada.

Debo reconocer que nunca he estado con una mujer de su complexión, ni de nuestro color de piel, todas y cada una de ellas siempre han sido caucásicas, en su mayoría rubias, de baja estatura y delgadas y eso solo se debe a una sola razón, miedo; miedo de borrar a Tara de mi mente, no quiero estar con alguien que se parezca a ella e intentar llenar mi vacío emocional por mis acciones en otros brazos, solo quiero tenerla a ella. He soñado tantos años con este momento, el poder cargarla, sentirme en su interior, pero sobre todo llenarla de tanto placer que me pida más y hacerlo realidad me llena de completa satisfacción por que al menos nunca le busque un reemplazo, que siempre espere por este momento y lo hubiera seguido haciendo hasta el final de mis días.

Mientras lo hacemos, la siento y nos besamos llegan a mi mente recuerdos de la primera vez que toque su cuerpo, mismo que recuerdo como si fuera ayer aun cuando sucedió unas semanas antes de cumplir nuestros quince años, en esas vacaciones de verano cuando Tara vino a vernos como cada vez que teníamos vacaciones.